jueves, 28 de mayo de 2009

El Dvorak de Fournier


El Concierto para Cello de Dvorak es la obra insignia para este instrumento. Existiendo en el mercado numerosas grabaciones de referencia, Pierre Fournier, uno de los más grandes exponentes del cello en el siglo XX, dejó por supuesto su mejor esfuerzo en este concierto, a través de esta fenomenal asociación con el maestro George Szell, y una inusual colaboración con la Filarmónica de Berlín. El registro es imperdible.
M-S.

sábado, 23 de mayo de 2009

Homenaje al maestro Horst Stein (1928-2008)


Horst Stein, gran director alemán, falleció en julio del pasado año, noticia que no dejó resonar mucho fuera del ámbito musical europeo. Stein, uno de los directores de orquesta más importantes del siglo XX, murió a los 80 años en su casa de Suiza, según informó la Orquesta Sinfónica de Bamberg, la que fuera su casa durante muchos años y de la que fue una de sus más grandes e insignes batutas.

Stein, quien fue director además en los prestigiosos Festivales de Bayreuth y también de la famosa Orchestre de la Suisse Romande, era admirado en todo el mundo por su trabajo artístico, la intensidad de sus interpretaciones y su capacidad de identificación con las piezas musicales.
Desde 1986, el maestro de la obra de Richard Wagner y Richard Strauss se subió más que ningún otro director a la "Colina Verde", como se llama al renombrado teatro de Bayreuth.
En ese certamen dirigió las óperas "Parsifal", "El anillo de los nibelungos", "Tannhäuser", "Tristan e Isolda" y "Los maestros cantores de Núremberg". En total estuvo al frente de 138 presentaciones en Bayreuth.

De 1985 a 1996 ejerció como director general de la Orquesta Sinfónica de Bamberg, periodo en el que dirigió unos 500 conciertos tanto en Alemania como en el extranjero. Su carrera comenzó como director de orquesta en la ciudad alemana de Wuppertal. De ahí pasó brevemente a la Ópera estatal de Hamburgo y en 1955 llegaba a la Ópera Estatal del Berlín oriental. Tras ello regresó al oeste de la Alemania dividida y en 1964 se convirtió en director general y de ópera del Teatro Nacional de Mannheim.

En los 70 su éxito continuó hacia Hamburgo y en 1980 se convirtió en director musical y de orquesta de la Suisse Romande de Ginebra. Ahí siguió hasta 1985, fecha en la que se trasladó a Bamberg. Padre de tres hijos, Stein era además miembro de honor de la Staatsoper de Viena y de la Orquesta Sinfónica de Tokio NHK.
Su partida a la eternidad deja otro profundo y lamentable agujero en el firmamento de la última generación de los tradicionales Kapellmeister, que va cediendo paso ya completamente a las nuevas generaciones de directores, no siempre afortunadamente.
Como muestra de la integridad de su arte, una de las obras en que era especialista, la hermosa Sinfonía Alpina, de Richard Strauss, y cuya grabación compite con cualquiera de las que se consideran como referencia, por ejemplo Karajan ó Haitink.
M-S.

martes, 19 de mayo de 2009

La Fantasía Coral de Beethoven


Esta hermosísima pieza, paradójicamente de las menos conocidas del gran sordo de Bonn, es sin embargo una de las obras de más inspirado y rancio lenguaje beethoveniano. El duo Serkin-Ozawa constiyuye una de las mejores representaciones, aunque hay otras de igual estatura.
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Ludwig van Beetoven
FANTASIA CORAL, Op.80
Rudolf Serkin, Piano
Tanglewood Festival Chorus
Boston Symphony Orchestra
Dir: Seiji Ozawa.

sábado, 16 de mayo de 2009

Shostakovich y sus tres últimas sinfonías de muerte. (Parte III y final)


