Llegamos casi al final del ciclo homenaje al Bicentenario Anton Bruckner, quedando sólo la entrega correspondiente a la Sinfonía Nr. 9. Sin embargo, es conveniente ya casi llegando a la conclusión hacer una recapitulación de las grabaciones más recomendables de cada una de las sinfonías (la mayoría de ellas ya presentadas individualmente en entregas anteriores), tomando en cuenta la calidad artística pero también la calidad de sonido (preferiblemente grabaciones de estudio), por lo que grandes grabaciones históricas no entran en consideración. Por supuesto es imposible evitar el componente subjetivo (gusto personal, experiencia sonora) en cada elección, pero las mismas las he hecho después de muchas audiciones y comparaciones cuidadosas entre las grabaciones más importantes. Comenzando con la Sinfonía Nr. 0 ¨Nullte¨ que sí la creo digna de ser incluída en todo ciclo bruckneriano, aunque no hay demasiadas grabaciones en comparación con las restantes, sí hay un puñado de ellas que le hacen justicia. Recomendaría la de Stanislaw Skrowaczewski con su Orquesta de la Radio de Saarbrücken (sellos OEHMS y ARTE NOVA), quienes hacen un admirable trabajo de rescate de todas las bondades que ofrece ésta temprana partitura, mirando más a Schubert y a Beethoven que a Wagner ó a Liszt. Skrowaczeswki y su ensemble se toman el oficio y la misión en serio, desplegando una ejecución rica en sonoridad, drama, lirismo y atención a los detalles separando claramente todos los departamentos de la orquesta. La reedición de OEHMS mejora la calidad sonora. Es la ¨Nullte¨ ideal y además conforma parte del ciclo integral que también podría tomarse como primera referencia.
Continuando con la Sinfonía Nr. 1, en primer lugar y como señalé en su momento, considero que la versión ideal de ésta obra es la estándar de Linz, pues refleja el verdadero espíritu y frescura juvenil de la obra. A tales efectos, la grabación de Sir Georg Solti está soberbiamente ejecutada, con la Sinfónica de Chicago en la cúspide de sus glorias, entregando una lectura emotiva, fresca, propulsiva sin ser desbocada en los tiempos y que nunca nos hace perder la atención. Es la Primera perfecta y en el mejor sonido digital de DECCA.
La Sinfonía Nr. 2 plantea más complejidades que la Nr. 1 en vista de su densidad, ánimo ominoso y longitud. La versión ideal es sin duda la revisada de 1877. El importante ciclo de Eliahu Inbal, uno de los pioneros, aunque destaca por escoger en general las versiones originales (sin revisiones) de las sinfonías, en el caso de la Segunda se decanta por la versión de 1877. logrando una ejecución impoluta, perfecta, con una calidad de sonido de lo mejor de la ingeniería de TELDEC. A diferencia de la notable y famosa grabación de Giulini, la de Inbal va sin fisuras ni los problemas de una grabación de un concierto en vivo. Para una Segunda de auténtico rigor bruckneriano y en sonido ideal, la de Inbal es la elección.
Arribando a la Sinfonía Nr. 3, y recordando que hay básicamente tres versiones (la original con las conocidas citas alegóricas a Wagner; la revisada de 1877 y la revisada definitiva de 1889) considero que la versión final de 1889 es la más coherente y regular desde el punto de vista del discurso musical, no sólo por la eliminación de todas las citas wagnerianas sino por la de otros giros retóricos redundantes e irregularidades que aún quedaban en 1877. El director austríaco Karl Böhm fue un bruckneriano particular, por no llamarlo eventual, facultativo o semi-bruckneriano. Sólo visitó algunas de las sinfonías durante su carrera artística (la 3ra, 4ta, 5ta, 7ma y 8va), y aunque a él correspondió el estreno de la Sinfonía Nr. 5 más nunca volvió sobre ella. Es casi unánime la opinión general sobre su Cuarta como grabación de referencia. Sin embargo yo creo que la verdadera gema bruckneriana hecha por Böhm es su Tercera, hecha de igual modo para DECCA con la Filarmónica de Viena. Böhm escoge la versión de 1889, y nos deja simplemente una lectura perfecta, irreprochable, con una Filarmónica de Viena que roza el cielo en niveles de depuración y disciplina. Aunque la grabación stereo no es digital, sigue mostrando una calidad de lo mejor de DECCA. Es la Tercera que hay que atesorar.
La Cuarta es la sinfonía más famosa e interpretada de Bruckner, por su ambientación épica y su famoso Scherzo con evocaciones de cacerías y escenas medievales. La versión a considerar sin duda tiene que ser la revisada alrededor de 1881. La discografía es inmensa, la cantidad de grabaciones de primer orden también es amplia, lo que hace muy difícil quedarse con una sola grabación. Si bien y como ya se ha dicho, la canónica grabación de Karl Böhm con la Filarmónica de Viena (DECCA) es la primera referencia para la Cuarta (se puede conseguir aparejada en álbum doble con la Tercera antes citada) y es una grabación obligatoria en toda colección bruckneriana, existen competidoras que se le acercan mucho, como es el caso de la célebre grabación de Eugen Jochum (bruckneriano indiscutible) con la Filarmónica de Berlín (DEUTSCHE GRAMMOPHON). El intervencionismo bien entendido de Jochum le imprime a ésta Cuarta niveles de emoción, fuego y entusiasmo que me llegan a mí más a la médula que la de Böhm. Los Berliners de Karajan se comportan a la altura esperada y entregan a Jochum todo lo que les es requerido. Es mi favorita y no podría prescindir de ella.
