sábado, 12 de julio de 2025

Shostakovich: Sinfonía Nr. 8.


Dimitri Shostakovich
SYMPHONY Nr. 8, Op. 65
Leningrader Philharmonie
Dir: Yevgeny Mravinsky
(PHILIPS-REGIS-ALTO)
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   La Sinfonía Nr. 8 de Shostakovich fue compuesta durante el año 1943, en un período de tiempo relativamente corto. A diferencia de su épica predecesora, la ¨Leningrado¨, la Octava, sinfonía de guerra también, es más introspectiva, concentrada, enigmática y violenta. A quienes esperaban una sinfonía triunfal que evocara el heroismo y triunfo soviético sobre los invasores nazis en Stalingrado, se consiguieron por el contrario con una obra de dolor, pérdida y devastación. Las consecuencias serían duras para el compositor.
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     La obra fue dedicada a Yevgeni Mravinsky, quien la estrenó al frente de la Orquesta Sinfónica de la URSS, el 4 de noviembre de 1943, en el gran salón del Conservatorio de Moscú. La recepción fue estruendosa con una ovación de 30 minutos. Lamentablemente los censores estalinistas no serían de la misma opinión.
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     A continuación las valiosas notas del director Mark Wigglesworth sobre la Octava:


 Réquiem

  Tal fue la popularidad de la Séptima Sinfonía de Shostakóvich que una emisora de radio estadounidense ofreció al gobierno soviético 10.000 dólares por los derechos de la primera emisión de su sucesora. Sin embargo, la reacción mundial a la Sinfonía de Leningrado fue una bendición a medias para el compositor. Por un lado, la fama resultante en Occidente le proporcionó cierta protección contra las críticas internas, pero por otro, brindó a sus colegas, celosos e inseguros, la oportunidad de promover la opinión de que tenía tendencias decadentes y antisoviéticas. En cualquier caso, dado que la Octava Sinfonía se creó en un punto de inflexión de la guerra, su optimismo anticipado generó una enorme expectación. El 2 de febrero de 1943 se produjo la derrota del ejército alemán en Stalingrado. A pesar de las enormes pérdidas sufridas por el Ejército Rojo durante la batalla, un sentimiento de gran logro y orgullo se extendió por toda la Unión Soviética: Stalin había derrotado a los nazis. El problema para Shostakóvich fue que esto no era necesariamente motivo de celebración. Temía que la victoria en realidad sólo ayudaría a Stalin, cuyo recién adquirido prestigio en Occidente le permitiría ejercer incluso más poder del que ya tenía.

Los años de guerra habían sido, de hecho, años de relativa libertad para la creatividad soviética. Se volvió aceptable representar el dolor y la destrucción, ya que la responsabilidad podía recaer en los alemanes. En tiempos de paz, se exigía a los artistas un optimismo sin nubes y, en esas circunstancias, la música de Shostakovich a menudo era objeto de intensas críticas. En muchos sentidos, la guerra rescató al compositor. En Testimony , sus controvertidas pero fiables memorias, escribió: «Y entonces llegó la guerra y el dolor se volvió común. Podíamos hablar de ello, podíamos llorar abiertamente, llorar por nuestros seres queridos. La gente dejó de temer a las lágrimas. Antes de la guerra probablemente no había una sola familia que no hubiera perdido a alguien, un padre, un hermano o, si no un familiar, un amigo cercano. Todos tenían a alguien por quien llorar, pero había que llorar en silencio, bajo la manta, para que nadie los viera. Todos temían a los demás, y el dolor nos oprimía y nos sofocaba. A mí también me sofocaba. Tenía que escribir sobre ello». Tuve que escribir un Réquiem por todos los que murieron, por todos los que sufrieron. Tuve que describir la horrible maquinaria de exterminio y expresar mi protesta contra ella. La Séptima y la Octava Sinfonía son mis Réquiems.

Solo entre 1937 y 1939, un millón y medio de rusos fueron aniquilados. Se obligaba a la gente a delatarse mutuamente, y en una región incluso se estableció un cupo por el cual cada uno debía delatar a cinco personas. Si solo podías nombrar a cuatro, tenías que ser el quinto. Además, la política de colectivismo agrícola de Stalin condujo a tal pobreza y hambruna que incluso hubo informes de padres que se comían a sus hijos. Y todo esto mientras su líder exportaba toneladas de grano al extranjero. Sorprendentemente, algunos dieron por sentado que Stalin no lo sabía. Miles de personas escribieron cartas para contarle las penurias que se soportaban.

Shostakovich describió la Octava Sinfonía como un poema de sufrimiento. En público, la llamó «un intento de reflejar la terrible tragedia de la guerra», una guerra en la que se perdieron veintisiete millones de vidas soviéticas. Pero en su testimonio , añadió: «Siento un dolor eterno por quienes fueron asesinados por Hitler, pero no siento menos dolor por quienes murieron por orden de Stalin. Sufro por todos los que fueron torturados, fusilados o murieron de hambre. Había millones de ellos en nuestro país antes de que comenzara la guerra con Hitler. La guerra trajo consigo mucho dolor y mucha destrucción, pero no he olvidado los terribles años de la preguerra. De eso tratan mis sinfonías, incluida la número ocho».

La sinfonía fue escrita en un tiempo asombrosamente corto durante el verano de 1943. Las fechas oficiales de su composición son del 1 de julio al 4 de septiembre, aunque esto es engañoso, ya que la mayor parte del trabajo se desarrolló mentalmente y Shostakovich solía tener las piezas completamente pensadas antes de plasmarlas en papel. En ese sentido, nunca "compuso", sino que simplemente escribió la música que escuchó. Aun así, la velocidad es notable, especialmente considerando que sufría de fiebre tifoidea gástrica en ese momento. Fue estrenada el 4 de noviembre por el dedicado a la obra, el director Evgeny Mravinsky. A pesar de la reacción positiva del público, la pieza fue atacada violentamente por las autoridades, que la denunciaron como contrarrevolucionaria y antisoviética. Al final de la guerra, la obra fue retirada del repertorio y, en 1948, censurada oficialmente por su "tristeza constante", fue objeto de ataques por parte de Andrei Zhdanov, ministro de Cultura. Declaró que "no era una obra musical en absoluto" y que quien lo negara estaba en connivencia con Occidente. "Es repulsiva y ultraindividualista. La música es como un taladro de dentista penetrante, una cámara de gas musical, como las que usaba la Gestapo". Se ordenó reciclar las partituras para ahorrar papel y se destruyeron todas las grabaciones de las interpretaciones. Incluso el propio Shostakovich llegó a tener sentimientos encontrados sobre si la pieza debía interpretarse. "Cada noticia de su éxito me ponía enfermo. Un nuevo éxito significaba un nuevo clavo en el ataúd". De hecho, solo recientemente la obra ha comenzado a ser verdaderamente admirada en todo el mundo. Resulta irónico que no se interpretara en Occidente porque se creía que solo trataba sobre la guerra, mientras que en Rusia no se interpretó porque las autoridades sabían que no era así.

Existe una corriente de pensamiento que considera que la obra carece de la inventiva de sinfonías anteriores. Se pregunta, por ejemplo, por qué el inicio es tan similar al de la Quinta Sinfonía. Pero eso es malinterpretar el propósito de gran parte de la música de Shostakóvich. Siempre priorizó el significado sobre la lógica y la verdad sobre la belleza. Si hay pasajes que suenan deprimentemente similares a lo anterior, es porque sentía que así era en la vida. Si hay secciones desagradables, es porque el mundo mismo le parecía desagradable. Si hay episodios insoportables, esto también correspondía a los sentimientos de Shostakóvich. Hay momentos que no parecen tener sentido, al igual que hubo días que a muchos rusos les parecieron insignificantes. La pieza es inflada, mundana y caótica a veces. Pero esto fue intencional. Ésta era la visión del mundo de Shostakovich.