LA SINFONIA NR.15
La carrera musical de Dimitri Shostakovich se puede considerar un permanente pero accidentado camino de ascenso, avanzando siempre sobre una inestable y traicionera cuerda floja. Considerado por todos como el compositor oficial del régimen soviético, su relación con el mismo y con sus jerarcas siempre estuvo signada por la ambigüedad y una permanente contradicción, que gracias a una inteligencia sobresaliente le permitió mantener con pocas variaciones una independencia creativa, aunque fingiera adaptarse y acoplarse a los mandamientos y lineamientos del así llamado “realismo socialista” impuestos por los ideólogos y censores del régimen. En este vaivén de oleadas de idolatría y de caídas en desgracia se mantuvo el maestro hasta la muerte de Stalin, en 1.953.
Tras la muerte del implacable sátrapa, Shostakovich ganó al fín para su vida personal y creativa un margen de mayor seguridad y de independencia. Adquiere entonces un lenguaje musical personal, íntrospectivo y sombrío, lo cual se tradujo en una serie de obras cuyo lenguaje cifrado es el tema de la muerte. No deja de haber similitud con el ánimo del Beethoven de los últimos años, absolutamente sordo y volcado hacia su mundo interior a través de sus últimos cuartetos de cuerdas. De igual modo, Shostakovich plasma toda esta protesta, pena, dolor y amargura acumulados durante tantos años a través de sus sinfonías y cuartetos.
Las tres últimas sinfonías corresponden al período final de vida de Shostakovich, y se pueden considerar una trilogía porque las une un mismo tipo de lenguaje y de ánimo, que las hacen sus obras más íntimas, circunspectas y enigmáticas que haya creado. Corresponden a un genio ya consumado y seguramente agobiado de dolencias físicas y espirituales producto detantos años de vida bajo el férreo yugo soviético, pendiendo muchas vecessu existencia misma y la de sus seres queridos de un delgado hilo. Comenzaré de manera deliberada mi análisis de adelante hacia atrás.
Su última Sinfonía, la Nr.15, (uno de los verdaderos grandes sinfonistas de la Historia que logró romper la siempre acechante maldición de la 9na) es una obra llena de simbolismos, enigmas y retrotracción que sin duda dejan al que la escucha por primera vez, por lo menos en un estado de desconcierto. La primera vez que yo la escuché me hacía la pregunta ¿Donde está el Shostakovich epopéyico de las grandes 5ta, 7ma y 8va? Subestimé durante algún tiempo estas tres sinfonías, pero el conocer y escuchar y escuchar me han hecho apreciarlas al grado que realmente merecen. La 15 es una obra maestra, y sólo un gran director puede interpretar y transmitir todo el misterio, enigma, metalenguaje y claves cifradas que encierra esta maravilla. Por demás, al igual que sus dos predecesoras, no es una obra interpretada por directores con cierta reputación shostakoviana que sí lo han hecho con sinfonías más conocidas y populares. .
La obra fue compuesta en Julio de 1.971, en Repino, sitio de descanso del compositor. Se estrenó en Moscú el 8 de enero de 1.972 bajo la batuta de su hijo, Maxim. Al no haber un libreto inspirador de su música, como en sus cuatro antecesoras, se considera la primera obra no programática de su autor compuesta desde la décima (1953). Su primer movimiento (Allegretto) resalta por el uso de la percusión y la flauta, lo que al inicio recuerda el ambiente de una juguetería que poco a poco va mostrando en sus estanterías juguetes cada vez más siniestros. Van surgiendo paráfrasis y parodias a melodías conocidas como la obertura Guillermo Tell de Rossini y otros embriones melódicos que van creando una especie de rompecabezas y la atmósfera se torna cada vez más oscura y agobiante, hasta que entramos en el segundo movimiento, un adagio de una economía magistral, pero que nos mantiene en las mismas profundidades. A continuación, el scherzo, realmente un allegretto postmahleriano que representa a la melodía estridente de un violín y una seguidilla, de una forma macabra que eriza los pelos a cualquiera. A pesar de su brevedad es un momento cumbre de la música occidental y es tal vez la respuesta de Shostakovich a los modernistas, demostrándoles que aun se puede llegar a extremos manteniéndose en la tonalidad. Finalmente la conclusión, un adagio donde se regresa al ambiente del primer movimiento, aunque de una forma más lúgubre, más simple y en decrescendo, con alegorías al Wagner del Crepúsculo de los Dioses, la sinfonía se va apagando lentamente, a cargo de la percusión, como un corazón que deja de latir.
En líneas generales he considerado también que una lectura idónea de esta obra debe estar a cargo de una orquesta y director rusos, y ciertamente Mravinsky, Kondrashin y Rozhdestvensky tienen muy buenos registros. De las grabaciones hechas en occidente sepueden considerar modélicas a las de Haitink y Järvi. Sin embargo, el grado de perfección de una orquesta rusa sin la menor duda lo logró un director que indiscutiblemente es uno de los dueños de esta obra: Kurt Sanderling. De orígenes alemanes, Sanderling, emigró a la URSS en1936 y se nacionalizó. Su estilo y escuela son particularmente rusos, y logró el milagro de hacer sonar como una gloria a una orquesta que particularmente no tenía mucha resonancia en estecompositor: la Orquesta de Cleveland. Los músicos tocan con una inspiración y una disciplina increíbles, llevando la partitura en sus venas, y sólo un gran director puede lograr algo como esto. Se trata de mi gran favorita y una de las más recomendadas por especialistas que analizan esta obra. Con esta obra finaliza la gran trayectoria de quien con justicia la Historia señala como el último Gran Sinfonista.

