Hans Rott (1858-1884)
SYMPHONIE Nr.1, E-Dur
Mozarteumorchester Salzburg
Dir: Constantin Trinks.
(PROFIL)
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Hay
dinamita en el tren
Por
Fernando G. Toledo - ftoledo@losandes.com.ar
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Hay
un murmullo en los vagones del tren que va de Viena a Mühlhausen. La gente se
levanta, se empuja. Y hay un hombre desesperado. Estamos en octubre de 1880 y
desde hace meses ese hombre viene en caída libre.
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Hans
Rott, que así se llama, ha intentado superar con talento y estudio las
contrariedades de su vida. Nació en agosto de 1858 en Braunhirschengrund, un
suburbio vienés, en el seno de una familia relacionada con el arte: la madre
era bailarina y el padre, actor cómico. Pero el ambiente ideal en el que
comenzó a florecer la pasión artística de Hans pronto se marchitó. Primero
murió la madre. Luego, el padre sufrió un accidente al caer del escenario, que
acabó llevándolo a la tumba. Hans era un joven dotado para la música, y por eso
lo habían inscripto en el Conservatorio de Viena, pero al quedar huérfano no
había quién pagara esos estudios. Ante la tragedia, todos sus profesores
coincidieron en algo: había demasiado talento en ese chico de cabellos
revueltos y mirada desvariada, así que decidieron mantenerlo en el conservatorio
sin cobrarle la cuota.
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Rott
había deslumbrado a maestros y compañeros. Entre los primeros está nada menos
que Anton Bruckner quien descubrió que en ese joven estaba alguien capaz de
convertirse en su heredero. Y entre los estudiantes, hay un amigo, con el que
compartió alojamiento, y se declara su admirador. Su nombres es Gustav Mahler.
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Tras
varios años en el Conservatorio, Rott sentía que ya estaba listo para mostrarse
como algo más que un excelso organista. Por ese entonces, el mundo de la música
se movía entre dos paradigmas: la apabullante que marcaba Richard Wagner y la
refundación de la tradición sinfónica alemana que encarnaba Johannes Brahms.
Críticos y músicos se debatían entres esos antagonistas. Las sinfonías de
Bruckner eran claramente wagnerianas. Brahms, en cambio, había estrenado la
Sinfonía Nº 1 hacía poco, mostrando otro camino tras la bomba de detonación que
resultó ser la Novena de Beethoven.
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En
ese panorama un tanto revuelto fue que el joven Rott, terminó su primera
sinfonía. Quería, él también, renovar ese mundo. Pero además debía buscarse un
sustento y creyó que sus obras podían dárselo. Así que se presentó con esa
Sinfonía en Mi a un concurso en el que Bruckner era jurado. Este celebró la
composición, pero los otros miembros del comité se burlaron del trabajo. El
carácter del músico se vio resentido, pero hizo un nuevo intento. Dos años
después, en 1880, tenía su partitura corregida y buscó el beneplácito de
Brahms. El compositor alemán, enfrentado a Bruckner, no era por ello el más
apropiado para valorar la pieza y la rechazó enfáticamente. Ello fue el golpe
de gracia para la mente torturada de Rott, quien cayó en una grave depresión.
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Esa
es la pendiente en la que Rott se encuentra cuando sube al tren. Con la mirada
perdida se sienta junto a otros pasajeros, su mente enredada en las partituras
que ha escrito y en los hombres que le decretaron el fracaso. De pronto un
pasajero enciende un cigarro y esa chispa cala hondo en el ánimo de Rott, quien
se abalanza sobre él para golpearlo. Los otros pasajeros, sorprendidos,
intentan detenerlo y allí es cuando el músico incipiente, el talento admirado,
profiere un grito desgarrador: “¡Brahms ha llenado de dinamita el tren!”.
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La
crisis ha llegado a su culmen: la salud mental de Rott se derrumba. Las obras
que ha escrito -incluso esa sinfonía prometedora, que saludó Bruckner y
sorprendió a Mahler- se pierden en el desorden de su cuarto. Otras terminan en
la hoguera. Al final, con apenas 23 años, Rott ingresa en 1881 a un hospital
psiquiátrico donde morirá, por complicaciones de la tuberculosis, en 1884.
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Mahler
es el primero en lamentar su muerte públicamente. El que iba a renovar la
corriente sinfónica del siglo XX dirá, con el recuerdo fresco de esa obra
desgraciada de Rott, que este era el creador de la “nueva sinfonía” y que con
su muerte lo que la música había perdido “era inconmensurable”. Quizá esa
sentencia de Mahler fuera tomada como una hipérbole provocada por la
admiración. Pero poco más de 100 años después, un hallazgo permitió rescatar la
Sinfonía en Mi de Rott. La grabó el director Gerhard Samuel, para el sello
Hyperion, y provocó una sensación mundial: allí estaba, en efecto, la clave de
la sinfonía moderna. Y no sólo eso: escucharla era encontrar el esquema, los
sonidos, los hallazgos de la Sinfonía N° 1”Titán” de Mahler, su gran admirador,
quien pareció más que inspirarse en Rott, directamente emularlo.
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Quizá
en la locura de Rott haya habido muchas claves, no sólo para Mahler. Y es que
Brahms no puso la dinamita. Pero el tren de la sinfonía estalló por los aires
con la explosión enloquecida de ese músico que hoy pocos conocen, pero al que
todos le deben.
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¨Hans Rott: El fundador de la nueva sinfonía como yo la entiendo¨ ... Gustav Mahler
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NdelEd: al espléndido artículo de mi amigo Fernando Toledo se adjunta para su evaluación una de las grabaciones más recientes de la reveladora obra de Rott. Magnífica ejecución, aunque tal vez no la mejor (tal vez al día de hoy Paavo Järvi sea la referencia). Lectura en el modo más expansivo, tal vez klemperiano, si cabe la expresión, aunque con la típica sonoridad austríaca que logra la célebre orquesta salzburguesa.
3 comentarios:
Finalmente he podido subir el archivo... Disfruten.
https://mega.nz/#!ct9EmIha!e3ZsxpzeJebm5DB9oyy4I3FawIIbtDoH1lmCUUAu2e8
More about Hans Rott here: http://www.picus.at/produkt/wie-man-ein-genie-toetet/
Wonderful. Thank you.
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