LA GRAN TRILOGIA FINAL DEL ULTIMO GRAN SINFONISTA.
PARTE II: LA SINFONIA NR.14.
“ Todo lo que he escrito a través de todos estos largos años ha sido una preparación para esta obra… deseo que las audiencias, al dejar el salón tras escuchar mi sinfonía, sientan que la vida es realmente bella…” Dimitri Shostakovich.
La Sinfonía Nr.14 de Shostakovich fue compuesta en 1.969 y dedicada a su amigo Benjamin Britten, quien dirigió la premiere occidental en el Festival de Aldeburgh el 14 de Junio de 1.970. La obra es en estructura una serie de canciones orquestales, considerada como sinfonía al haber una aparente conexión temática entre cada una de las canciones. Realmente se trata a grosso modo de una paráfrasis que el maestro soviético hace a un compositor que fue una referencia permanente para él: Gustav Mahler. Las semejanzas con "Das Lied von der Erde" son más que significativas, y constituye un paso en avance con respecto a su experimento sinfónico anterior, la Sinfonía Nr.13. Aunque la inspiración de fondo es mahleriana, el tema y la forma que se presentan a lo largo de la secuencia de canciones es de eminente vena mussorgskiana. La obra inmediata que Shostakovich toma como modelo son las Canciones y Danzas de la Muerte, de Mussorgsky, orquestadas por él mismo poco antes. La 14 es una obra oscura, enigmática, nihilista, intrigantemente inquietante; una obra de muerte, una obra de desolación, de sorna vitriólica que en retrospectiva hace un alma enferma y envejecida hacia lo que ha sido su pasado y lo poco que se avizora cuando la vida está llegando a su final. Al igual que un Mahler ya aquejado de una cardiopatía avanzada cuando creó su Canción de la Tierra, Shostakovich sufrió su primer evento coronario en 1.966, por lo que la implicación autobiográfica en la 14 es de especial relieve. Para un hombre ya al final de su vida, con una salud nunca óptima, obligado durante muchos años a callar y reprimir muchas cosas, ante la inminencia de una muerte próxima, la palabra cobró extrema importancia en su producción sinfónica, como vehículo de expresión de penas, desencuentros y protestas, propios y ajenos, largo tiempo acumulados, resultando de esta introspección verdaderas obras maestras, que aun no son entendidas del todo , ni siquiera por muchos académicos.
La 14 no es sólo una obra de muerte: es una obra que presenta a la muerte de un modo opuesto a como comúnmente la habían representado tantos románticos. Presenta a la muerte como lo que en realidad es, al menos a su juicio: el final de la vida; no como una liberación , ni como una resurrección o una transfiguración, ni como el inicio de otra etapa, ni como una reivindicación. “La muerte es el final de la vida, y después de ella no hay más nada… negar el poder que tiene la muerte es un acto de inutilidad”. La obra fue atacada por todas partes tras sus primeras audiciones por ser considerada deprimentemente pesimista y cerrada a cualquier atisbo de esperanza. Muchos incluso la consideraron una obra maldita por la conmoción causada en su premiere privada, donde uno de los más feroces críticos de Shostakovich, Pavel Apostolov, sufrió una apoplejía mortal durante la audición.
El pilar fundamental de la 14 es la presencia de dos solistas, vocales, al igual que en Das Lied von der Erde: una soprano y un bajo. La presencia de una orquesta de cuerdas, a la manera de una agrupación de cámara con alto relieve de un conjunto de percusión le dan el carácter introspectivo y subrepticio a la obra. Las cuerdas le dan en todo momento a la obra la atmósfera asfixiante de ultratumba y la percusión representa la amenaza permanente y triunfo de la muerte. Partiendo de aca, las mejores grabaciones dependen en general del mejor duo vocal. La Sinfonía se estructura partiendo de textos poéticos de diversos autores, de manera bien llamativa ninguno de ellos ruso o soviético, que se caracterizaron en general por tratar en sus obras crudamente a la muerte y al dolor, particularmente poemas dedicados a muertes injustas o muertes tempranas. Los poetas escogidos para esta selección fueron el francés Apollinaire, el español Federico García Lorca, el alemán Kuchelbecker y el checo Rilke. La secuencia de la obra se desarrolla a través de 11 movimientos, cada uno de los cuales es una canción orquestal basada en cada uno de estos poemas. La economía orquestal, las claves cifradas, semitonos, disonancias no resueltas y embriones de atonalidad, están al acecho durante el transcurso de las once canciones, haciendo de la obra una espléndida página de bienvenida al Purgatorio, donde la muerte es la muerte y donde debe abandonar toda esperanza todo aquel que ha de ingresar. El estreno de la obra se llevó a cabo el 29 de septiembre de 1.969, en Leningrado, con la Orquesta de Camara de Moscú, dirigida por Rudolf Barshai. En líneas generales se considera a Barshai como el dueño de esta sinfonía, a través de cuatro grabaciones que tiene al menos en su haber. Los solistas vocales que más han convencido en esta obra han sido Galina Vishnevskaya y Mark Reshetin, duo que tiene tres registros, dos con Barshai y otro con Rostropovich. Cualquiera de estas tres puede fungir como grabación de referencia. Desafortunadamente son grabaciones muy difíciles de conseguir.
Sin embargo, al tratarse de una obra que ni siquiera hoy es del todo conocida, y que de entrada no es de lo más accesible que existe, considero como selección introductoria una grabación con dos solistas competentes, con buena dicción del ruso y una orquesta para su tiempo encumbrada por un director excelente también en el repertorio shostakoviano. Se tratan de Neeme Järvi, dirigiendo la Sinfónica de Göteborg. Los solistas participantes fueron Ljuba Kazarnovskaya y Sergei Leiferkus, afamado barítono. Se trata de una excelente grabación en el ciclo parcial de Järvi para DG y es la que traigo a consideración, esperando sea apreciada por todos, tomando en cuenta que no es para cualquier estado de ánimo.
M-S