Sinfonía Nr.15, Op.141
The Cleveland Orchestra
Dir: Kurt Sanderling
(ERATO)

lunes, 11 de mayo de 2009

Schelomo, la Rapsodia Hebraica de Bloch.



Ernest Bloch
SCHELOMO, Para Cello y Orquesta
Mstislav Rostropovich, Cello
Orchestre National de France
Dir: Leonard Bernstein.
(EMI)

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La Rapsodia Hebrea Schelomo es una de las piezas más famosas, apreciadas y representativas en el repertorio de ese maravilloso instrumento que es el Cello.
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Para conocer a detalle sobre esta maravillosa Rapsodia, creo que nada mejor que el estupendo artículo del Prof. Walter Ravanelli, conocedor en profundidad de la vida y obra de Bloch, y que se puede leer a plenitud en el Blog hermano del Cuervo López, para lo cual les anexo el link:
Si bien la grabación de referencia para el distinguido Prof. Ravanelli es el de la cellista Ofrah Harnoy, existe sin embargo consenso casi universal y unánime en que la legendaria grabación de Rostropovich, al lado de Leonard Bernstein, con la Orquesta Nacional de Francia es la mejor y la absoluta referencia en esta obra maestra.
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Sin más, la grabación en cuestión, para disfrute pleno y por qué no, opinión, de los visitantes.
M-S.

sábado, 9 de mayo de 2009

Jacqueline Du Pré: Talento truncado por la fatalidad.



Jackie Du Pré, talento único y memorable, triste y muy precozmente truncado por cosas que escapan a nuestro entendimiento, que dejó sin embargo un importante testimonio de su arte. No sólo logró grabar el repertorio tradicional y más importante para su instrumento, el violoncello, sino algunas otras delicias de compositores menos conocidos. Como muestra de esta maravillosa antología un concierto muy poco conocido, pero que sin embargo es una joya. La acompaña un secundador ideal, como fue para ella el recordado Sir John Barbirolli.


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Georg Matthias Monn (1717-1750)
Cello Concerto
Jacqueline Du Pré, cello
London Symphony Orchestra
Dir: Sir John Barbirolli







domingo, 3 de mayo de 2009

El Cuarterto de Cuerdas del siglo XX.

Si existe una obra de cámara que representa el epítome de las cruentas contradicciones del siglo XX, extendibles perfectamente a nuestro tiempo, es el 8vo cuarteto de cuerdas de Dimitri Shostakovich. Del mismo modo, su ánimo lo emparenta inmediatamente con sus tres últimas sinfonías, las Sinfonías de Muerte... M-S
Revisión de Amazon.com

Editorial Reviews
Amazon.com: Of Shostakovich's 15 string quartets, the eighth is probably best known and most frequently performed. It seems to express Shostakovich's innermost thoughts and feelings in the most personal though still carefully encoded way, giving the music a tremendous emotional impact. Shostakovich dedicated it to "the victims of fascism and war," clearly implying that he was including himself by building the work's main theme on the notes representing the letters of his initials (in the German spelling), and by quoting widely from his earlier works. The quartet encapsulates all the characteristics of his style: the biting irony, the desperate humor, the obsessive repetition, the bleakness, agony, and despair. The playing is beyond praise, technically flawless, tonally beautiful, varied and nuanced, texturally transparent and homogeneous. The players obviously have a strong affinity for the music; they skirt its emotional edge without succumbing to its excesses. Their expressiveness is deeply felt but always balanced and unsentimental. Recorded live, the playing has all the immediacy and excitement of a concert performance. --Edith Eisler

viernes, 1 de mayo de 2009

Dimitri Shostakovich y sus tres últimas Sinfonías de muerte (II)




LA GRAN TRILOGIA FINAL DEL ULTIMO GRAN SINFONISTA.
PARTE II: LA SINFONIA NR.14.


“ Todo lo que he escrito a través de todos estos largos años ha sido una preparación para esta obra… deseo que las audiencias, al dejar el salón tras escuchar mi sinfonía, sientan que la vida es realmente bella…” Dimitri Shostakovich.

