Shostakovich: La Décima.

Dimitri Shostakovich
SYMPHONIE NR.10, Op.93
Czech Philharmonic Orchestra
Dir: Karel Ancerl.
(DG)
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     La 10ma fué iniciada por Shostakovich en julio de 1953 y terminada en octubre de ese mismo año. La Premiére estuvo a cargo de Evgeni Mravinsky, quien la dirigió en Leningrado (actual San Petersburgo) el 17 de diciembre de 1953.

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     En 1953 moría Stalin, después de tres décadas de terror y de brutal opresión. Shostakovich se había mantenido en bajo perfil después del disgusto ocasionado al dictador por el episodio de la 9na Sinfonía. En cuanto murió el sátrapa el compositor se puso a trabajar en la Décima, su triste y ominoso retrato de Stalin. Con la muerte de Stalin y Zhdanov se dió paso a un ligero ambiente de distensión en todos los ámbitos de la sociedad soviética, y el mundo de las artes no escapaba a éste definitivo cambio de era. Ya Shostakovich era un valor nacional demasiado importante para poder tocarlo sin consecuencias, y de este modo ya no sentía necesidad de transigir en cuanto a su lenguaje musical. Con coraje permitió que se presentara entonces la 10ma, una obra totalmente alejada del optimismo y del "realismo socialista", aunque ocultara su significado secreto.

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     La obra encontró oposición. Fue criticada por su complejidad, sus texturas lúgubres y sus tendencias nihilistas. El sindicato de compositores soviéticos se sumergió en la bizantina discusión sobre si la obra era suficientemente optimista, llegándose a una solución rocambolescamente ridícula, al catalogarla como expresión de "optimismo pesimista". Como suele ocurrir en socialismo, se injerta un significado políticamente conveniente a una expresión artística.

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     Sesenta años después de la creación de la 10ma ya somos capaces de apreciarla por lo que es, una sinfonía vigorosa y bella. El primer movimiento ofrece un hermoso significado de su significado intrínseco. A partir de una apertura tranquila se desarrolla un avance vigoroso e inexorable que alcanza una serie de clímax fragmentados. El discurso se mueve por una transformación magistral de los materiales y no por abierto contraste. Después de este plateau sinfónico, la música se calma regresando a la exposición de la apertura. La fuerza emocional del momento es inmediata y es independiente de los significados extramusicales.

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     Ambos movimientos centrales obran a manera de Scherzos, el primero áspero, ominoso y grotesco; el otro jovial y lleno de gracia. Está reconocido claramente que en el primer scherzo (2do movimiento) Shostakovich hace un retrato musical de Stalin, mientras que en el tercero tal vez se abre espacio a la esperanza, la esperanza de la recuperación de todos los valores y libertades perdidos durante la criminal era estalinista. El segundo tema de este movimiento está basado en un motivo de 4 notas, y que no es más que la  signatura musical del compositor DSCH (el equivalente en notación germánica a la secuencia Re-Mi bemol-Do-Si) y que quiere decir D.Sch (Dimitri Schostakowitsch, abreviatura del alemán). Aunque aca se revela un nuevo enigma, se puede uno imaginar que se trata de una proclama desafiante de la verdadera identidad artística del compositor. El mismo motivo aparece de nuevo en el movimiento final, donde el compositor efectúa una gloriosa transición de la oscuridad a la luz, escuchando por primera vez motivos que sugieren optimismo. El movimiento está insuflado de elementos de tipo danza folklórica, conduciendo a una extrovertida coda que finaliza en modo directo y concluye la que es sin duda una de las grandes sinfonías del siglo XX.

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     La obra es con justo mérito una de las más conocidas y populares del repertorio shostakoviano, teniendo en su haber muchísimas interpretaciones y numerosas grabaciones, con una amplia selección que le hace absoluta justicia, encontrando desde las emblemáticas y dramáticas grabaciones de Mravinsky, hasta las suntuosas y perfectas grabaciones de Herbert von Karajan. Habiendo para todos los gusto, me atrevo a recomendar en ésta ocasión una grabación fuera de serie, una grabación que tal vez aporta lo mejor de las dos concepciones. Se trata de una grabación de 1956, a dos años apenas del estreno de la obra, y ejecutada por la entonces y siempre gloriosa Filarmónica Checa, bajo la batuta de uno de sus mejores titulares, el Maestro Karel Ancerl.

     La legendaria grabación de Ancerl posee características que la colocan como un registro fuera de serie, a a pesar de no contar con la mejor calidad sonora. El ambiente logrado es de inmediata revelación, como el despliegue de una Gran Historia en pleno desarrollo y en vivo. La orquesta suena formidable, con una precisión y virtuosismo increíbles, desarrollando con velocidad sobrecogedora tal vez el que sea el mejor 2do movimiento existente en disco. La calidad tonal de ésta grabación, rústica pero especialmente vibrante en sus solistas de vientos y bronces, es justo la que combina con éste tipo de música. Las grabaciones posteriores han tendido a exponer una visión más expansiva de la 10ma, sobre todo en el primer movimiento y en la introducción del Finale. Contrario a ésta tendencia, Ancerl logra reducir la temperatura a costa de ésta aparente impaciencia cinética, y de éste modo hasta el Scherzo se beneficia de éste impacto rítmico y en los diversos clímax se logra crear una verdadera sensación de crisis, genuinamente turbulentos, como en realidad deben sonar. 

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     Con ésta rara secuencia en reverso, presentamos en la ya conocida serie de las Sinfonías de Shostakovich la 10ma, debiendo continuar con la 9na en una próxima entrega.

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M-S.