El vasto movimiento inicial (más largo que los tres siguientes juntos) sigue con sorprendente similitud la estructura del movimiento correspondiente de la Quinta Sinfonía. Pero hay más pasión en la pieza anterior, más dolor. En la segunda ocasión, hay un vacío en el dolor: es un grito hueco más que una angustia emocional. Los enormes arrebatos agonizantes que forman el clímax del movimiento se sienten más como gritos solitarios en un desierto que como súplicas específicas de ayuda. Sin duda, hay algo mucho más deshumanizante en ellos que un arrebato similar en el clímax del primer movimiento de la Décima Sinfonía de Mahler, que Shostakovich conocía bien y con el que se los ha comparado.

Un movimiento inicial como este siempre iba a ser difícil de contrastar, y no es de extrañar que Shostakovich sintiera la necesidad de continuarlo no con uno, sino con dos scherzos. Sin embargo, difícilmente pueden considerarse un alivio ligero: hay una grandiosidad fingida en el primero que mantiene la amargura del Adagio inicial, mientras que el segundo parece ir a por todas al expresar el aplastamiento total de un individuo. La implacabilidad de su ostinato, casi mecánico, no muestra compasión por los gritos humanos que lo dominan: un grito antes de una bala final, o el ímpetu de una guillotina antes de dar en el blanco. Con un inicio fortissimo, el movimiento contiene treinta y nueve crescendos. Solo hay dos diminuendos.

El cuarto movimiento es posiblemente la música más aterradora que Shostakovich haya escrito jamás. Tiene una cualidad introspectiva que demuestra que los horrores de la mente son incluso peores que los del cuerpo. La soledad sin sentido de un individuo indefenso es incluso más aterradora que los enormes arrebatos de ira del primer movimiento. La intransigencia de la línea de bajo representa a la perfección la monotonía de la vida y, al igual que en una pasacalle similar en Peter Grimes de Benjamin Britten , las partes superiores del solista representan los intentos fallidos del individuo por superar esta constricción. En cada repetición uno anhela la variación final; pero cada vez la línea de bajo no logra resolverse positivamente y, repitiéndose sobre sí misma, reitera una vez más la agonía del aislamiento. Se necesitan más de diez minutos de dolor eterno antes de que, como un ciego que tantea en la oscuridad, el movimiento finalmente encuentre su camino hacia el Do mayor al que ha estado aspirando todo el tiempo. Un violinista de la Orquesta Filarmónica de Leningrado, Yakov Milkis, recordó haberle dicho a Shostakovich lo maravillosa que fue esta transición al final. "Mi querido amigo", respondió el compositor, "si supieras cuánta sangre me costó ese Do mayor". Luego guardó silencio y el violinista se quedó con la impresión de haber "tocado algo muy sagrado y privado".

Desde hace tiempo existe una tradición de sinfonías en do menor que emergen hacia la mayor para sus finales optimistas. La Quinta de Beethoven, la Octava de Bruckner y la Segunda de Mahler siguen el arquetipo argumental básico de la tragedia al triunfo. Pero a pesar de la tonalidad similar, es dudoso que la Octava de Shostakóvich pueda compararse con estas. Ciertamente viaja de la oscuridad a la luz, pero es un viaje que anhela más la paz que la victoria, y como tal, sus compases finales son mucho más similares a los de Das Lied von der Erde de Mahler. Mientras que esa obra representaba una eternidad de vida, la Sinfonía n.º 8 sugiere una eternidad de nada. Mahler sentía que el mundo siempre sobreviviría. Shostakóvich era consciente de que tal vez no. Fue con inconfundible ironía que escribió a su amigo Isaak Glikman a finales de 1943: «1944 será un año de felicidad, alegría y victoria». Los pueblos amantes de la libertad finalmente se liberarán del yugo del hitlerismo y la paz reinará en todo el mundo bajo los rayos soleados de la constitución de Stalin. Estoy convencido de ello y, por lo tanto, experimento la mayor alegría». La sugerencia de que Shostakóvich tituló el final de su Octava Sinfonía «A través del espacio cósmico, la Tierra vuela hacia su perdición» suena más genuina, y ciertamente hay pasajes en este movimiento que parecen describir una aniquilación inminente del mundo. De hecho, la falta de sentido de gran parte de su música, especialmente la fuga central, sugiere que esto podría ya haber ocurrido. El propio compositor, sin embargo, afirmó que «el curso de la historia traerá inevitablemente la caída de la tiranía y el mal y, con ella, el triunfo de la libertad y la humanidad», y sobre esta pieza en concreto escribió: «En general, es una obra optimista y vitalista. Su concepción filosófica se puede resumir en tres palabras: la vida es bella. Todo lo oscuro y malvado se pudre, y la belleza triunfa». Es difícil convencerse de la idea de que el final de la pieza sea triunfal, pero el solo final de flauta al menos sugiere que el héroe solitario ha sobrevivido, si no triunfado, y en aquellos días, y en ese país, tal vez la mera supervivencia era algo digno de celebrar.

© Mark Wigglesworth 2005

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    En cuanto a grabaciones de la Sinfonía Nr. 8, probablemente y a pesar de todo, la sinfonía ¨más soviética¨ de Shostakovich, existe un puñado (no tan grande) de grabaciones que penetran a satisfacción en todo el pathos de la obra, entendiblemente la mayoría hechas en las tierras del compositor o por directores de allí, desde Mravinsky, quien la estrenó e hizo la primera grabación, pasando por Rozhdestvensky hasta la estupenda del ciclo de Vasily Petrenko para Naxos. Sin embargo, el consenso general señala a la inigualable grabación stereo de Mravinsky con su Filarmónica de Leningrado, hecha en 1982 y registrada en esa ocasión por la ingeniería de PHILIPS, grabación hasta ahora no superada. La misma ha sido reeditada y mejorada posteriormente por sellos especializados como REGIS ó ALTO. Como bien señala mi estimado Julio Salvador Belda en su Blog ¨Sentidos¨, respecto a este registro de REGIS, el que hoy les comparto, efectivamente corresponde al mismo realizado por Philips pero en el que, al igual que en el reprocesado de la casa ALTO, se corrigen ciertos aspectos técnicos que se hicieron de manera anómala en el registro Philips y que parece ser que por un reprocesado a velocidad anormal llevó a una grabación presentada en una tonalidad incorrecta. En los reprocesados Regis y  Alto ese problema aparece corregido, por lo que serían las opciones a considerar. Dicha curiosidad aparece también confirmada por el crítico David Hurwitz en su espacio dedicado a ésta grabación,. sin duda un Tesoro del Archivo.

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M-S.


                                                Portada original de la versión PHILIPS
 

sábado, 5 de julio de 2025

Norgard: Sinfonía Nr. 3.

Per Nørgård

 1-2)  Sinfonía Nr. 3

 3)     Concerto in due tempi.

 Per Salo, Piano.

 Danish National Radio Symphony Orchestra.

 Dir:  Leif Segerstam.

(CHANDOS)




domingo, 29 de junio de 2025

Shostakovich: Conciertos para Violín.


Dimitri Shostakovich

1-4) Violin Concerto Nr. 1, Op. 99

5-7) Violin Concerto Nr. 2, Op. 129

Lydia Mordkovitch, Violin

Royal Scottish National Symphony Orchestra

Dir: Neeme Järvi.

(CHANDOS)


sábado, 21 de junio de 2025

Mozart - Brendel.


Wolfgang Amadeus Mozart

PIANO CONCERTO Nr. 9, K. 271,  ¨JEUNEHOMME¨

PIANO CONCERTO Nr. 25, K. 503.

Alfred Brendel, Piano.

Scottish Chamber Orchestra.

Dir: Sir Charles Mackerras.

(PHILIPS)

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      Homenaje al recién desaparecido genio del teclado, Alfred Brendel.

martes, 17 de junio de 2025

Alfred Brendel (1931-2025): In Memoriam.


