Tchaikovsky. SINFONIA Nr. 6, Op. 74 ¨PATÉTICA¨
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Finalizando casi el largo ciclo ¨Todo Tchaikovsky¨ con un par de entregas dedicadas a la última
obra publicada por el compositor, su testimonio final, su ¨Requiem Ruso¨, su
última sinfonía, la ¨Patética¨. A propósito de los 130 años de su estreno y
también de la casi inmediata muerte del compositor.
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La
Patética es la última sinfonía y última obra del catálogo de Tchaikovsky,
aunque luego se hayan públicado obras póstumas no autorizadas por el compositor
o publicadas posterior a su muerte. Es bien sabido el origen del apellido de la
sinfonía, ¨Patética¨, originado de la palabra rusa ¨Pateticheskaya¨ que más que
¨patética¨ significa ¨apasionada¨ ó ¨emocional¨, nombre sugerido por Modest
Tchaikovsky, hermano del compositor. De acuerdo al biógrafo oficial de
Tchaikovsky, John Warrack, dicho término deja entrever la idea del sufrimiento
humano, la del sufrimiento emocional, como de inmediato se deja percibir desde
las primeras notas de la partitura.
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La Patética fue compuesta por Tchaikovsky entre febrero y finales de agosto de 1893. La idea de una nueva sinfonía venía en la mente del compositor desde 1891. Atendiendo a su correspondencia: ¨Al momento de mi último viaje tuve la idea para otra sinfonía, ésta vez con un programa, pero un programa que permanezca como un enigma para todos, dejándoles intuirlo… Que la sinfonía sólo sea llamada “Sinfonía Programática, Nr. 6¨. Este programa está impregnado de sensaciones subjetivas y muy frecuentemente durante mi viaje la he tenido bosquejada en mi mente… Cuando llegué a casa organicé los bosquejos y el trabajo ha surgido con tal ardor y a tal velocidad que en cuatro días ya había terminado completamente el primer movimiento y delineado en mi cabeza lo que serán los otros tres… La mitad del tercer movimiento está hecha ya. Formalmente habrá mucho de novedad en ésta sinfonía, e incidentalmete el Finale no será un estruendoso Allegro, sino por el contrario, un Adagio muy lento.¨
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La gestación de la obra agarra al
compositor en la cúspide de su talento artístico y en sus máximas capacidades
de técnica compositiva. Por otra parte, contrario a lo que se pudiera pensar,
lo atrapa en buen estado de ánimo y disposición, aunque aún doliera la ruptura
con Nadezhda von Meck, y a pesar del tenebroso giro que tomarían las cosas en
aquel año de 1893. La obra fue estrenada en San Petersburgo, el 28 de octubre de
1893, con la Orquesta del Conservatorio, bajo la batuta del mismo compositor.
Aunque la primera reacción fue tibia (tiene que haber causado desconcierto la
estructura de la nueva sinfonía, con un lúgubre y pesante Adagio como
movimiento final), el compositor se mantuvo optimista con su nueva creación.
Nueve días después del estreno, sin embargo, Tchaikovsky yacía muerto en su cama, en
circunstancias aún al día de hoy opacas, pero muy seguramente por motivos
personales y no artísticos.
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La ¨Patética¨ forma parte de una ¨Trilogía
del Destino¨, con sus dos predecesoras, la 4ta y la 5ta, y aunque no haya acá
un programa confeso, el destino está indudablemente involucrado, difiriendo en
la forma como el compositor lo enfoca: mientras en la 4ta el destino es tratado
si se quiere de una forma profana, trasladado al hombre común, en la 5ta es
tratado de una forma metafísica (La Providencia) y en la 6ta el destino es
llevado a un plano cuasi-religioso, a la reivindicación después de la muerte. Mientras
en la 4ta hay triunfo del hombre sobre el destino y en la 5ta hay una especie de tregua
con una Providencia que se muestra ambígua; en la 6ta adviene la clara derrota
final frente al destino, con la consiguiente muerte del hombre-objeto.