Cayendo a mitad de camino y con temor sobre la Sinfonía Nr. 5. Se trata de la obra más compleja de Bruckner, por su particular arquitectura extrapolable a las dimensiones y aristas de una catedral gótica, y que en una lectura errada se corre el riesgo de arruinar el conjunto. Es difícil llegar a una 5ta perfecta, y aunque tal vez el director que haya estudiado y entendido mejor la obra sea Eugen Jochum, sus grabaciones son bastante variables entre ellas (su mejor grabación hecha de un concierto en vivo, Concertgebouw, 1986), siendo tal vez su grabación de estudio con la Staatskapelle Dresden (EMI) la más redonda y candidata a grabación ideal. Sin embargo, deseo proponer la que hizo Kurt Eichhorn con la Orquesta de la Radio Bávara, grabación hecha nada menos que en la Abadía de San Florián (CAPRICCIO). Se trata de una grabación de esas que hay que reverenciar por los niveles de inspiración mística que alcanza, y donde se pone de manifiesto la participación del mismo recinto de la Abadía como elemento activo en la ejecución, que con su particular resonancia le imprimen a la obra un momento musical de dimensiones bíblicas difícil de describir con palabras. Desconozco si había público presente al momento de hacer ésta grabación, pues no se escucha el menor suspiro. Es uno de los grandes momentos de la discografía bruckneriana, aunque mi preferida particular sea la de Konwitschny.
Como se mencionó en su momento, la Sexta es por alguna razón la menos popular de las sinfonías de Bruckner, corriendo incluso en su momento peor suerte que la Nr. 2. Sin embargo, los años han contribuido a darle a la 6ta su justo lugar, grabándose de tanto en tanto fuera del compromiso de tener que rellenar un ciclo completo. Uno de los directores que mejor ha abordado la Sexta ha sido Gunter Wand (otro bruckneriano químicamente puro) y aunque en sus, al menos, cuatro grabaciones ha mantenido más o menos el mismo abordaje, la que goza de mejor sonido es la de su primer ciclo para RCA con la Orquesta de la Radio de Colonia. Se trata de una grabación magnífica, producto de una lectura extraordinariamente ensamblada y sin maximalismos ni retoques intervencionistas... Sí, sí, la de Klemperer hay que tenerla, pero Wand va aún más allá.
La Séptima es la obra que lanzó a Bruckner a la fama y se entiende que comparta con la Cuarta el honor de ser la sinfonía más interpretada y grabada. De igual modo es misión imposible quedarse con una sola grabación. Si bien es innegable el valor de grabaciones como las de Furtwängler y Knappertsbusch, la calidad sonora las deja como documentos históricos. Para una experiencia sonora inolvidable, con una ejecución perfectamente ensamblada, planificada y depurada, con tecnología sonora state-of-the-art (PHILIPS) y sí, con el mejor momento del platillazo del Adagio grabado en disco, la grabación a elegir es la de 1978 hecha por Bernard Haitink con su Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam, grabación de rango legendario, que sobresale por encima de otras excelentes 7mas hechas por el mismo director. Aunque su favorita sea cualquier otra, ésta hay que conocerla.
Arribamos a la Octava, sin duda la obra cumbre del compositor. Al igual que en el caso de la 5ta, la Sinfonía Nr. 8 plantea un reto enorme en vista de su longitud y de la gran orquesta que se requiere para su ejecución. Sin embargo, ha sido una obra afortunada en disco, con un buen puñado de grabaciones de primera línea en su haber. Como se señaló en su momento, la versión estandarizada es la conciliada de 1888-90 en sus versiones Haas o Nowak. Nuevamente acá triunfa la Filarmónica de Viena, a través de la grabación presentada y comentada hace poco y hecha con Herbert von Karajan a la batuta (Deutsche Grammophon). Sin duda una de las grandes cumbres de la discografía bruckneriana, de la Filarmónica de Viena y del arte de Karajan.
Hemos llegado a la 9na, que trataremos pronto en la última entrega. Es donde más me ha costado decidirme por una grabación ideal, que respete la filosofía del compositor con un panorama integral (Tríptico) entre los diversos escenarios religiosos (Apocalipsis, Demonio, Dios) y que a su vez aborde de forma satisfactoria las enormes exigencias que exige la orquestación en cuanto a armonía, transiciones, contrapunto y adecuada separación entre los diferentes departamentos orquestales. Las grabaciones en exceso dramáticas y con tendencia a la velocidad sacrifican las maravillas inmersas en la pártitura, mientras que las grabaciones expansivas y demasiado litúrgicas corren el riesgo de derrumbar la cuidadosa arquitectura sobre la que descansa la Novena. Después de muchas audiciones y comparaciones en las ¨pruebas de ácido¨ que plantea la Novena, creo que la que mejor ha respondido a mis expectativas es el portento grabado por Christoph von Dohnanyi al frente de la Orquesta de Cleveland, agrupación que alcanza acá los niveles de una Filarmónica de Viena con Giulini, sólo que más terrenal y menos requienosa. No pretendo demeritar la grabación de Giulini, que por supuesto habría que poseer en toda colección, sólo que a mí me suena en exceso canónica, de a momentos creo escuchar el Requiem de Verdi. Volviendo a Dohnányi, todo es perfecto en su grabación, planificación, inflexiones, transiciones. clímaxes, contrapunto, carácter de los bronces, Scherzo increíble con percusión perfectamente disecada, separación admirable entre todos los departamentos orquestales, permitiendo la máxima claridad del detalle, más cercano en todo caso a Karajan que a Giulini... Todo ésto en el mejor sonido digital de DECCA. Sin duda mi preferida.
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Ninguna selección es perfecta ni definitiva ni inamovible, pero con ésta propuesta no conseguirán ningún eslabón débil. La aparición de un director diferente para cada sinfonía ha sido fortuita, para nada requisito premeditado.
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M-S.