 

El célebre pianista Alfred Brendel fallece a los 94 años.


Tal y como recoge The Times, el célebre pianista Alfred Brendel ha fallecido hoy a los 94 años de edad. Nacido en 1931, en Checoslovaquia, fue uno de los intérpretes más autorizados de las últimas décadas, con versiones de referencia de autores como Schubert o Beethoven.

En noviembre de 2007 Brendel anunció su retirada después de un concierto el 18 de diciembre de 2008 en Viena. Su concierto final en el Carnegie Hall tuvo lugar el 20 de febrero de 2008, con obras de Haydn, Mozart, Beethoven y Schubert.

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Platea Magazine

 

domingo, 15 de junio de 2025

Vangelis: Mythodea.


Vangelis

MYTHODEA

(Music for the NASA mission 2001 Mars Odyssey)

Vangelis, Keyboards.

Kathleen Battle, Jessye Norman, Sopranos.

London Metropolitan Orchestra

Dir: Blake Neely.

(SONY)

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      Complaciendo peticiones con una de las músicas más maravillosas creadas por Vangelis, aunque siempre sugeriré el video para el correcto disfrute de la experiencia visual conjugada con la sonora.


domingo, 8 de junio de 2025

Leningrado.


Dimitri Shostakovich

SYMPHONY Nr. 7, Op. 60  ¨Leningrad¨. 

Czech Philharmonic Orchestra

Dir:  Vaclav Neumann.

(SUPRAPHON)

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     En el espíritu del gran Shostakovich siempre estuvo su oposición a los totalitarismos. Sin duda si viviera hoy estaría en contra de una bestia sanguinaria como Vladimir Putin y encontraría las formas más inteligentes de expresarlo.

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     En la Sinfonía Nr. 7, ¨Leningrado¨, como en muchas otras obras del compositor, existe un mensaje oficialista, para la propaganda, para la exaltación patriotera,  que flota en la superficie, pero donde lo esencial es el mensaje encriptado que siempre va en las profundidades y que las almas pequeñas siempre serán incapaces de percibir.

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     Anexo las notas de Mark Wigglesworth, notable intérprete de Shostakovich, acerca de la Sinfonía Leningrado:

Resistencia

 

La estimación más baja del número de soviéticos asesinados por razones políticas entre 1928 y 1941 es de 7,9 millones. Algunas personas afirman que Stalin fue responsable de hasta tres veces esa cantidad de muertes. El horror máximo es, de hecho, que nadie lo sabrá nunca. El control de Stalin sobre el poder se sostuvo por el hecho de que nadie se atrevía a decir lo que pensaba, ni siquiera a sus esposas o hermanos. Era un terror al silencio. Un terror a la soledad. El miedo que rodeaba a todos es imposible de imaginar. Shostakovich ocasionalmente dormía en su pasillo para que cuando, en lugar de si llegaba la policía secreta, no molestara a su familia. Vivir con ese "cuando" es tan inconcebible como la imposibilidad de expresar dolor. Cualquiera que fuera visto o escuchado públicamente estar infeliz era simplemente eliminado de la sociedad.

 

Todo esto cambió el 22 de junio de 1941. Los alemanes invadieron. Las controvertidas pero creíbles memorias de Shostakovich explican cómo, al llegar la guerra, la gente se unió por un dolor común, cómo comenzaron a expresar su dolor públicamente y cómo la vida espiritual, que casi había sido destruida antes de la guerra, resurgió. «Mucha gente piensa que recuperé la vida después de la Quinta Sinfonía. No, recuperé la vida después de la Séptima. Por fin podía hablar con la gente. Todavía era duro, pero podía respirar. Por eso consideré los años de la guerra productivos para las artes».

 

Shostakovich finalmente pudo expresar en música el sufrimiento que experimentaba. Por supuesto, detestaba a Hitler, pero la invasión del dictador alemán le permitió ocultar el verdadero foco de su ira y dolor. Las memorias muestran que la Séptima Sinfonía había sido planeada antes de la guerra y no era simplemente una reacción a la agresión de Hitler. Shostakovich afirmó que todas las formas de fascismo le eran aborrecibles y que Stalin era tan criminal como Hitler. Los terribles años de preguerra no fueron olvidados. «En realidad, no tengo nada en contra de llamar a la Séptima Leningrado, pero no se trata de Leningrado bajo asedio. Se trata del Leningrado que Stalin destruyó y que Hitler simplemente remató». La reacción inmediata de Shostakovich ante la guerra fue intentar alistarse en el Ejército Rojo. Su mala vista significaba que solo era apto para ser bombero auxiliar. Afortunadamente, este trabajo le permitió componer su Séptima Sinfonía. Escribió frenéticamente, terminando el enorme primer movimiento en menos de seis semanas. Resistiendo la presión para ser evacuado, continuó trabajando, comenzando el segundo movimiento el 4 de septiembre. Ese mismo día, los ejércitos alemanes rodearon la ciudad y comenzó el asedio de Leningrado. Este duró 900 días. Casi un millón de personas, un tercio de la ciudad, murieron de hambre. Pronto, la gente tuvo que comerse a sus mascotas. Con el tiempo, surgieron historias de canibalismo, incluso dentro de las familias. Shostakovich continuó escribiendo, terminando el segundo y el tercer movimiento en menos de tres semanas. Para entonces, era de conocimiento público entre los rusos que su más grande compositor vivo estaba escribiendo una sinfonía en apoyo a su heroica resistencia. La importancia de este conocimiento, que elevaba la moral, fue bien comprendida por las autoridades soviéticas, quienes finalmente lograron persuadir al reticente compositor para que fuera evacuado. El último movimiento se completó en la relativamente segura ciudad de Kúibishev. La obra completa se escribió en menos de seis meses.

 

Sus primeras interpretaciones fueron grandes símbolos de patriotismo y su efecto propagandístico fue rápidamente percibido por los Aliados. La partitura fue microfilmada y contrabandeada a Teherán, desde donde fue enviada en un buque de la Armada estadounidense a Estados Unidos. El 19 de julio de 1942, Toscanini dirigió una interpretación con la Orquesta Sinfónica de la NBC que fue escuchada en directo por 20 millones de personas. Solo al año siguiente, se interpretó en 62 ocasiones más en Estados Unidos. La foto del compositor incluso apareció en la portada de la revista Time.

 

La actuación más extraordinaria de todas, por supuesto, fue la que tuvo lugar en Leningrado. Con la ciudad aún sitiada, solo 14 miembros de la Orquesta de Radio seguían con vida, pero decidieron montar una representación de esta obra monumental. Se colocaron carteles instando a todos los músicos disponibles a asistir a los ensayos. Cuando no hubo suficientes músicos, se ordenó a cualquier soldado que supiera tocar un instrumento que regresara del frente para unirse a la orquesta. Se concedió tal importancia a este símbolo de resistencia que los músicos incluso recibieron raciones extra. Para la actuación, el ejército organizó una distracción para silenciar las armas enemigas. El concierto se retransmitió en directo por la radio y todos los que lo escucharon se sintieron inspirados a continuar su desafío a los nazis. Incluso un general alemán, sentado en sus trincheras, lo escuchaba. Más tarde comentó: «Al terminar, me di cuenta de que nunca jamás podremos entrar en Leningrado. No es una ciudad que se pueda conquistar».

 

El primer movimiento plantea de inmediato el conflicto que permanecerá presente a lo largo de la sinfonía. La fuerza, la libertad y la individualidad de las cuerdas, representando al pueblo soviético, se enfrentaron a los ritmos brutales y mecánicos de las trompetas y los timbales, sus enemigos. Un solo de flauta nos invita a una atmósfera onírica de total serenidad, paz y calma. Es un mundo melancólico y nostálgico, que pronto será destrozado por la amenazante invasión. La marcha y la batalla que se desata son implacables. En lo que debe ser uno de los quince minutos de música sinfónica más extraordinarios jamás escritos, Shostakovich acumula agonía tras agonía. Justo cuando piensas que tiene que terminar, otra embestida te envuelve. Quería que fuera repetitivo y doloroso, pero, por supuesto, no es nada comparado con las realidades que sufría la gente bajo la tiranía.

