Dmitri
Shostakovich
SINFONIA
Nr.9, Op.70
Royal
Scottish National Symphony Orchestra
Dir:
Neeme Järvi.
(CHANDOS)
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Desde Beethoven, cada gran sinfonista posterior que llegó a embarcarse en la empresa de componer su 9na Sinfonía se ha sentido inevitablemente con la tremenda
presión del número, por la alta expectativa que significa una Novena para el
público. Beethoven dejó plasmada la que por excelencia es la Novena de las
Novenas y ya éste hecho ha puesto en un tremendo compromiso a cualquiera de sus
sucesores. Schubert compuso una 9na de gran envergadura, y así
posteriormente Dvorák, Mahler y Vaughan Williams. Bruckner no concluyó su Novena, no impidiendo sin embargo el legado de una gran partitura. Del mismo modo Schnittke. En el caso de Shostakovich, ese reto
fue particularmente difícil de afrontar en vista del contexto histórico y sociopolítico en
el cual le tocó componerla. En la "Leningrado" el compositor resalta el heroismo, esperanza y el
triunfo de una ciudad y sus habitantes en contra de una fuerza invasora, mientras que en la casi consecutiva 8va
plasma el dolor, tragedia y sufrimiento que conlleva el drama de la guerra, aunque también el de los totalitarismos. La
9na es la última de la llamada "Trilogía de Sinfonías de Guerra".
Para inicios de 1945 la derrota de Hitler era ya inminente y lo esperable era
una obra monumental, una obra de victoria de proporciones épicas y triunfales
apropiadas al momento, nada menos que la victoria de la madre patria soviética
sobre el yugo invasor fascista. La obra resultante sería impactante, pero en un sentido totalmente diferente.
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La 9na de Shostakovich es la Opus 70 del
catálogo de obras del compositor y fue estrenada en Leningrado el 3 de
noviembre de 1945, con la Filarmónica de Leningrado, bajo la batuta de Evgeny
Mravinsky. Aunque la receptividad del público fue positiva, la reacción fue para otros, entre ellos de los círculos musicales, de perplejidad y de auténtico
estupor para las autoridades censoras estalinistas, pues en vez de una gran
sinfonía triunfal, con doble orquesta, con coros, campanas y cañones, se consiguieron con una obra más bien económica, austera, ambígua, en
forma de suite en cinco movimientos, con un carácter altamente satírico, que
provocó por supuesto intenso debate después de dicho estreno.
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En la obra literaria "Testimonio"
que recoge las memorias de Shostakovich, el compositor evoca el momento de la
siguiente manera.
"El disgusto se acumulaba y crecía; ellos querían que produjera una fanfarria, una oda; querían que escribiera una Novena Sinfonía majestuosa. Fue muy desafortunado el asunto de la Novena. Quiero decir, sé que el golpe era inevitable, pero quizás hubiera llegado más tarde o hubiera sido menos duro si no hubiera sido por la Novena Sinfonía... Cuando se ganó la guerra contra Hitler todo el mundo alababa a Stalin y se suponía entonces que yo debía unirme a ese asunto atroz. Había una excusa apropiada. La guerra había terminado victoriosamente. No importaba el costo, lo importante era que habíamos ganado, el imperio se había expandido. Y exigían que Shostakovich utilizara vientos cuádruples, coro y solistas para aclamar al líder. Sobre todo porque Stalin consideraba como un presagio el número: La Novena Sinfonía. (...) Stalin siempre escuchaba cuidadosamente a los expertos y a los especialistas. Los expertos le dijeron que yo sabía hacer mi trabajo y, por lo tanto, Stalin supuso que una sinfonía en su honor sería una pieza de música de calidad. Podrían decir, aquí está nuesta Novena nacional. (...) Confieso que dí esperanzas a los sueños del líder y del maestro. Anuncié que estaba escribiendo una apoteosis. Trataba de quitármelos de encima, pero eso se volvió contra mí. Cuando se presentó mi Novena, Stalin se puso furioso. Se sintió profundamente ofendido, porque no había ningún coro, ni solistas, ni apoteosis. Ni siquiera una miserable dedicatoria. Era solamente música, que Stalin no entendía muy bien y cuyo contenido era dudoso. (...) No pude escribir una apoteosis a Stalin... simplemente no pude. Sabía en lo que me estaba metiendo cuando escribí la Novena. Pero describí a Stalin con música en mi siguiente sinfonía, la Décima..."
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Efectivamente, la Novena es una obra de
proporciones austeras, si la comparamos con sus dos monumentales predecesoras. Está desplegada en cinco movimientos,
aproximándose más bien al ánimos de un divertimento que de una sinfonía. Los
cinco movimientos están cargados de simbolismo, sorna, festividad en falsete
que se alterna con melancolía, volviendo un poco a materiales tratados en la
Sexta. La ira de Stalin, personaje primario y rupestre, se justificaba, pues se
sentía insultado, aunque no lograba descifrar la verdadera naturaleza del insulto.
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En Occidente la 9na también se encontró con dificultades, pues ocasionaba la misma controversia en la crítica. Posterior a su estreno en Estados Unidos, el ¨World Telegram¨ de New York del 27 de julio de 1946 publicaba que ¨el compositor ruso no ha debido expresar sus sentimientos referentes a la derrota del nazismo de una forma tan infantil¨.
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Sin
embargo quien sí entendió desde un principio el sentido de la Sinfonía Nr. 9
fue el director Sergei Koussevitzky, compatriota de Shostakovich. De éste modo
tomó la obra para sí y a él correspondió el estreno en Tanglewood, con la
Sinfónica de Boston, el 25 de julio de 1946, con éxito rotundo. Dos semanas
después se repitió el concierto, el 10 de agosto de 1946, en el Symphony Hall
de Boston, con radiotransmisión nacional, concierto al que corresponde la primera
grabación, hoy disponible en el sello ASDisc (Sergei Koussevitzky Edition).
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La Novena abrió la temporada 1946-47 de la Sinfónica de Boston en
octubre de 1946. La primera grabación
comercial se hizo con las mismas fuerzas el 4 de noviembre de 1946 con el sello
RCA Victor, sin embargo a solicitud de Shostakovich se realizó una segunda
sesión el 2 de abril de 1947. pues el compositor no aprobaba el enfoque de
Koussevitzky para el segundo movimiento ¨Moderato¨. La primera grabación comercial
resulta entonces de éstas dos sesiones.
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La 9na tiene una orquestación colorida y
original. La misma cuenta con una diversidad envidiable de grabaciones e
interpretaciones, pues gusta mucho a los directores. Siendo difícil quedarse
con una sola como referencia, me atrevo a postular la extraordinaria grabación
de Neeme Järvi tomando en cuenta dos factores: interpretación y calidad del
sonido. En efecto, la grabación del Maestro estonio no sólo muestra una
ejecución impecablemente fiel a la partitura y espíritu del compositor, sino
que cuenta con lo mejor de la ingeniería de sonido del magnífico sello Chandos.
La sonoridad de la Orquesta Nacional Escocesa en los tiempos de la regencia de
Järvi es magnífica, y ésta grabación es sólo una de las tantas pruebas.
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Sin más disfruten de ésta maravilla del
repertorio shostakoviano..
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M-S.
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