Alexander Scriabin
SINFONIA Nr.3, Op. 43 ¨Le Poéme Divine¨
The Philadelphia Orchestra
Dir: Riccardo Muti.
(EMI)
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Celebrando los 80 años del maestro italiano Riccardo Muti con uno de sus discos más hermosos.
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Revisando las publicaciones hechas con motivo del año centenario de Scriabin me encontré con que omití involuntariamente la Sinfonía Nr.3, tal vez porque siempre confundo ¨El Poema del Extasis¨ con ¨El Poema Divino¨ y en la confusión creí haber publicado toda la obra orquestal. No fué así y ofrezco mis disculpas. Me reivindico con una de las grabaciones de referencia para dicha maravilla orquestal.
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El ¨Poema Divino¨ fué escrito por Scriabin entre 1902 y 1904, en momentos de cambios trascendentales en su vida, entre los cuales se cuenta su incursión en la Teosofía y otras corrientes místicas que influirán en el lenguaje y estilo de sus últimas obras. El ésta Sinfonía Nr.3, Scriabin recopila los últimos estertores del postromanticismo y comienza a abrazar esbozos de atonalidad combinados con trazos impresionistas, sugeridos por los mismos títulos afrancesados que ha decidido colocar a cada una de las tres partes que constituyen la obra. La misma, aunque va en tres partes bien diferenciables, se desarrolla con la continuidad de un solo movimiento, estableciendo una especie de transición entre sus dos primeras sinfonías y sus dos últimos poemas sinfónicos. Para noviembre de 1903 y temiendo un rechazo de tan innovadora partitura, Scriabin la presenta en versión para piano al círculo de compositores del Conservatorio de San Petersburgo. Para su sorpresa, su obra fué aplaudida y especialmente saludada por Glazunov y Rimsky-Korsakov. De éste modo emprendió entonces el compositor el trabajo de orquestación, llevando por avatares del destino a estrenarse la misma en París el 29 de mayo de 1905 en Le Theatre Chatelet bajo la batuta de Arthur Nikisch, con éxito sobresaliente. El estreno en Rusia tendría que esperar hasta el 8 de marzo de 1906, cuando fué estrenada por la Orquesta del Conservatorio de San Petersburgo, bajo la batuta de Felix Blumenfeld.
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La sinfonía está plasmada, al modo de la 4ta de Tchaikovsky, en forma de una sinfonía programática. A partir de un extenso poema compuesto por el mismo Scriabin se desarrolló luego la sinfonía. En el poema, hoy extraviado, Scriabin realiza un preámbulo a la naturaleza del Ego, dividiéndolo en la esencia del Hombre-Dios y el Hombre-Esclavo, y la permanente confrontación entre las dos esencias que conlleva al conflicto. Cuando las dos esencias logran armonizar, se logra la libertad absoluta y la elevación extática del espíritu como poder supremo creador. Las tres partes de la obra recogen los diversos escenarios conceptuales:
I.- Luttes (Luchas): presentado en modo Allegro y desarrollado en forma sonata, es el más elaborado y donde los marcados contrastes presentan el conflicto esencial entre pasajes tempestuosos y misteriosos, estableciendo una transición suave con la siguiente parte.
II.- Voluptés (Voluptuosidades): ésta segunda parte, mucho más corta, es más lírica y apaciguada, con temas bucólicos y pastoriles que emulan tal vez un amanecer en la pradera con cantos de pájaros, representando tal vez las relaciones más mundanas del hombre con su entorno. Después de toda ésta atmósfera de ensueño, el resonar de las trompas llama a enlazar con la última parte.
III.- Jeu Divine (Juego Divino): ésta última parte recoge finalmente la consolidación de la armonía, la liberación final del Hombre-Esclavo y su ascensión hasta la creatividad suprema. Lo que en Tchaikovsky es una lucha contra del destino terrenal (Sinfonías 4ta, 5ta y 6ta), en Scriabin es la trascendencia más allá de éste mundo. Después de un tema transicional e intenso de las cuerdas, las trompetas recapitulan el llamado. Luego de un segundo tema a cargo de oboes y cellos, retorna la primera melodía y entre alternancias retorna el tema principal de la primera parte, conllevando a un final directo pero triunfal y resolutivo.
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En cuanto a grabaciones, creo que cada director que ha decidido abordar la obra lo ha hecho con el esmero y respeto debidos. Al no tratarse de una obra de eminente sabor ruso-eslavo no se puede hablar de una preeminencia de los directores de escuela rusa sobre otros. Sin embargo, Svetlanov y Rozhdestvensky hicieron excelentes grabaciones del Poema Divino. Del lado occidental, existen excelentes registros de Neeme Järvi y Giuseppe Sinopoli, sin embargo la presente grabación de Muti recoge de forma magistral todas las maravillas sonoras, colores. mística y hedonismo que desprende la partitura, con una Orquesta de Filadelfia portentosa capaz de trabajar a lo más alto de sus capacidades. Una delicia de escuchar, una experiencia inolvidable, aunque se tengan otras grabaciones por favoritas.
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M-S.
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