 

Había muy pocas lápidas en la Unión Soviética. Las muertes a menudo se negaban. Para muchos se volvió crucial, al menos, encontrar los cuerpos de sus seres queridos. Esa era la única manera de intentar superar sus atroces pérdidas. Un solo de fagot parece describir a una madre que busca a su hijo muerto en el campo de batalla. Los pasos que lo acompañan son vacilantes, pero la melodía, con un propósito definido, es decidida. El cuerpo se encuentra con alivio y las trompas y la tuba logran entonar lo que podría ser un breve «Réquiem aeternam». Este único compás se repite tres veces. Los dos primeros evocan recuerdos muy lejanos del mundo del inicio, pero el último nos recuerda que aún quedan batallas por librar. El peligro está siempre presente.

 

Shostakóvich tituló el segundo movimiento « Recuerdos».Son recuerdos tristes. Tristes porque ahora es tan difícil bailar. Incluso es difícil recordar cómo se bailaba antes. La sección central es una ira amarga. Amargo porque el único baile que se da ahora es forzado y antinatural. El vacío que sigue está perfectamente orquestado. Las arpas, que hacen su primera aparición después de al menos media hora, intentan consolar. Pero los ritmos de las flautas no se ven afectados y el clarinete bajo se queda cantando la melodía con tristeza, mirando hacia el futuro nihilista. Solo la flauta alto al final da un motivo de esperanza. Para muchos, la esperanza era todo lo que tenían.

 

En el Adagio, las líneas de batalla vuelven a estar claramente dibujadas. Los vientos implacables, fortissimo y acentuados, contrastan con las cuerdas flexibles, solo fuertes y cálidas. Hay una historia terrible de una niña de nueve años que fue enviada a un campo de trabajo durante veinte años porque la oyeron cantar una canción del oeste. El conmovedor y sencillo solo de flauta sugiere la soledad del silencio. De no poder cantar. Provoca una gran ira, por supuesto, que estalla en la sección central del movimiento. A diferencia de la amargura del movimiento anterior, esta ira es de pasión. Es la pasión la que, en última instancia, logra el mayor éxito. Le sigue la sección de viola completa cantando en espressivo la melodía privada anterior del flautista. Es como si Shostakovich dijera que si nos mantenemos unidos podemos sobrevivir. Si todos cantamos, no podremos ser vencidos. La victoria será nuestra, y el triunfo de esta es la sección de cuerda completa tocando la música inicial del movimiento. Lo que había sido frío, implacable e inhumano ahora está revestido de cada gramo de alegría humana. Es el clímax emocional de la obra.

 

Las batallas que se sugería que regresarían lo hacen en el final. Pero el tercer movimiento ha enseñado a la gente la forma de sobrevivir, y es su espíritu incansable el que conduce la sinfonía fuera de su largo túnel hacia la luz. Mucha gente se pregunta si esta pieza es optimista o pesimista. Justo al final, cuando el tema inicial es entonado con fulgor por toda la orquesta en un triunfante Do mayor, regresa el tambor lateral. Nos recuerda que, por mucho que podamos vencer la tiranía, el mal siempre estará ahí, acechando. El optimismo es que podemos resistirlo, pero el realismo es que siempre estará con nosotros.

 

La capacidad innata de la música para ser ambigua es una de sus mayores fortalezas, y para Shostakovich, esto le salvó la vida. Pudo expresar su creencia de que un día Stalin sería derrocado, que la humanidad podría derrotar a la tiranía, y que él podría sobrevivir al hacerlo. Sustituyendo a un tirano por otro, pudo componer una obra maestra que pudo ser interpretada por millones de personas durante su vida, sin traicionar su conciencia. Esta pieza no trata sobre Hitler. Ni siquiera trata realmente sobre Stalin. Su atemporalidad y su grandeza residen en su constante relevancia. La tragedia de esta pieza es que siempre habrá tiranos, siempre habrá sufrimiento. Lo que la pieza ofrece es la esperanza de que, a pesar de eso, el espíritu humano nunca será quebrantado. El mal siempre estará presente, pero también lo estará la constante capacidad de la humanidad para resistirlo.

 

© Mark Wigglesworth 1996

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     En cuanto a la discografía disponible de la 7ma, por fortuna ha venido en ascenso en las últimas tres décadas, después de un relativo olvido, en parte por la mayor disposición de grandes orquestas sinfónicas capaces de desplegar todo lo que requiere semejante partitura. Por otra parte las grandes disqueras consiguieron a la obra rentable y de cierto tiempo para acá no han parado. Hay grandes grabaciones de referencia aceptadas por consenso por la crítica calificada (Bernstein, Neeme Järvi, Temirkanov). Me atrevo a añadir como sugerencia ésta grabación de Vaclav Neumann, grabación de 1974 con la Filarmónica Checa y que en lo personal es la que más me ha tocado la fibra. Aún teniendo cualquier favorita, ésta debe ser conocida.
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M-S.  




viernes, 6 de junio de 2025

Rodolfo Saglimbeni (1962-2025): In Memoriam.


     Muy entristecido al enterarme de la muerte del Maestro Rodolfo Saglimbeni, uno de los músicos más insignes nacidos en tierra venezolana. Director por muchos años de la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas, partió a Chile a ocupar la titularidad de la Orquesta Sinfónica de Chile, su último cargo. Ha partido prematuramente después de una penosa enfermedad... Se le recordará por su estilo siempre asertivo, objetivo y respetuoso de la partitura al momento de empuñar la batuta, sin abandonar la inspiración. Paz a su alma y gracias por su arte.

sábado, 31 de mayo de 2025

Per Nørgård (1932-2025): In Memoriam.

 


Per Nørgård  (1932-2025)

- SINFONIA Nr. 1  (SINFONIA AUSTERA)

- SINFONIA Nr. 2  (SINFONIA EN UN MOVIMIENTO).

Danish National Radio Symphony Orchestra.

Dir:  Leif Segerstam.

(CHANDOS)

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   Ha fallecido anteayer 28 de mayo a los 92 años el célebre compositor danés Per Nørgård, el más importante de la música académica danesa contemporánea junto a Poul Ruders y sin duda uno de los compositores vivos de mayor relevancia mundial.  Su notable discografía de música de cámara, sinfonías y opera acreditan su gran talento.  Les compartiré el ciclo de sus sinfonías a manera de merecido homenaje. Descanse en paz y gracias por su arte.

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M-S.





sábado, 24 de mayo de 2025

Bacri: Una Oración.


Nicolas Bacri  (n. 1961)

UNE PRIÉRE , Op. 52, para violín y orquesta  

Laurent Korcia, violín.

WDR Sinfonieorchester Köln

Dir:  Semyon Bychkov.

(RCA)

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     A la mémoire des martyrs juifs des tous les temps / A la memoria de los mártires judíos de todos los tiempos.

viernes, 16 de mayo de 2025

Ravel: El Niño y los Sortilegios.


Maurice Ravel

L´ENFANT ET LES SORTILÉGES.

(Fantaisie lyrique en deux parties)

Susan Wyner, Jocelyne Taillon, Jane Berbié, Jules Bastin, Philippe Huttenlocher, 

Phillip Landridge, Arleen Auger, Linda Finnie, Linda Richardson (Solistas).

Ambrosian Singers

London Symphony Orchestra.

Dir: André Previn.

(EMI)

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viernes, 9 de mayo de 2025

Gliére: El Caballero de Bronce.


Reinhold Gliére

EL CABALLERO DE BRONCE

BBC Philharmonic

Dir:  Sir Edward Downes.

(CHANDOS)

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     Atendiendo antíguas peticiones y aprovechando el año de Gliére, vuelvo a subir éste maravilloso disco, de lo mejor de ésta serie de Chandos.

