SYMPHONIE NR.2, Op.61
Gewandhausorchester Leipzig
Dir: Franz Konwitschny.
(BERLIN CLASSICS)
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El período romántico ha sido el más rico y prolijo de toda la Historia de la Música en cuanto a producción sinfónica. A partir de Beethoven queda establecido el formato de la Gran Sinfonía, y más tarde Franz Liszt impone el género del Poema Sinfónico. Se puede considerar al período comprendido entre la Sinfonía "Eroica" de Beethoven y las últimas creaciones de Robert Schumann como el llamado "romanticismo puro", que luego sería continuado de inmediato con el "romanticismo tardío" a través de los compositores que desarrollaron su actividad artística en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, y que sin duda finaliza con una obra en particular: la 9na de Mahler.
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El romanticismo puro fue en resumen la era de la producción madura de Beethoven, continuando con la inmortal música de cámara de Schubert, el pictorismo musical de Mendelssohn, el idealismo germánico de Schumann, y finalmente los grandes despliegues innovadores que crearon el puente con el período siguiente, a través de Liszt y Berlioz.
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Si hay tres obras que se pueden considerar epítomes de esta gloriosa era del arte musical, quien escribe colocaría Los Preludios de Liszt, la Fantástica de Berlioz y la 2da Sinfonía de Schumann, motivo de esta entrega, para continuar con la conmemoración de su bicentenario.
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La 2da Sinfonía fue concebida en el año 1845, pero debido a quebrantos de salud y a las alteraciones de la esfera mental que intermitentemente aquejarían y atormentarían al compositor hasta su muerte, la misma no fue terminada hasta octubre de 1846. La misma fue publicada en 1847 como su segunda sinfonía, aunque realmente era el tercer esfuerzo del compositor en este género. La misma, según las intenciones de Schumann, debía concebirse como "la continuación del triunfo beethoveniano sobre el destino pesimista". La misma está estructurada en los tradicionales 4 movimientos, pero con la particularidad, que sería luego práctica corriente en el período romántico, de colocar el scherzo como segundo movimiento.
La misma mantiene una coherente tonalidad de do mayor durante todo su transcurso.
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La misma inicia con una introducción lenta y lírica, un hermoso coral de bronces en estilo bachiano que establece el primer tema, que más o menos a manera de leitmotiv se repetirá en el resto de los movimientos (figura musical muy romántica). El resto de este movimiento se desarrolla en forma sonata, con un desarrollo muy convincente entre el lirismo y la turbulencia, con un uso admirable del contrapunto, que nuevamente recuerda a los corales de Bach. Se puede resumir a este hermoso movimiento como un himno coral sinfónico. El scherzo es particularmente desconcertante pues se desarrolla a través de armonías inestables que le imprimen rasgos neuropáticos a quien escucha, causando según se ha descrito la sensación de "silbar en la oscuridad, en una carrera contra la muerte"... maravillosa descripción.
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El adagio espressivo, colocado en tercer lugar, vuelve a la estructura sonata, y su carácter es profundamente elegiaco y evocador. Hacia la llegada del final, aunque se respeta la forma sonata, el compositor se permite suficientes libertades para darle cierto desenvolvimiento rapsódico al movimiento, que después de un final en falsete (otra figura romántica) anuncia una coda coral muy elaborada y que recopila materiales expuestos en la primera introducción, finalizando de forma triunfal... finaliza así una joya del más puro romanticismo germánico.
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En cuanto a grabaciones, se trata de una obra felizmente afortunada en cuanto a interpretaciones y versiones. Memorable la grabación de un concierto de 1.984, transmitido por la radio holandesa, donde Hans Vonk dirige la orquesta del Concertgebouw, en un concierto inolvidable. En cuanto a grabaciones comerciales, la 2da encuentra dignos representantes a través de Bernard Haitink, Leonard Bernstein, Wolfgang Sawallisch, Sir Georg Solti y otros tantos. Entre grabaciones legendarias, Franz Konwitschny, titular de la igualmente legendaria orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, dejó un ciclo completo donde la 2da brilla como una de sus estrellas más refulgentes. Es una lectura poderosa, ígnea, sólida, intelectual, con gran poder de convicción. Se trata de un estilo apegado a la vieja escuela alemana, sin los ropajes post-románticos que se suelen ver en grabaciones posteriores ó en los abominables retoques que hizo Mahler a las sinfonías de Schumann, para nada aconsejables. La 2da es excelente muestra que echa por el suelo las dudas necias que se colocan acerca de la habilidad de Schumann como orquestador... Para muestra un click.
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M-S.