Gustav Mahler (1860-1911)
SYMPHONIE NR.8 "SINFONIA DE LOS MIL"
Kölner Rundfunkchor
Prager Philharmonischer Chor
Südfunkchor Stuttgart
Tokyo Sängerknaben
Kölner Rundfunk Sinfonie-orchester
Dir: Gary Bertini.
(EMI)
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Mahler esbozó la 8va sinfonía entre junio y agosto de 1907, orquestándola en el verano siguiente. El estreno se llevó a cabo en Munich, el 12 de septiembre de 1910. Dicho evento fué un suceso de significativa importancia, pues de todas partes peregrinaron a Munich celebridades y músicos para escucharlo, entre los cuales estuvieron Arnold Schoenberg, Otto Klemperer, Anton Webern, Oskar Fried, Willem Mengelberg, Siegfried Wagner, Alfredo Casella, Erich Wolfgang Korngold, Félix Weingartner, Leopold Stokowski, Stefan Zweig, Max Reinhardt, Thomas Mann, el príncipe heredero de Baviera, el rey de Bélgica y Henry Ford. El título "De los Mil" nunca fué colocado por Mahler, pero sin su aprobación se le empezó a conocer de ese modo para efectos de taquilla. Aunque no requiere necesariamente de mil intérpretes, sí prevé el despliegue de al menos 350-400 miembros entre director, orquesta, solistas vocales y grupos de coros.
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Cuando abordamos la 8va sinfonía del homenajeado de este año, nos conseguimos con algo muy diferente a todo lo producido con anterioridad. La diferencia radica en una monumentalidad sinóptica retrospectiva. Al igual que más tarde en Das Lied von der Erde, la 8va resume y desarrolla con grandes recursos las ideas musicales, las formas y los medios que desde hacía ya mucho eran centro de la atención de Mahler al componer. Nuevamente, y después de la gran trilogía sinfónica (5ta, 6ta y 7ma), Mahler siente la necesidad de recurrir a las formas vocales, esta vez en forma masiva y con texturas muy complejas que recogen estilos que vienen desde las Cantatas de Bach hasta las Operas de Wagner.
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La obra se divide en sólo dos partes de extensión considerable:
I.- Hymnus: Veni, creator Spiritus
II.- Escena Final del Fausto de Goethe.
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El masivo primer movimiento, basado en el himno de la fe cristiana "veni creator spiritus", refleja un verdadero tributo mahleriano a uno de los grandes motetes de Bach, probablemente el "Singer dem Herrn", cuya polifonía siempre le abrumara y al que seguramente intentó emular. Por esto, no vamos a observar el desarrollo de una forma sonata típica, sino en la forma de un gigantesco motete para voces, coro y orquesta, en una especie de rediseño barroco distorsionado por las gafas mahlerianas de 1907.
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La segunda parte, a modo de contraste, es una vasta síntesis de de muchas de las formas y medios que Mahler había frecuentado desde que por primera vez hallara su propia voz como compositor. Así, la puesta en música de la última escena del Fausto de Goethe es una amalgama de cantata dramática, oratorio sacro, ciclo de lieder, sinfonía coral a la manera de Liszt y sinfonía instrumental, culminando todo ello en un postrer y apoteósico coral final (Chorus misticus) modelado según la experiencia previa de la 2da sinfonía, aunque definitivamente aventajándole en envergadura y ambición.
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El estreno fue un éxito sin precedentes y Mahler recibió una ovación de 30 minutos. Sería su último gran triunfo. Bruno Walter, director de los coros, escribió en sus memorias: "Cuando la última nota se desvaneció y las oleadas de aplauso entusiasta llegaron a él, Mahler subió los escalones de la tarima, en cuya cima estaban los coros de niños. Los pequeños le aclamaban con gritos de júbilo y caminando a lo largo de la línea, Mahler tomó cada una de las pequeñas manos que le tendían. El saludo afectuoso de la joven generación le llenaba de esperanza por el futuro de su obra y le daba un verdadero placer..."
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Por razones obvias, es hasta el momento la sinfonía menos interpretada y grabada de toda la producción mahleriana. Montar semejante mamuth sinfónico no es fácil por ser una empresa muy costosa. Luego del estreno de 1910, tuvo que esperar 6 años a que finalmente pudiera ser estrenada en América, en Philadelphia, a cargo de Leopold Stokowski. También este director tiene en su haber la primera grabación mundial de la 8va completa, que vino a realizarse el 9 de abril de 1950, con Stokie dirigiendo la Fil. de New York, en un registro de lujo. A partir de este momento se han añadido un puñado de grabaciones, de calidad variable y adaptables a los diversos gustos. Están las que resaltan la perfección sonora como la de Abbado, las que añaden dramatismo hiperromántico como las de Bernstein, las vertiginosamente extremas como la de Solti y las que exquisitamente mezclan todos estos ingredientes, como la que hoy recomendamos de Gari Bertini, uno de sus más altos pináculos en su muy respetable ciclo con la Orquesta de la Radio de Colonia. El enfoque de Bertini se aproxima al de Stokowski, haciendo énfasis en los detalles, en el lirismo, en la belleza sonora, pero sin descuidar nunca el ingrediente dramático. Es una de las mejores 8vas de toda la discografía y con la que creo representa dignamente esta serie de entregas.
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M-S.