Robert Schumann
MANFRED-OUVERTURE, Op.115
Los Angeles Philharmonic Orchestra
Dir: Carlo Maria Giulini.
(DG)
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En Arpegio continúa la conmemoración del bicentenario del natalicio de Schumann.
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El Manfredo inmortalizado por Lord Byron ha sido llevado a música mediante algunos compositores, siendo los más relevantes Tchaikovsky, a través de su sinfonía del mismo nombre, y antes que él Robert Schumann, quien compuso una música incidental basada en el texto de Byron, que aunque está dispuesta en quince números, lo que resalta es especialmente la Obertura, hoy presentada.
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La obra pertenece al último y tardío período creativo del compositor, quien padecía una severa afección mental oscilante, y cuya gravedad se refleja en la tensión, conflicto y angustia que transmiten las notas de la obertura. El mismo compositor admitió que Manfredo fue gestada bajo el "hostigamiento permanente de voces interiores". La música fue compuesta entre
1.848-49, y Schumann dirigió el estreno de la Obertura en Leipzig, el 14 de marzo de 1.852.
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Al igual que en el caso de Tchaikovsky años más tarde con su sinfonía del mismo nombre, el personaje de Manfredo era fascinante para Schumann, pues sus dilemas le servían para reconciliar en cierto modo sus propios conflictos de personalidad colindantes con períodos de auténtica locura. El reto de componer esta obra significaba su lucha personal para imponer sus remanentes de cordura mediante el arte, y como él mismo declaraba "Con la posibilidad de ponerlo en escena, no puedo negar que me sobrecoge un verdadero espanto frente a la magnitud de la empresa".
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La Obertura refleja este estado de conflicto, pues no se trata de una Obertura convencional. Impregnada de cambios dinámicos y violentos contrastes, le falta la continuidad necesaria para establecer una línea convincente. Finalmente la carencia de una resolución en la pieza resulta acorde al mismo drama byroniano, donde el héroe se disuelve vanamente en su destino sin ninguna resolución.
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De la música incidental lo que se interpreta es la Obertura en conciertos y en grabaciones, que aun con todas sus inconsistencias no deja de tener atractivo orquestal y dramático.
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Hay varios enfoques de esta pieza, desde el extremadamente dramático de Furtwängler, hasta las concepciones más melódicas y conciliadoras. Se puede considerar a esta grabación de Carlo Maria Giulini dentro de las últimas, que aunque la lleva en tiempo más lento, sabe sacar la expresión de cada nota, de cada acento y de cada pausa. Es una lectura notabilísima. La colaboración de Giulini con la Filarmónica de Los Angeles ha sido una de las más afortunadas que se puedan recordar, y existen varias grabaciones que dan testimonio, siendo este Manfredo sólo una pequeña muestra.
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M-S.