domingo, 24 de junio de 2012

Todo Tchaikovsky: Trío Patético




Piotr Ilich Tchaikovsky
TRIO, Op.50
Jascha Heifetz, Violin
Anton Rubinstein, Piano
Gregor Piatigorsky, Cello.
(RCA)
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     Este disco es una de las auténticas joyas de toda la discografía del género. Tres Gigantes reunidos interpretando una de las obras más queridas y populares del repertorio de cámara, el Trío Patético del Gran Trágico Ruso.
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     El Trío, Op.50, pertenece al final del segundo período creativo de la vida artística de Tchaikovsky. La obra fué escrita en Roma, entre diciembre de 1881 y enero de 1882. Es la única obra compuesta por Tchaikovsky para la combinación solista del piano, el violín y el cello. A pesar del título "Patético" con el cual se le conoce hoy comúnmente, el mismo originalmente fue subtitulado "A la Memoria de un Gran Artista", en referencia a su amigo, colega y mentor, Nikolai Rubinstein, fallecido ese año de 1881 .
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      La primera versión de la obra estaba completa para finales de enero de 1882. Se hicieron ejecuciones privadas de la obra en marzo y abril. La obra fue llevada entonces a una revisión considerable antes de su Premiere oficial, la cual finalmente se llevó a cabo el 30 de octubre de 1882, en un concierto de la Sociedad Musical Rusa, en Moscú. Se sabe que el Piano solista fue ejecutado por Taneyev, aunque aún se desconocen quienes fueron los otros dos solistas.
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      Para sorpresa de muchos, la obra, a pesar de su belleza y popularidad, no ha sido machacada y destruida en cuanto a grabaciones infinitas, más bien la cantidad de versiones es discreta, tal vez porque no se trate de una obra fácil, pues requiere de tres solistas de primera línea, tales como los que dispuso a finales de los 50´s la RCA para dejar plasmada su inolvidable grabación, que aún hoy en día es de referencia. Heifetz, Rubinstein y Piatigorsky dejaron una grabación de atesorar, incomparable, inobjetable e incontestable, referencia para cualquier otra aproximación que se ha hecho. Como complemento, su también excelente versión del Trío de Mendelssohn.
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M-S.






sábado, 16 de junio de 2012

Ofrenda Musical


Johann Sebastian Bach
MUSIKALISCHES OPFER, BWV.1079
Stuttgarter Kammerorchester
Dir: Karl Münchinger.
(DECCA)
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     A continuación, una de las obras más determinantes, no sólo de la vastísima producción del Gran Johann Sebastian Bach, sino también de toda la Música Occidental, la Ofrenda Musical.
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     El fenómeno Bach en la Historia de la Música no tiene comparación: ningún compositor ha tenido tanta influencia en la composición, interpretación, investigación y pensamiento musical de nuestros tiempos, como este gran artista. Un gran adelantado a su tiempo, del que sin duda se puede afirmar que en su música se encuentra el DNA de toda la Música Occidental.
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     La “Ofrenda Musical”, pertenece al quinto período creativo de Bach, y abarca los últimos cinco años de su vida, desde 1745 hasta 1750, período al cual pertenecen otras grandes obras, como las Variaciones Canónica para Organo y El Arte de la Fuga (Kunst der Fugue), que junto con la Ofrenda, representan

la esencia del arte contrapuntístico de la música barroca,  penetrando hasta los últimos misterios de la polifonía.
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     “La Ofrenda Musical”, compuesta en 1747, es descrita 50 años después de la muerte de Bach por su primer biógrafo, Johann Nicolás Forkel. En su libro titulado “Sobre la vida, arte y obras de Johann Sebastian Bach”, Forkel se refiere a los orígenes de la creación de La Ofrenda Musical, tomando como fuente, la narración del hijo mayor del compositor, Wilhelm Friedemann Bach:
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     “El rumor sobre el arte insuperable de Bach–padre se extendió de tal forma en todas las tierras alemanas, que llegó hasta los oídos del Rey de Prusia, Federico el Grande, en cuya corte trabajaba, desde el año 1740, el segundo hijo de Bach, Carl Philipp Emanuel. Esta situación despertó el interés del monarca y le provocó el deseo de escuchar al famoso músico y, también, de conocerlo personalmente…

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     De esta manera, Bach fue invitado a la corte prusiana de Berlín, en el año 1747.