 

domingo, 4 de mayo de 2025

Shostakovich: Sinfonía Nr. 6.

Dimitri Shostakovich

SINFONÍA Nr. 6, Op. 54

London Symphony Orchestra

Dir: André Previn.

(EMI)

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   La Sinfonía Nr. 6 de Shostakovich fue compuesta durante el año 1939. Después del éxito incontestable de la Quinta, el compositor se sentía bajo la presión de tener que componer otro trabajo ¨que hablara al pueblo¨ (y por supuesto, al partido comunista). La obra fue inicialmente concebida como una gran pieza para coro y orquesta, alegórica al camarada Lenin, pero el proyecto fue abandonado, recogiendo las mejores partes orquestales para armar lo que sería la Sinfonía Nr. 6, una obra más abstracta, sin referencias políticas, y si se quiere, extrañamente ensamblada:  un prolongado y lúgubre Largo seguido de dos movimientos rápidos de optimismo ambivalente y satírico, con el típico lenguaje cifrado de un compositor vigilado por el régimen. 

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      La Sexta fue estrenada en Leningrado, el 21 de noviembre de 1939, a cargo de Mravinsky dirigiendo su Filarmónica. El recibimiento fue bastante entusiasta, sobre todo por el vigoroso Presto final y a pesar del éxito de la obra, fue retirada pronto de los repertorios, a medida que el ambiente político y la cercanía de la guerra iban enrareciéndolo todo. 

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     Como señala el joven y gran director shostakoviano, Vasily Petrenko, ¨La Sexta fue un trabajo difícil para Shostakovich, pues había resuelto no ser ampuloso ni populachero... quería ir a lo profundo y explorar en laboratorio.... De ahí lo masivo del primer movimiento: mi instinto me dice que el compositor puede haber estado trabajando en ese movimiento mientras componía la Quinta... una larga y sombría exploración del espíritu humano¨.

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     El segundo movimiento es una especie de Intermezzo entre la exposición del primero y el gran despliegue energético del tercero. Volviendo a Petrenko: ¨El tercer movimiento, Presto, es increíblemente demandante... quizás Shostakovich probaba cuán lejos podría ir en lenguaje al mundo de la Sinfonía Nr. 4¨.

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      La discografía existente de la 6ta es amplia y está bien servida en cuanto a buenas grabaciones, desde Mravinsky, quien la estrenó, pasando por Stokowski, quien hizo la primera grabación comercial con la Orquesta de Filadelfia. Y así tenemos una serie de grandes grabaciones (Fritz Reiner, Alexander Gauk, Rozhdestvensky, Bernstein, Berglund, Kondrashin, Maxim Shostakovich...).  De toda ésta pléyade, les comparto mi preferida, André Previn con la Sinfónica de Londres, que dejan un monumento a la perfección y que explora todas las aristas de ésta enigmática obra, en el mejor sonido EMI. Para el Panteón de grandes discos shostakovianos.

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M-S. 

 

martes, 29 de abril de 2025

Rimsky-Korsakov: Sinfonía Nr. 1.


Nikolai Rimsky-Korsakov

SINFONÍA Nr. 1, Op. 1

Bergen Philharmonic Orchestra

Dir:  Dmitri Kitajenko

(CHANDOS)

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      Considerada en su momento por el célebre grupo de ¨Los Cinco¨ como la ¨primera sinfonía rusa¨ por la ausencia completa de influencias germánicas, la Primera de NRK (1865) es una obra no magnífica pero sí muy buena y que sin duda vale la pena su audición.  La grabación de Kitajenko explota muy bien todas las bondades de ésta partitura fresca y juvenil, y en el sonido característico de CHANDOS.

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M-S.



miércoles, 23 de abril de 2025

Shostakovich: Los dos Conciertos para Piano.


Dimitri Shostakovich

PIANO CONCERTO Nr. 1, Op. 35

William Vacchiano, Trumpet

André Previn, Piano.

PIANO CONCERTO Nr. 2, Op. 102

Leonard Bernstein, Piano.

New York Philharmonic

Dir:  Leonard Bernstein.

(SONY)

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viernes, 18 de abril de 2025

domingo, 13 de abril de 2025

Palestrina: Stabat Mater.


Gregorio Allegri

MISERERE

Giovanni Pierluigi da Palestrina

STABAT MATER

Choir of King´s College, Cambridge.

Dir:  David Willcocks.

(DECCA)

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     Para el inicio de los Días Santos, con dos obras típicas de temporada. Homenajeando a Palestrina en los 500 años de su nacimiento.


jueves, 10 de abril de 2025

Shostakovich: La Quinta.

Dimitri Shostakovich

SYMPHONIE Nr. 5, Op. 47.

Prague Radio Symphony Orchestra

Dir:  Maxim Shostakovich.

(SUPRAPHON) 

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    Arribamos a la Sinfonía Nr. 5 de Shostakovich en ésta serie homenaje al gran compositor soviético.

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     Es mucho lo escrito sobre ésta obra, probablemente la que tenga mayor cantidad de referencias y escritos sobre sus análisis, circunstancias biográficas que giraron en torno a su composición y la variedad en su discografía. Como he señalado anteriormente para cada gran compositor de sinfonías desde Beethoven, pareciera que la Nr. 5 siempre marca un hito de importancia en cuanto a la relevancia artística. La 5ta de Shostakovich no es excepción. Para no extenderme demasiado, es bien conocido que hay dos formas fundamentales de abordar la Op. 47: la forma épica-triunfalista, en el enfoque aparente y superficial de la partitura;  y el enfoque trágico, oscuro y desolador, el del regocijo obligado a punta de pistola que es el que realmente pretendió transmitir el compositor en las entrelíneas. En cuanto al verdadero y correcto enfoque de la 5ta, uno de sus más encumbrados e indiscutibles exponentes no podía ser otro que el mismo hijo del compositor, Maxim Shostakovich, con tres grandes grabaciones en su haber, diferentes una de otra, una soviética editada por RCA (considerada modélica); otra londinense para el sello COLLINS (la más débil) y la presente grabación, tal vez la más personal, pero también la más implacable, opresiva y desoladora, hecha en Praga para el ciclo del sello SUPRAPHON. No es una ejecución perfecta, se lamenta que no sea una orquesta de primera fila como la Filarmónica Checa, pero vaya que éstos músicos de la Radio de Praga dan lo mejor que pueden y el momento musical logrado en su conjunto resulta en un evento extraordinario, con una prolongadísima y agónica coda en el Finale que cierra la sinfonía de un modo increíble, algo que hay que escuchar para experimentarlo, pues no hay palabras apropiadas para describirlo. Grabación tomada de evento en vivo y resulta interesante sentir en la grabación la atmósfera del auditorio presente.

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M-S.



viernes, 4 de abril de 2025

Monteux 150.


Claude Debussy

- IMAGES.

- LE MARTYRE DE SAINT SÉBASTIEN.

London Symphony Orchestra

Dir: Pierre Monteux.

(PHILIPS)

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    Conmemorando los 150 años del nacimiento de uno de los verdaderamente grandes directores de la historia, Pierre Monteux.

domingo, 30 de marzo de 2025

Gliére: Il´ya Muromets.

Reinhold Gliére

SYMPHONY Nr.3, Op. 42 ¨IL´YA  MUROMETS¨

Czechoslovak Radio Symphony Orchestra, Bratislava.

Dir: Donald Johanos.

(NAXOS)
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    La Sinfonía Nr. 3 de Gliére es su gran obra sinfónica, por su longitud, proporciones y objetivos programáticos. La misma describe episodios de la vida del mítico héroe ucraniano de la Rus de Kiev,   Il´ya Muromets. La obra fue compuesta entre 1908 y 1911 y dedicada a Glazunov. El estreno tuvo lugar en Moscú, el 23 de marzo de 1912, bajo la batuta de Emil Kuper. El éxito de la obra llevó a Gliére a llevarse su tercer Premio Glinka (1914).