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La
obra está estructurada en los cuatro
movimientos convencionales, pero con la
marcada diferencia de ser el último un Adagio lúgubre y adolorido: atrás han
quedado los grandes finales gloriosos, reivindicativos y prosopopéyicos. Los
movimientos son los siguientes a saber:
1. Adagio. Allegro non troppo.
2. Allegro con grazia.
3. Allegro molto vivace.
4. Finale: Adagio lamentoso.
El primer movimiento es el más largo y el
más elaborado. De las notas disgregadas de Tchaikovsky salen las palabras ¨Toda
la pasión impulsiva, confianza, sed de actividad… Conclusión en muerte y
colapso¨ para éste movimiento; El mismo
se inicia subrepticiamente en las profundidades de la orquesta, en modo Adagio,
dando paso a un fagot que de manera lúgubre expone una primera idea, y al que
se van sumando las cuerdas en un inestable primer tema que abre paso al Allegro
non troppo. El segundo tema desarrollado en forma sonata es uno de los más
recordados de la obra, por su marcada belleza y lirismo, pero también por su
marcada transmisión de tristeza, incluso de reproche. El tema va apagándose
para causar el efecto sorpresa que ocasiona un violento estallido orquestal que
da paso al clímax del movimiento, con el tema principal llevado a su máximo nivel de expresividad, haciendo finalmente transición a una coda a cargo de los vientos, a la
manera de un himno coral que lo cierra de manera apaciguada. En resumen, un compendio musical de todos los triunfos y derrotas transcurridos
durante la vida del héroe (hombre-objeto).
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El segundo movimiento no es lento, pero tampoco propiamente un Allegro. La palabra del compositor para el mismo es ¨Amor¨. La instrucción ¨Allegro con grazia¨ se refiere a un Vals. Un Vals bastante extraño, por una particular métrica, que en vez del natural ¾ está compuesto en 5/4, necesitándose de dos pies y medio si se quisiera bailar, pero la genialidad del compositor hace que el mismo funcione. Básicamente acá las cuerdas son las protagonistas. Por otra parte, a pesar de la hermosa y movida melodía, nunca irradia alegría sino más bien nostalgia. Como resumen, pareciera una serie de confesiones de amor que terminan disipadas una vez más por las dudas y el reproche.
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El
tercer movimiento, Allegro molto vivace, hace las veces del Scherzo. La palabra
del compositor para el mismo es ¨Decepciones¨. Realmente se trata de una
marcha, nuevamente una música de rítmo irregular e inquietante, de tonalidades
agridulces, que a pesar de la energía casi optimista que despliega, no deja de
exhalar un ánimo esquizoide, iracundo, de resonancia afectiva inadecuada, como
un último brote de protesta vital antes de la llegada de El Final.
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Así
llegamos al Finale (Adagio lamentoso), el movimiento que marca la diferencia
principal con sus creaciones anteriores y que debe haber causado desconcierto
en las primeras audiciones. A pesar de no tratarse de una obra cíclica, queda la idea de que los movimientos anteriores han sido una preparación para éste final. Las palabras del compositor para el mismo son ¨Agonía, Muerte¨. Las cuerdas son las principales protagonistas del mismo, con
eventuales (y clave) intervenciones de los vientos y un único martillazo del
Tam-Tam, que establece un punto de inflexión antes del desenlace. La primera parte del desarrollo
(primer tema) transmite tormento y amargura en escalas descendentes con
eventuales interjecciones de las maderas. Tras una breve pausa entra el segundo
tema, más lírico y más típicamente tchaikovskiano si se quiere, transmitiendo
pesadumbre, dolor y resignación. Tras dos clímax claramente delimitados retorna
el tema inicial de un modo lacerante hasta que las escalas se rompen con el
sonido único, lejano y ominosamente sereno de un Tam-tam que pareciera señalar el último latido de
un corazón que se apaga. Ha llegado la muerte. Concluye la obra con un último
tema, que prestando atención, resulta ser una variación del tema del trío del irregular Vals que dejamos atrás. La música a partir de entonces va bajando en decibeles
y en velocidad, con acordes cada vez más amplios hasta que finalmente las
cuerdas bajas, algunas en pizzicato y los fagotes hacen regresar a la música a las enigmáticas
profundidades de las que vino.