La Sinfonía Nr.14 de Shostakovich fue compuesta en 1.969 y dedicada a su amigo Benjamin Britten, quien dirigió la premiere occidental en el Festival de Aldeburgh el 14 de Junio de 1.970. La obra es en estructura una serie de canciones orquestales, considerada como sinfonía al haber una aparente conexión temática entre cada una de las canciones. Realmente se trata a grosso modo de una paráfrasis que el maestro soviético hace a un compositor que fue una referencia permanente para él: Gustav Mahler. Las semejanzas con "Das Lied von der Erde" son más que significativas, y constituye un paso en avance con respecto a su experimento sinfónico anterior, la Sinfonía Nr.13. Aunque la inspiración de fondo es mahleriana, el tema y la forma que se presentan a lo largo de la secuencia de canciones es de eminente vena mussorgskiana. La obra inmediata que Shostakovich toma como modelo son las Canciones y Danzas de la Muerte, de Mussorgsky, orquestadas por él mismo poco antes. La 14 es una obra oscura, enigmática, nihilista, intrigantemente inquietante; una obra de muerte, una obra de desolación, de sorna vitriólica que en retrospectiva hace un alma enferma y envejecida hacia lo que ha sido su pasado y lo poco que se avizora cuando la vida está llegando a su final. Al igual que un Mahler ya aquejado de una cardiopatía avanzada cuando creó su Canción de la Tierra, Shostakovich sufrió su primer evento coronario en 1.966, por lo que la implicación autobiográfica en la 14 es de especial relieve. Para un hombre ya al final de su vida, con una salud nunca óptima, obligado durante muchos años a callar y reprimir muchas cosas, ante la inminencia de una muerte próxima, la palabra cobró extrema importancia en su producción sinfónica, como vehículo de expresión de penas, desencuentros y protestas, propios y ajenos, largo tiempo acumulados, resultando de esta introspección verdaderas obras maestras, que aun no son entendidas del todo , ni siquiera por muchos académicos.

La 14 no es sólo una obra de muerte: es una obra que presenta a la muerte de un modo opuesto a como comúnmente la habían representado tantos románticos. Presenta a la muerte como lo que en realidad es, al menos a su juicio: el final de la vida; no como una liberación , ni como una resurrección o una transfiguración, ni como el inicio de otra etapa, ni como una reivindicación. “La muerte es el final de la vida, y después de ella no hay más nada… negar el poder que tiene la muerte es un acto de inutilidad”. La obra fue atacada por todas partes tras sus primeras audiciones por ser considerada deprimentemente pesimista y cerrada a cualquier atisbo de esperanza. Muchos incluso la consideraron una obra maldita por la conmoción causada en su premiere privada, donde uno de los más feroces críticos de Shostakovich, Pavel Apostolov, sufrió una apoplejía mortal durante la audición.


El pilar fundamental de la 14 es la presencia de dos solistas, vocales, al igual que en Das Lied von der Erde: una soprano y un bajo. La presencia de una orquesta de cuerdas, a la manera de una agrupación de cámara con alto relieve de un conjunto de percusión le dan el carácter introspectivo y subrepticio a la obra. Las cuerdas le dan en todo momento a la obra la atmósfera asfixiante de ultratumba y la percusión representa la amenaza permanente y triunfo de la muerte. Partiendo de aca, las mejores grabaciones dependen en general del mejor duo vocal. La Sinfonía se estructura partiendo de textos poéticos de diversos autores, de manera bien llamativa ninguno de ellos ruso o soviético, que se caracterizaron en general por tratar en sus obras crudamente a la muerte y al dolor, particularmente poemas dedicados a muertes injustas o muertes tempranas. Los poetas escogidos para esta selección fueron el francés Apollinaire, el español Federico García Lorca, el alemán Kuchelbecker y el checo Rilke. La secuencia de la obra se desarrolla a través de 11 movimientos, cada uno de los cuales es una canción orquestal basada en cada uno de estos poemas. La economía orquestal, las claves cifradas, semitonos, disonancias no resueltas y embriones de atonalidad, están al acecho durante el transcurso de las once canciones, haciendo de la obra una espléndida página de bienvenida al Purgatorio, donde la muerte es la muerte y donde debe abandonar toda esperanza todo aquel que ha de ingresar. El estreno de la obra se llevó a cabo el 29 de septiembre de 1.969, en Leningrado, con la Orquesta de Camara de Moscú, dirigida por Rudolf Barshai. En líneas generales se considera a Barshai como el dueño de esta sinfonía, a través de cuatro grabaciones que tiene al menos en su haber. Los solistas vocales que más han convencido en esta obra han sido Galina Vishnevskaya y Mark Reshetin, duo que tiene tres registros, dos con Barshai y otro con Rostropovich. Cualquiera de estas tres puede fungir como grabación de referencia. Desafortunadamente son grabaciones muy difíciles de conseguir.

Sin embargo, al tratarse de una obra que ni siquiera hoy es del todo conocida, y que de entrada no es de lo más accesible que existe, considero como selección introductoria una grabación con dos solistas competentes, con buena dicción del ruso y una orquesta para su tiempo encumbrada por un director excelente también en el repertorio shostakoviano. Se tratan de Neeme Järvi, dirigiendo la Sinfónica de Göteborg. Los solistas participantes fueron Ljuba Kazarnovskaya y Sergei Leiferkus, afamado barítono. Se trata de una excelente grabación en el ciclo parcial de Järvi para DG y es la que traigo a consideración, esperando sea apreciada por todos, tomando en cuenta que no es para cualquier estado de ánimo.


M-S