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     Cada noche, el rey organizaba conciertos de cámara, en los cuales él mismo tocaba la flauta. En uno de tantos, cuando el Rey estaba preparando el instrumento, y los músicos, ya listos, se hallaban esperándolo para dar el concierto, un oficial real le entregó un comunicado sobre la llegada de los invitados. El Rey, con la flauta en la mano, leyó rápidamente la carta, en el acto volteó hacia los músicos y con cierta emoción exclamó: “¡Señores, llegó el viejo Bach!”.
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     Esa noche el Rey canceló su concierto y obligó al viejo Bach (así lo llamaban) a probar todos los pianofortes construidos por Silbermann que se encontraban en el palacio. Los músicos seguían al compositor y al monarca de un aposento al otro. Y en cada ocasión, el cantor de Santo Tomás desplegó su increíble maestría para la improvisación. Así, sometiendo a prueba todos los instrumentos, Johann Sebastian le pidió al Rey que le propusiera un tema, y sobre el mismo, sin ninguna preparación, improvisó una fuga a tres voces. El compositor quedó tan intrigado por las posibilidades que ofrecía el tema real que, de regreso a Leipzig, escribió un conjunto de composiciones polifónicas en el más estricto estilo, basándose en dicho tema y los hizo imprimir bajo el título “Ofrenda Musical” con una dedicatoria para el Rey, y el 7 de julio de 1747 los envió a Berlín.
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     La Ofrenda Musical se puede dividir en tres grandes secciones según los estilos y géneros utilizados para componerla. Al interpretarla, los ejecutantes pueden variar el orden de las secciones. También es posible la ejecución parcial de la obra. La Primera parte está compuesta por dos fugas magistralmente escritas. La primera es a tres voces (posiblemente corresponde a la improvisación ejecutada por Bach en el palacio del Rey) y la segunda, a seis. Bach les dio el nombre de RICERCAR, título que en esta ocasión no representa el género de la obra, sino que procede de iciciales de la frase en latín: "Regis Iussu Cantio Et Reliqua Canonica Arte Resoluta" (Tema prescrito por el Rey y resuelto por medio del arte canónico).

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     La segunda parte de “La Ofrenda Musical” es el trío-sonata para flauta (instrumento ejecutado por el Rey), violín y bajo continuo. Es la pieza central del ciclo. El trío- sonata se compone de 4 movimientos, lo cual lo vincula con la Sonata da Chiesa o de Iglesia, además de que posee el siguiente orden de movimientos: Lento, Rápido, Andando, Rápido. En el segundo movimiento, Bach introduce el tema del Rey en un tejido sonoro entre todos los instrumentos.

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     Finalmente, la tercera parte de esta obra: diez cánones considerados como uno de los enigmas dejados por Bach para generaciones futuras. En la impresión, que fue realizada a toda la prisa por uno de los alumnos del maestro, Bach dejó detalles importantes sin explicar y, en algunos casos, omitió indicar en qué pasaje debían intervenir las voces. Los mismos cánones son prueba de la suprema maestría de la transformación temática y de la técnica contrapuntística heredada por el gran compositor alemán de los maestros de Renacimiento.
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     Aún con la inmensa importancia de esta obra, y su influencia en compositores contemporáneos y posteriores, no es una obra muy ampliamente interpretada, por lo que no existen muy numerosas grabaciones, si comparamos con otras obras más difundidas, como los Conciertos de Brandenburgo ó las 4 Suites Orquestales. Como sucede en la actualidad, existen las ejecuciones históricamente informadas y las interpretadas por orquesta moderna. La versiones muy puristas tienen riesgos, pues muchas veces no logran exprimir la caleidoscópica sonoridad que una orquesta moderna sí puede hacer, por lo que la escogencia de una grabación de referencia se hace difícil, y dependerá de los gustos del escucha. Para quien escribe, nada mejor que lo dejado por el gran Maestro bachiano Karl Münchinger al frente de su legendaria Orquesta de Cámara de Stuttgart, grabación que presentamos el día de hoy.
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M-S.


