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LAS
GRABACIONES PIONERAS
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Probablemente la Patética es la sinfonía más afortunada en cuanto a grabaciones legendarias que le hacen absoluta justicia. Si bien es cierto que la obra está tan bien estructurada que es de esas que resiste cualquier cosa, incluso una mala lectura deliberada (tan sólida es que ni siquiera Theodor Currentzis pudo destruirla) no es menos verdad que la gran mayoría de los directores se esmeran en dejar una lectura memorable, y así vendremos en una próxima entrega con unas 20 grabaciones de absoluta referencia.
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Por supuesto, como en el resto de las sinfonías, están las lecturas consideradas más ¨rusísticas¨, con tendencias a las acentuaciones dramáticas, rayantes en la histeria y a los tiempos rápidos. Y están las más ¨occidentales¨ con tendencia a respetar el tempo giusto y a acentuar el lirismo del lenguaje tchaikovskiano.
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La primera grabación comercial que se hizo de la Patética corrió a cargo de Sir Landon Ronald con la Royal Albert Hall Orchestra, para el sello HMV. No sólo se trata de la primera grabación de la 6ta sinfonía, sino de la primera grabación hecha de una sinfonía de Tchaikovsky. A continuación una lista de grabaciones pioneras:
1923
– Landon Ronald, Royal Albert Hall Orchestra (HMV)
1923
– Willem Mengelberg, New York Philharmonic (Victor).
1926
– Albert Coates, LSO, (Grammophone It).
1930
– Sergei Koussevitzky, Boston Symphony Orchestra (RCA).
1930
– Oskar Fried, Royal Philharmonic Orchestra (LYS).
1937
– Willem Mengelberg, Concertgebouworkest Amsterdam (LYS)
1938
– Wilhelm Furtwängler, Berliner Philharmoniker (Biddulph).
1940 – Arturo Toscanini, Philadelphia Orchestra (RCA).
1947
– Arturo Toscanini, NBC Symphony Orchestra (RCA).
1949
– Yevgeni Mravinsky, Leningrader Philharmonie (Melodiya).
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La grabación propuesta como referencia para la ¨Patética¨ es la de Paul Van Kempen con la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam, grabación de estudio del año 1951. Van Kempen era un director capaz de milagros sonoros cuando el temperamento se lo permitía, cuando se encontraba de ¨buenas¨ . En éste milagro discográfico, que ningún crítico reputado menciona en sus revisiones de ésta obra, de relativo buen sonido mono y mejorado con las reediciones digitalizadas, presenta una Sexta inolvidable, magníficamente planificada y controlada, buscando lograr el máximo nivel de expresividad de la partitura, con hermoso lirismo donde corresponde que nunca cae en la blandura melíflua, pero también con los suficientes ingredientes de drama y tensión que nunca caen en la histeria ni en el desboque. Un Vals devastador. Un scherzo que es verdaderamente llevado en tiempo de marcha, una marcha más siniestra que liberadora. Un Adagio lamentoso opresivo, lacerante, amargo, aplastante. Las cuerdas en su máximo nivel de los tiempos de Mengelberg, los vientos impecables y el sonido del Tam-Tam con el tono, timbre e intensidad perfectos. Con los años han surgido grabaciones más estandarizadas, más homogenizadas en los tiempos, pero el portento dejado en registro por Van Kempen tienen pocos rivales en ésta óptica tan particular, y que sin duda hubiera conmovido al mismo compositor de haberla escuchado.
*M-S.