jueves, 23 de agosto de 2012

Favoritos de Rusia


GLINKA - Russlan & Ludmila (Overture)
BORODIN - In Steppes of Central Asia
TCHAIKOVSKY - Marche Slave
RIMSKY-KORSAKOV - Russian Easter Overture
GLIERE - Sailor´s Dance
Saint Louis Symphony Orchetra
Dir: Leonard Slatkin
(TELARC)
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     A continuación una selección de favoritos del repertorio tradicional ruso, conformado por obras muy bien conocidas y de alta popularidad.
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      El fastuoso sello TELARC hace de este tipo de obras un festín sonoro en vista de la excelente ingeniería de sonido empleada en estas grabaciones. El resultado es fantástico y sólo queda sentarse a escuchar.
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M-S.

sábado, 11 de agosto de 2012

Carl Czerny, el compositor eclipsado.



Carl Czerny (1791-1857)
SYMPHONIE NR.1, Op.780
Brandenburgisches Staatsorchester Frankfurt
Dir: Nikos Athinaos.
(CHRISTOPHORUS)
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La biografía musical de Carl Czerny (1791-1857) atraviesa el puente que lleva de la liquidación neoclásica a la eclosión romántica. Digamos, para graficar, el destino de un Rossini, un Cherubini, un Spohr. En ese puente hay un monumento al genio llamado Beethoven. Pero, según afirma el infalible perogrullo, genios son sólo los seres geniales. Entonces: dejémoslo de lado para no bloquear el tráfico.
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Czerny vivió en la Viena ya convertida en el Vaticano de la música. Y la verdad es que no le fue mal. Se convirtió en uno de los virtuosos de esa novedad técnica llamada pianoforte y se lo enseñó a tocar a las familias de la crema mejor batida de la corte imperial. Cualquier estudiante de piano ha aprendido así mismo con él, no por razones de edad sino por las didascalias deliciosamente eficaces que nos dejó impresas.
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Ser un virtuoso de aquellos tiempos tiene sus ventajas para quien goza de tal fama y sus inconvenientes para la posteridad. Los virtuosos vivían, sobre todo, de improvisaciones, temas con variaciones de temible dificultad que raramente llegaban a ser escritas o que lo eran en ínfima minoría de ejemplos. O sea que, fuera de sus comedidas invenciones para el teclado, el arte de Czerny se perdió en las engañosas páginas mudas de la leyenda.
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Distinto es el destino de sus sinfonías. ¿Escribir sinfonías en la Viena de Beethoven? Sí, claro, sin perder los estribos se podía y Czerny es un ejemplo. Schubert también lo hizo, aunque sin grandes pretensiones. Obedeciendo al esquema clásico de los cuatro movimientos – los cuatro temperamentos, las cuatro estaciones del año, las cuatro edades de la vida: nada menos – Czerny evoluciona hacia una retórica del melodismo amplio y encadenado que, sin ser el descabello romántico, se va tiñendo de romántica sensibilidad. Y todo con un aparato orquestal sucinto, como para no salir del amable salón dieciochesco porque en la calle truena el la ira de los revolucionarios.
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Compositor muy prolijo, Czerny compuso seis sinfonías, tal vez el género al que le prestó menos atención por las razones antes expuestas. La primera sinfonía, titulada "Gran Sinfonía", data de 1840, lo que indica que Czerny abordó esta disciplina hacia el final de su carrera artística. Para 1840 ya habían muerto Beethoven y Schubert, pero empezaban a conocer el apogeo Mendelssohn y Schumann. La "Gran Sinfonia" de Czerny se emparenta en muchos aspectos con la 1ra sinfonía de Mendelssohn, aunque por supuesto se perciben las influencias de Haydn y Beethoven. De Haydn mantiene la estructura típica, con amoldaduras eminentemente clásicas, pero a diferencia de Schubert, Czerny es capaz de imprimirle a su modo el pathos contrastante que caracteriza a las obras de su mentor, Beethoven. Se trata de una obra hermosa e importante, la interpretación de Athinaos, hoy presentada, es modélica.
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M-S.

viernes, 3 de agosto de 2012

A 15 años de la partida de un Monarca...


Sergei Rachmaninov
Prelude, Op.23, Nr.2
Sviatoslav Richter
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    Sviatoslav Richter es considerado por muchos el pianista más grande del siglo XX. Y esto parece justo si se toma en cuenta su inigualable técnica, el equilibrio que siempre lograba entre el respeto por el autor y los aportes de su interpretación, la mayor importancia que daba a las grabaciones en vivo por sobre las grabaciones de estudio, su capacidad para actuar como acompañante e integrar conjuntos de cámara, su dilatada trayectoria (de más de sesenta años), el reconocimiento unánime que consiguió del público y de sus colegas, y la amplitud de su repertorio, que no puede compararse con la de ningún otro.
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     Su muerte, acaecida hace ya 15 años, constiyuye aún una irreparable pérdida en el mundo de la Música Académica y para toda una generación de grandes pianistas que el mundo conoció en el siglo XX. Ante una pérdida tan tremenda como ésta, sólo cabría citar aquella famosa sentencia de Shakespeare en su Julio César:  "Cuando mueren payasos y falsarios, sólo escucharéis el clamor estridente de las turbas... Cuando un verdadero Soberano muere, el firmamento mismo resplandece con señales".
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      Qué mejor manera de recordar a Richter que con su memorable, única e inimitable ejecución del Preludio Nr.2 del Op.23 de Rachmaninov, una de las piezas con que solía concluir sus recitales, acá ahora en todo su esplendor.
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M-S.