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   La obra está estructurada en cuatro movimientos, cada uno de los cuales narra de manera programática un episodio de la epopeya. La instrumentación utilizada es amplia y ambiciosa. La obra  es considerablemente larga (entre 70 y 85 minutos, dependiendo de la naturaleza de la ejecución). Los movimientos a saber:

I.- Peregrinos errantes: Ilya Muromets y Sviatogor  (Andante sostenuto - allegro risoluto)

II.- Solovei el bandido (Andante)

III.- El Palacio del Príncipe Vladimir (Allegro)

IV.- Las hazañas y petrificación de Il´ya Muromets (Allegro-Maestoso-Andante sostenuto).

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      En cuanto a grabaciones, y a pesar de la popularidad de la obra, no hay demasiadas en el catálogo, seguramente por los requerimientos para ejecutarla. La primera grabación comercial corresponde a Leopold Stokowski, quien la tomaría como caballito de batalla y la grabaría en tres ocasiones diferentes. Existe otra grabación de 1952 a cargo de Hermann Scherchen y luego salió una hecha por Eugene Ormandy. Todas estas grabaciones pioneras adolecen de recortes importantes. En los años 70´s surge con mucha expectativa la emblemática grabación de Harold Farberman, importante por ser la primera hecha de la partitura completa. Sin embargo la longitud y los tiempos lentos no ayudan a una fácil asimilación.  Con el tiempo fueron saliendo las grabaciones de León Botstein, Sir Edward Downes para CHANDOS y Donald Johanos para NAXOS que se ha convertido ésta última en una gran favorita, por la exquisitez y asertividad en la ejecución, así como los muy apropiados tiempos que la hacen durar poco más de 70 minutos. Recientemente ha salido la grabación de JoAnn Falletta, muy redonda e impecable, pero probablemente la de Johanos sea un poco más emotiva, mejor tocada y con más sabor eslavo, por lo que la propongo como grabación ideal.    

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M-S.

jueves, 27 de marzo de 2025

La Fantástica por Dohnányi.


Hector Berlioz

SYMPHONIE FANTASTIQUE, Op. 14

The Cleveland Orchestra

Dir:  Christoph von Dohnányi.

(DECCA)

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      Magnífica versión de la Fantástica de Berlioz, una de las mejores en disco.


sábado, 22 de marzo de 2025

Shostakovich: Quinteto con Piano.


 Dimitri Shostakovich

- PIANO QUINTET, Op. 57

- STRING QUARTET Nr. 1, Op. 49

Miroslav Langer, Piano

Talich Quartet

(SUPRAPHON)

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    Adentrando en algo de música de cámara para reforzar aquello de que en la variedad está el gusto.

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    Dentro de la vasta producción musical de Shostakovich sólo figura un único quinteto para piano y cuerdas, el Op.57 (1940).  Se trata de una obra extensa, profunda, de proporciones casi sinfónicas. El compositor se sentía más a gusto con el formato ¨cuarteto de cuerdas¨ por lo que se entiende que éste sea su único quinteto. La obra deja reminiscencias de Beethoven, de Mahler y de su propia y contemporánea Sinfonía Nr. 5, aunque en ciertos pasajes pareciera querer hacer una retrospección al barroco. La obra fue estrenada en el ¨Pequeño Salón¨ del Conservatorio de Moscú, el 23 de noviembre de 1940 con el Cuarteto Beethoven de Moscú y el compositor al piano. Dmitri Tsyganov, colega y amigo de Shostakovich, refiere que ¨el estreno, sin exageración, fue un triunfo... la audiencia demandó encores de los últimos tres movimientos¨.  

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      Se trata de una maravilla poco conocida y que merece su difusión.

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M-S

sábado, 15 de marzo de 2025

Conciertos para Arpa.


Reinhold Gliére

1-3)  HARP CONCERTO, Op. 74

4-6)  CONCERTO FOR COLORATURA SOPRANO AND ORCHESTRA, Op. 82

Alberto Ginastera

7-9)  HARP CONCERTO, Op. 25

Rachel Masters, Harp

Eileen Hulse, Soprano

City of London Sinfonia

Dir:  Richard Hickox.

(CHANDOS)

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    Magnífico disco de CHANDOS, con una acertadísima y original selección de obras.


 

martes, 11 de marzo de 2025

Vangelis: Juno a Júpiter.


Vangelis

JUNO TO JUPITER (2021)

Angela Gheorghiu, Soprano.

(DECCA)

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   ¨Juno a Júpiter¨ es el último álbum de estudio de Vangelis, publicado poco antes de su muerte, acaecida en 2022.  Se trata del tercer álbum inspirado en las misiones espaciales de la NASA, después de Mythodea (2001), alegórico a la misión Juno al planeta Júpiter. Del mismo modo que Mythodea, éste álbum, ¨Juno¨ está desplegado más en forma de música incidental que como colección de pistas independientes. La obra combina el sonido instrumental con la participación de Angela Gheorghiu en partes vocales en un toque operístico, aunque con menos impacto que el logrado en Mythodea.  Disfruten entonces de la obra postrera del gran Vangelis.

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M-S.

viernes, 7 de marzo de 2025

Ravel 150.


Maurice Ravel  (n. 07.03.1875)

DAPHNIS ET CHLOE

Boston Symphony Orchestra

Dir:  Charles Munch

(RCA-1955)

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     Celebrando a Ravel en su sesquicentenario con su obra cumbre y en su grabación de referencia.

 

martes, 4 de marzo de 2025

Ravel: Piano Concertos.

Maurice Ravel

PIANO CONCERTOS

Samson Francois, Piano

Orchestre de la Societé des Concerts du Conservatoire

Dir:  André Cluytens.

(EMI)

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     Grabaciones oficialmente reconocidas como referencia para los dos conciertos de Ravel.


jueves, 27 de febrero de 2025

Shostakovich: Sinfonía Nr. 4.

Dimitri Shostakovich

SYMPHONY Nr. 4, Op. 43  (1936)

Royal Scottish National Symphony Orchestra

Dir: Neeme Järvi.

(CHANDOS)

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     La Sinfonía Nr. 4 de Shostakovich fue compuesta entre septiembre de 1935 y mayo de 1936, durante una de las épocas de mayor terror del estalinismo en la URSS. A la par de la Cuarta, Shostakovich venía trabajando en su Opera ¨Lady Macbeth de Mtsensk¨,  estrenada a principios de 1936 y que se ganó la reprobación por parte de la censura estalinista. Con el título ¨Confusión en lugar de música¨, el diario Pravda, por órdenes del mismo Stalin, denunciaba al compositor y atacaba a la obra por su desapego de los valores del ¨realismo socialista¨. Shostakovich llegó a temer por su propia vida. A pesar de que ya se habían comenzado ensayos para el estreno de la Cuarta, el revuelo causado por Lady Macbeth hizo que se cancelaran más ensayos y por lo tanto el estreno, probablemente con la aprobación y acuerdo del mismo compositor. La Cuarta durmió un largo sueño hasta su estreno en 1961, ya con Stalin bien muerto.  En cuanto a grabaciones, la implacable lectura de Neeme Järvi es para mí la elección más obvia. 

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Agrego a continuación las muy bien escritas notas de Mark Wigglesworth sobre la Sinfonía n.º 4.