sábado, 9 de junio de 2012

Sir Alexander Gibson, el Gran Sibeliano

Jean Sibelius
Scenes Historiques (Suites Nrs.1 & 2), Op.66
Rakastava, Op.14
Valse Lyrique, Op.96a
Royal Scottish National Orchestra
Dir: Sir Alexander Gibson
(Chandos)
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     Sibelius es sin duda el Gran Compositor Nórdico por antonomasia. El principal rasgo que hace inconfundible a su Música es el inmenso poder evocativo de atmósferas e inmensos paisajes musicales que inmediatamente nos trasladan a la Historia, Mitología y Geografía de la muy particular tierra escandinava, específicamente la finlandesa. Su genio orquestador lo hace diferente a cualquier otro compositor de entre sus contemporáneos y de entre sus obras orquestales se evidencia siempre una particular inclinación a componer extensa Música Incidental, en ocasiones á-la-Mendelssohn u otras veces en forma de Suites. Las "Scénes Historiques" son prototipo del segundo grupo.
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     Rakastava, aunque compuesto en forma de Suite en tres partes, al estar interconectadas se comporta mejor como un Poema Sinfónico, el otro género en que sin duda Sibelius fue un gigante, tal vez sólo por debajo de Richard Strauss.
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     Sir Alexander Gibson, músico y director escocés, fundador de la Real Orquesta Nacional Escocesa, aunque hoy relegado a un segundo plano, ha sido uno de los directores sibelianos más venerables de cuantos pueda haber. Su producción de la obra sibeliana (el ciclo completo de las Sinfonías, Suites y casi todos los Poemas Sinfónicos) para el sello Chandos es hoy en día un esencial para cualquier amante de esta música y para cualquier coleccionista serio. El presente disco es una excelente introducción al arte de Sir Alexander en el repertorio sibeliano, y que dependiendo de la acogida (comentarios) permitirá más publicaciones de esta serie.
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M-S.






martes, 5 de junio de 2012

Bach y el Violín Barroco


Johann Sebastian Bach
LOS DOS CONCIERTOS PARA VIOLIN, BWV.1041, 1042
Arthur Grumiaux, Violin
English Chamber Orchestra
Dir: Raymond Leppard.
(PHILIPS)
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     Bach es sin duda el Padre de la Música Occidental, y ésta afirmación es mucho más que un cliché, no sólo porque la ejecución de la Gran Música Orquestal tenga un antes y un después de Johann Sebastian Bach, sino que la preponderancia de algunos instrumentos solistas a partir de Bach llega finalmente para instalarse y más nunca desaparecer. Tal es el caso del violín, que a partir de Bach cobra una importancia definitiva y desplaza a instrumentos que fueran antes más apreciados, como el Laúd y la Viola da Gamba.
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     Los dos conciertos para violín, correspondientes en el catálogo de Bach a los números 1041 y 1042, a pesar de su relativa corta duración, son obras gigantescas, magistralmente elaboradas, que le dan al instrumento una nueva sonoridad, que hasta el momento nunca se hubiera sospechado. El nuevo rango de registros y la belleza de sonidos que emanan de esta partitura tienen la misma importancia que las obras compuestas por Bach para el Organo ó para el Clavecín.
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      Aunque el 1041 es más popular y conocido, por ser más fácil e interpretado, la verdadera gema reside en el 1042, cuya rica variedad de armonías y contrapunto lo colocan como un gigante de los todos los conciertos para el instrumento. Su insólitamente extenso primer movimiento, de unos 8 minutos de duración, inusitado para un concierto barroco, constituye magia pura emanada del violín y de la orquesta acompañante. Tras un breve y lento interludio sobreviene como conclusión un alegre pero erudito rondó que cierra la obra de manera inolvidable.
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      Las grabaciones hoy presentadas son la referencia absoluta para quien escribe. Aunque se tocan en la forma moderna, sin utilizar instrumentos de época ni arreglos históricamente informados, cuenta con la gigantesca presencia de Arthur Grumiaux al violín, el gran violín bachiano, si es que alguno hay, y el más que ideal acompañamiento de Raymond Leppard al frente de la Orquesta de Cámara Inglesa. Disco descatalogado lamentablemente y muy difícil de conseguir, por lo que se recomienda bajar estas maravillosas muestras.
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M-S.