sábado, 17 de mayo de 2014
Todo Tchaikovsky: Manfredo.
Piotr Ilich Tchaikovsky
MANFRED, Op.58
Oslo Philharmonic Orchestra
Dir: Mariss Jansons.
(CHANDOS)
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Retomando la serie "Todo Tchaikovsky" con una de las obras insignia, no sólo de su catálogo, sino de toda la literatura sinfónica rusa en general.
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Manfredo es una pieza bastante idiosincrática, titulada como "Sinfonía en cuatro cuadros dramáticos según el Poema de Byron". La misma fue compuesta entre mayo y septiembre de 1885, para luego ser estrenada en Moscú, el 23 de Marzo de 1886, bajo la batuta de Max von Erdmannsdörfer. La primera idea para "Manfredo" se remonta a la segunda visita que hiciera Hector Berlioz a Rusia, en el invierno de 1867-68. Durante esa gira el mismo incluyó en sus conciertos su exitosa obra "Harold en Italia", pieza que deslumbró al establishment musical ruso, al develarse una forma original de expresar la forma sinfónica fuera de las reglas y tradición germánicas.
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Fue entonces el crítico Vladimir Stasov quien recurriera en primer lugar al gran gurú de los nacionalistas rusos, Mily Balakirev, para sugerirle un nuevo sujeto byroniano, Manfredo, para ser llevado a la partitura. Quizás percatado de sus propias limitaciones como compositor, Balakirev tuvo sus dudas en lo referente al proyecto, remitiéndolo finalmente a Tchaikovsky, quien venía recientemente de disfrutar de un rotundo éxito tras el anterior encargo de Balakirev, nada menos que "Romeo y Julieta". Aunque desde un principio muy identificado con el personaje creado por Lord Byron, y sin rechazar de plano la propuesta de Balakirev, Tchaikovsky no se sintió del todo confortable con la idea de crear un escenario berlioziano para Manfredo. No fue hasta unos años más tarde, en un reencuento con Balakirev, cuando la idea recobró entusiasmo en Tchaikovsky, pero con el consenso de decantarse más por la vía lisztiana, con la perspectiva de llevar a nuevos derroteros las técnicas y el lenguaje de la recién estrenada 4ta Sinfonía, así como la oportunidad de conciliar la forma sinfónica con el contenido programático. En cierto modo viene a ser entonces Manfredo, el Op.58, como una evolución de los propósitos establecidos en la Cuarta, la Op.36, manteniendo cierto enlace con el Harold berlioziano y con el Hamlet liztiano pero manteniendo en todo momento su independencia e indiscutible originalidad.
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Una obra de absoluta innovación y de avanzada como Manfredo no ha escapado de la controversia desde su propio estreno. El mismo compositor, ambivalente en su autocrítica, fue al principio muy entusiasta con su creación, pero después lo asaltaron las dudas: "No sé aún si se trate de mi mejor trabajo ó de toda una abominación". Las mismas reacciones encontradas fueron frecuentes entre los intérpretes y críticos, buena parte por el vacío ejercicio académico de hacer querer que la música sea fiel al libreto byroniano.
(Quién determina ésto?). Muy poco interpretada en las décadas siguientes, la obra comenzó a recuperar su justo lugar a partir de los años 1960´s, cuando comenzaron a aparecer cada vez más grabaciones de la misma y que sin duda han ayudado a reevaluar éste trabajo como la gran partitura sinfónica que es. Para quien escribe es sin duda uno de los grandes hitos de la literatura sinfónica universal.
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En comparación con el resto de Sinfonías de Tchaikovsky, Manfredo posee aún un número reducido de grabaciones disponibles, sin embargo cada vez van apareciendo más versiones nuevas. Parte del problema se debe a la complejidad de la obra y a los recursos quasi-mahlerianos que exije (gran orquesta con todos los elementos de percusión y hasta un Organo Obbligato). Probablemente la histórica grabación de Toscanini marca el inicio, a pesar de ser una lectura bizarra y hasta perversa. Luego han surgido lecturas de leyenda, como la de Igor Markevitch, y más recientemente la de Mariss Jansons, en sonido digital, que hasta el momento parece ser la más justamente redondeada en todos los aspectos clave de la obra y que es la que presentamos en ésta entrega. Recientemente ha aparecido la justamente celebrada versión de Vasily Petrenko, que será también publicada en fecha próxima.
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M-S.
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5 comentarios:
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La obra de Tchaikovsky es de una increíble calidad artística, de un lenguaje muy profundo en el cual el compositor dice mucho de si mismo también como en el final del primer movimiento en el cual expresa y desarrolla una autentica desesperación. La grabación de Petrenko es pobre y mal dirigida, los tempos son demasiado lentos empobreciendo el ambiente que Tchaikovsky quiere darle a Manfredo que es, en si, una de las mejores obras sinfónicas del compositor. La mejor versión que existe esta bajo la batuta de Bernard Haitink con la orquesta del Concertgebow de Ámsterdam. Un abrazo y gracias por la nueva versión de Manfredo Op. 58, sin duda una joya Tchaikovskyana.
Coincidimos en la apreciación de la obra, discrepo en cuanto a las grabaciones. La grabación de Petrenko me pareció muy buena, no perfecta, pero sí muy impactante, no creo que se haya ganado el premio Grammophon 2009 por nada. La de Haitink la tengo, no la recuerdo tan buena, aunque hace mucho que no la escucho, aprovecharé tu afirmación para escucharla de nuevo, y tal vez incluirla acá. Saludos.
Defiendo la de Petrenko, muy buena, (mi favorita, la parte final del primer movimiento, es majestuosa y dramática)
La de Haitink en contraste, la encontré un poco ligera, falta de tensión; por otro lado, me gustó mucho su versión de la 1° sinfonía.
Gracias por el CD
Saludos :)
Jorge
Yo también defiendo la de Petrenko. A propósito del comentario de José Pablo, volví a escuchar la de Haitink y la encontré de nuevo muy dispar, sobre todo un primer movimiento, decepcionante, dubitativo, débil y fuera de foco. Haitink va mejorando en los movimientos siguientes hasta que hacia el final pareciera darse cuenta de cómo es que van las cosas y nos entrega un final excelente. Esta disparidad de menos a más me impide considerarla entre las grandes grabaciones del Manfredo. Sigo quedándome con Jansons, Markevitch, Petrenko y Ahronovitch.
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