La Música de Anton Bruckner sigue siendo un anatema para muchos melómanos. Por alguna razón no cala de la misma manera que lo hace Beethoven, Mendelssohn, Mozart ó alguien como Gustav Mahler, cuya música es muy compleja y no desprovista de aspectos polémicos.
Al igual que en el caso de Mahler, la música de su antecesor Bruckner está compilada fundamentalmente en sinfonías. Bruckner abrazó definitivamente una forma personal a partir de la 3ra sinfonía, pero su obra más popular y conocida es sin duda la 4ta, tal vez por su riqueza melódica y por su ambientación pastoral. Sus obras posteriores, dotadas de mayor intelectualidad ó erudición, no penetran en la aceptación del público de la misma manera como lo hace esta magnífica obra.
La 4ta está excelentemente servida en cuanto a grabaciones que merecen ser reunidas en un Panteón. Mi preferida es la legendaria de Eugen Jochum con la Fil. de Berlín en DG. Sin embargo hay otras que se le pueden equiparar. Esta formidable grabación EMI de ese otro gran bruckneriano que fue Herbert von Karajan, es una excelente alternativa. De las tres grabaciones más conocidas de Karajan, esta en EMI es con mucho la mejor.
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M-S
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Nota de Filomúsica.com
Angel Riego.
Las grabaciones que realizara Herbert von Karajan son una mina para los sellos discográficos, pues se reeditan una y otra vez y se siguen vendiendo dada la fama, tanto la musical como la que hoy llamaríamos "mediática", que alcanzó en vida el célebre director de orquesta. De hecho, la EMI ya había sacado al mercado hace unos 10 años una "Karajan Edition" cuyo principal inconveniente era la presentación, con unas portadas bastante horteras donde se veía a Karajan dirigiendo, y de fondo algún edificio importante de la ciudad donde se realizaban las grabaciones; el fotomontaje daba la impresión de que Karajan estuviese dirigiendo en plena calle, esto es, le degradaba a la condición de "músico callejero". Afortunadamente, la nueva "Karajan Collection" que recientemente ha sacado EMI tiene la presentación mucho más cuidada, con portadas más estéticas, donde sólo se ve una foto del director, y puede atraer más al comprador que valora este aspecto de los discos, que también es importante. Esto en lo que se refiere al envoltorio, pues el contenido sigue siendo exactamente el mismo, es más, ni siquiera el sonido ha sido reprocesado de nuevo, utilizándose, para la grabación que comentaremos, un reprocesado de 1996 para un disco publicado en 2005. Como muestra de esta colección (mucho menos amplia que la de los años 90, por cierto) tomaremos un disco dedicado a Bruckner, un autor del que la propaganda pro-karajaniana suele vender que era una de sus grandes especialidades, apreciación que no compartimos, pues pocas veces se le pudo escuchar a Karajan un Bruckner realmente grande (la excepción bien puede ser la Octava Sinfonía que dirigió en 1979 en la iglesia de San Florián, donde está enterrado Bruckner, que se filmó en video y sólo se editó en VHS y laser-disc). El Bruckner de Karajan tiene indudables virtudes, como la perfección orquestal o la facilidad con que consigue el empaste orquestal típico del compositor (que es algo en lo que tantas veces defraudan las orquestas americanas cuando tocan estas obras, el lograr que ningún grupo instrumental destaque sobre los demás, que todo suene empastado como las voces de un órgano). Sin embargo, falla en otros aspectos, como en hacerlo excesivamente sofisticado y exquisito, de una "elegante distancia", cuando Bruckner es uno de los compositores más francos y directos que han existido. Un ejemplo lo tenemos en su Séptima, grabada en 1970-71, cuando hacia el minuto 15 del primer movimiento el fraseo de la orquesta parece reducirse a un susurro, de un sutil tan sutil que casi ni se oye. Tampoco parece que encajen mucho en la "humildad franciscana" que ha visto la tradición en el compositor de Ansfelden unos manierismos tales como los contrastes dinámicos bruscos entre los Scherzos inicial y final del tercer movimiento y el Trío intermedio, o exhibiciones de decibelios que llegan a lo apocalíptico en el platillazo del Adagio o en la coda del último movimiento. A pesar de los reparos expuestos, de esta versión de la Séptima puede decirse que es, como mínimo, bastante correcta y valdría sobradamente para conocer la obra (además, estando a precio medio), pero por supuesto se pueden encontrar unas cuantas aún mejores; sin salirnos de EMI, y a precio medio o barato, son claramente preferibles Klemperer o Jochum (esta última en un "Double Forte" con la Tercera). Eso sí, dentro de las tres Séptimas que grabó Karajan, esta puede ser la más recomendable, pues la de 1977 para el ciclo completo de DG suena algo más espontánea, pero también menos cuidada, y la digital de 1989 (el último disco que grabó Karajan) merecería, si se concediera, el premio a "El Colmo de la Cursilería". Es en este último aspecto, el conocer una muestra del Bruckner que grabó Karajan, y de sus modos al abordar este compositor, en lo que puede tener más interés este disco (y más aún la Cuarta Sinfonía también editada en esta colección).