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Secretos

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En el otoño de 1935, el todavía joven pero ya muy celebrado Shostakovich tenía todos los motivos para empezar a componer su Cuarta Sinfonía con suprema confianza. Su reciente ópera Lady Macbeth de Mtsensk había sido un éxito sensacional y él era sin duda el niño de oro musical de la Unión Soviética. Pero a los pocos meses la burbuja eufórica estalló cuando Stalin fue a ver la ópera en persona e inmediatamente escribió el infame artículo en el periódico Pravda que describía al precoz músico como un compositor de "confusión en lugar de música" y un enemigo del estado. La vida de Shostakovich dio un vuelco. Conocerlo era peligroso; asociarse con él era suicida. La gente cruzaba la calle para evitarlo y él guardaba una maleta llena de ropa interior abrigada y zapatos resistentes para el día en que presumía que lo enviarían a Siberia. La presión sobre el joven de veintinueve años para que se disculpara por su música era intensa. Hacia el final de su vida, le explicó a su amigo Isaak Glikman: «Las autoridades intentaron por todos los medios hacerme arrepentir y expiar mi pecado, pero me negué. Entonces era joven y tenía fuerza física. En lugar de arrepentirme, compuse mi Cuarta Sinfonía».

Es difícil decir en qué parte de la obra estaba trabajando Shostakovich cuando apareció el artículo de Pravda . A partir de varios documentos fechados, podemos suponer que se trataba de algún punto del final, pero tratar de encontrar el punto específico es, en última instancia, un ejercicio bastante inútil, ya que Shostakovich era un compositor que concebía sus obras en su totalidad antes de escribirlas. Es perfectamente posible que la composición no se viera afectada de ninguna manera por el ataque. Cualesquiera que sean los cambios a los que el artículo obligó a Shostakovich como hombre, Shostakovich como compositor probablemente no se desvió ni un ápice de su rumbo. La cuestión después de Pravda no era si terminar la pieza, sino si hacerla interpretar o no.

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Shostakovich terminó la sinfonía en mayo de 1936 y, en un principio, estaba decidido a que se interpretara su nueva obra. Cuando sus amigos cercanos le preguntaron cuál creía que sería la reacción oficial, no se amilanó: "No escribo para Pravda...Escribo para mí mismo". La fecha del estreno se fijó para el 30 de diciembre de 1936, con la Orquesta Filarmónica de Leningrado dirigida por su director musical, Fritz Stiedry. Las razones de lo que sucedió después no están claras. En algún momento durante los ensayos, Shostakovich decidió retirar la sinfonía de la interpretación, alegando que sentía que el final necesitaba una reescritura y que la obra en su conjunto adolecía de "grandiosomanía". Pero más tarde dijo que lo hizo porque Stiedry estaba haciendo un desastre espantoso de los ensayos. Sin embargo, Isaak Glikman afirma que la verdadera razón por la que se abandonó la interpretación fue debido a la intolerable presión ejercida sobre la Orquesta Filarmónica de Leningrado por parte de las autoridades. Más que tener algo que ver con la pieza o el director, la retirada fue el resultado de que el director de la orquesta pidió al compositor que tomara la decisión por su cuenta y protegiera a todos los involucrados como resultado.

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Cualquiera que haya sido la razón, fue un momento extremadamente tenso. Todos tenían que doblegarse a las exigencias del realismo socialista y el peligro de no seguir la línea era algo que afectaba a todos. "Tenía miedo", dijo Shostakovich. "El miedo era un sentimiento común para todos entonces, y yo no perdí mi parte. El peligro me horrorizaba y no veía salida. Quería desesperadamente desaparecer. Pensé en la posibilidad con gusto. Estaba completamente destruido. Fue un punto bajo que borró mi pasado. Y mi futuro. Los terribles años de preguerra. De eso tratan mis sinfonías, comenzando con la Cuarta".

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Nadezhda Mandelstam, la escritora rusa que fue contemporánea y amiga de Shostakovich escribió sobre el impacto interno de ser aterrorizada de esa manera: "Una existencia como esta deja una marca. Todos nos volvemos ligeramente desequilibrados mentalmente, no enfermos, pero tampoco normales: desconfiados, mentirosos, confusos e inhibidos en nuestro habla, al mismo tiempo que damos una muestra de optimismo adolescente. Si vives en un estado de pánico constante, empiezas a tener una conciencia especial de cada minuto, de cada segundo. El tiempo se arrastra, adquiere peso y oprime el pecho como si fuera plomo. No se trata tanto de un estado mental como de una sensación física. También podría haber estado describiendo el impacto emocional de escuchar la Cuarta Sinfonía de Shostakovich.

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El manuscrito de la obra no interpretada se perdió durante la guerra. No fue hasta mucho después de la muerte de Stalin que un bibliotecario de la Filarmónica de Leningrado encontró todas las partes orquestales en sus archivos y reconstruyó la partitura exactamente como había sido cuando Shostakovich la retiró. La Cuarta Sinfonía fue entonces entregada al director Kirill Kondrashin y a la Orquesta Filarmónica de Moscú, y finalmente se interpretó el 30 de diciembre de 1961, veinticinco años más tarde de lo previsto originalmente.

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Tras el estreno, Shostakovich se mostró inusualmente elogioso con respecto a su propia obra: «En muchos aspectos, mi Cuarta Sinfonía es mucho mejor que las últimas. Es mejor que la Octava». Y, sin embargo, durante un cuarto de siglo nunca había sugerido públicamente que se interpretara, ni había contradicho la idea de que había sido su propia decisión retirarla. Tal vez se sentía culpable por haber cedido, a sus propios ojos. Tal vez le resultaba más fácil denigrar la pieza que admitir que había dejado que las autoridades dictaran su vida. «Mi Cuarta Sinfonía fue un fracaso», había dicho en 1956. «Es una obra muy imperfecta y prolija». Pero el hecho es que, a pesar de las críticas públicas que le había dirigido a lo largo de los años, cuando llegó el momento de interpretarla en 1961 insistió en que no se haría ningún cambio. Shostakovich puso en su lugar a un director de orquesta tan famoso como Otto Klemperer cuando, por razones prácticas, pidió que se redujera el número de flautas necesarias de seis a cuatro. "Lo que se ha escrito con una pluma no se puede borrar con un hacha", fue la respuesta tajante del compositor.

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La pieza es indudablemente enorme, pero aunque requiere una orquesta de 125 músicos, su verdadero exceso reside en su forma, o más bien en su aparente falta de forma. Pero criticar la pieza por esto es ignorar el hecho de que la estructura aparentemente incoherente y a veces inconexa es el punto central de la obra. La música es grandiosa y grandilocuente porque habla de grandiosidad y grandilocuencia. Se pretende exagerar.

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"Gigantomanía" fue un término utilizado por un economista en la década de 1930 para describir el estado de ánimo de la vida pública en Rusia. De un sentimiento de inferioridad respecto del Occidente industrializado surgió una fanfarronería que exageraba los logros del Estado. Todo lo grande se celebraba. Había granjas tan grandes que los trabajadores pasaban más tiempo moviéndose por ellas que trabajando, proyectos inútiles como la excavación del canal del Mar Blanco que costó cien mil vidas, y discursos como el que sigue, pronunciado por un delegado en el Séptimo Congreso de los Soviets en 1935:

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«Debo cantar, gritar, gritar a viva voz mi alegría y felicidad. Todo es gracias a ti, oh gran maestro Stalin. Nuestro amor, nuestra devoción, nuestra fuerza, nuestros corazones, nuestro heroísmo, nuestra vida, todo es tuyo. Tómalos, gran Stalin, todo es tuyo, oh líder de este gran país. Los pueblos de todos los tiempos y de todas las naciones darán tu nombre a todo lo que es bello y fuerte, a todo lo que es sabio y hermoso. Cuando la mujer que amo me dé un hijo, la primera palabra que enseñaré será «Stalin».»

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«Exagerar» su música era una manera de Shostakovich de dar a ciertas personas lo que querían y, al mismo tiempo, permanecer irónico a los ojos de los demás. ¿Quién puede saber si la exageración es deliberada o no?

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Shostakovich debió tener sentimientos encontrados sobre el éxito final, aunque tardío, de la obra: preguntas sobre lo que podría haber sido, el recuerdo de aquellos tiempos difíciles, tal vez incluso culpa artística por abandonar el camino musical modernista que había estado siguiendo. Aunque hay un dinamismo y una impetuosidad en esta pieza que nunca vuelven a aparecer en su obra, el desafío de tener que escribir música más popular y al mismo tiempo permanecer fiel a sí mismo puede haber sido una disciplina valiosa, sin la cual no habría tocado a tantas personas. Tal vez el hecho de que lo "controlaran" fue lo mejor que le pudo haber pasado. Alternativamente, uno podría considerar el cambio de estilo que siguió a los eventos de 1936 como una tragedia y lamentar la pérdida de una mente fantásticamente brillante y original, y solo tratar de imaginar qué dirección podría haber tomado su música si se le hubiera permitido permanecer artísticamente libre.

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Poco antes de su muerte, Shostakovich intentó explicar su propia visión. "Cómo lograron contorsionarnos, deformar nuestras vidas. Me preguntas si hubiera sido diferente sin "Guía del partido"? Sí, casi con toda seguridad. Sin duda, la línea que seguí cuando escribí la n.° 4 habría sido más fuerte y más nítida en mi obra. Habría mostrado más brillantez, habría usado más sarcasmo, habría podido revelar mis ideas abiertamente en lugar de tener que recurrir al camuflaje; habría escrito música más pura. Esta enigmática declaración es apropiada para uno de los compositores más enigmáticos. Al igual que su música en sí, nos deja la libertad de formar nuestra propia opinión sobre lo que está tratando de decir.

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© Mark Wigglesworth 2008

 

domingo, 23 de febrero de 2025

Sinfonías de Tchaikovsky: Discografía Recomendada.


Después del largo paseo recorrido a través de la serie ¨Todo Tchaikovsky¨, me atrevo a dejar una lista de las grabaciones de sus sinfonías que se pueden considerar de referencia, tomando en cuenta calidad artística y de sonido... Digamos que mi selección personal si tuviera que quedarme obligatoriamente con una sola versión...

 

Sinfonía Nr.1, Op.13. Herbert von Karajan / Berliner Philharmoniker (DG):  sin duda el ciclo berlinés de Karajan grabado para Deutsche Grammophon siempre ha sido una referencia fácil, por sus altos estándares artísticos y sonoros. Lástima que no se animara con Manfredo. Del mismo resalta especialmente su grabación de la Sinfonía Nr.1, ¨Sueños de Invierno¨, hecha con especial cuidado, depuración y planificación. Probablemente no la más eslava (tampoco se trata de una sinfonía eslava a la manera de Los Cinco), pero sí la más bellamente tratada, mirando a Schumann, atenta al fraseo lírico, al logro maravilloso de las atmósferas oníricas que sugieren los movimientos y con una Filarmónica de Berlín en plena forma que responde a la perfección a los requerimientos de Karajan. Un esencial.



Sinfonía Nr.2, Op.17. Claudio Abbado / Chicago Symphony Orchestra (SONY):  Abbado siempre fue un entusiasta y campeón de ésta sinfonía, la ¨Ucraniana¨, dejando al menos dos grandes grabaciones, la de DG hecha con la New Philharmonia y la presente, hecha para CBS (ahora SONY) con la Sinfónica de Chicago. Grabación tremenda, con suficientes grados de lirismo, buen gusto, folklore eslavo y emoción, con todos los departamentos de la orquesta perfectamente ensamblados (bronces, percusión y tam-tam, los ideales, sin extremos ensordecedores de otras competidoras) dejando un resultado memorable. En la grabación de DG es básicamente el mismo enfoque, pero la Sinfónica de Chicago me resulta en ésta ocasión superior. 



Sinfonía Nr.3, Op. 29.  Neeme Järvi / Göteborgs Symfoniker (BIS):  siempre la eterna cenicienta de las sinfonías de Tchaikovsky, lo cual me parece una lástima, pues es difícil algo más Tchaikovskiano que la ¨Polaca¨, la Sinfonía Nr. 3 goza sin embargo de una discografía respetable que le hace honor. Atendiendo a que la ¨Polaca¨ mira hacia el Tchaikovsky balletístico, considero que quien mejor ha entendido éste mundo particular ha sido Neeme Järvi (su hijo Paavo también lo ha demostrado). Järvi padre, que aunque ha dejado un ciclo bastante irregular, resalta por ésta ¨Polaca¨ magníficamente juzgada, plena de momentos emotivos, rimbombancia sólo la necesaria y maravillosamente tocada por la orquesta sueca. Merecida reivindicación a tan maravillosa partitura.  



Sinfonía Nr.4, Op.36.  Claudio Abbado / Wiener Philharmoniker (DG): la competencia en la Cuarta es feroz, tratándose de la sinfonía más popular del gran trágico ruso y por tanto una de las más interpretadas y grabadas. Aunque siempre exista una favorita, la excelsa grabacion de Claudio Abbado con la Filarmónica de Viena establece pautas en cuanto a los más altos estándares de calidad artística. Grabación precisa, equilibrada, sin las aberraciones de mal gusto que pretenden grabaciones ¨más rusas¨ (Mravinsky)... Bella pero excitantemente tocada, sin intervencionismos vacíos ni excesos retóricos, de una intensidad lacerante que quema en los momentos cumbre. La Filarmónica de Viena en plena forma, nunca desbocada (comparables a los berlineses con Karajan para la Primera) y en un momento de particular inspiración bajo la batuta del mejor Abbado posible. Si se busca una Cuarta que concilie todas las tendencias interpretativas, ésta es la elección.



Sinfonía Nr.5, Op.64.  Bernard Haitink / Concertgebouw (PHILIPS):  sin duda mi elección particular, la de Haitink, de la cual hablé suficiente en la entrega correspondiente. Habrá otras más intensas o más rusas (Koussevitzky), pero ninguna otra mejor tocada. La Orquesta del Concertgebouw en su gloria sonora.



Sinfonía Nr.6, Op.74.  Igor Markevitch / London Symphony Orchestra (PHILIPS):  arribamos a la Patética, recientemente tratada. Como sucede con la Cuarta, la ¨Patética¨ le sigue como sinfonía más grabada e interpretada, y la situación se complica al haber una buena cantidad de grabaciones que aciertan por completo en el momento musical, por lo que es casi imposible quedarse con una sola grabación. Pero como el ejercicio exige proponer una sola, me sigo quedando con la canónica grabación de Igor Markevitch, de su también famoso ciclo con la Sinfónica de Londres, donde sin duda la ¨Patética¨ resalta. De nuevo nos encontramos ante una lectura áspera, escarpada, de carga dramática que corre a expensas de las intensidades y contrastes y no de las velocidades, ajena a la retórica grandilocuente ni histérica (escuchen ese Scherzo que suena como verdadera marcha hacia el Purgatorio)... Como leí en una acertada descripción, ¨grabación sobria, severa y durísima¨, más en la línea de Klemperer o de Karl Böhm (sí, Karl Böhm, con la misma orquesta). Aunque tenga su favorita, ésta es esencial.


Manfredo, Op.58.  Mariss Jansons / Oslo Philharmonic (CHANDOS):  llegamos finalmente a Manfredo, que aunque Poema Sinfónico en cuatro cuadros, cuadra más como sinfonía. En espera aún de que salga una grabación perfecta, a día de hoy me sigue pareciendo la hermosa grabación de Mariss Jansons como la que más se aproxima a lo ideal y una de las pocas que supera todas las pruebas de fuego que exige la partitura (obsérvese el modo de abordar la coda del primer movimiento, el verdadero enfoque mendelssohniano del Scherzo, llevado sin desboque; la grácil delicadeza del pastoril Andante que alcanza eficazmente su clímax en la parte más dramática con el sonido y sincronización perfecta de las ¨campanas¨ y el verdadero ambiente de bacanal que alcanza el Finale con una coda coral y participación del órgano inolvidable). La calidad sonora de Chandos es la típica que ha hecho famoso a ese sello. Es el Manfredo ideal y una de las cúspides del famoso ciclo de Jansons.

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M-S.