sábado, 18 de octubre de 2025

Bernhard Klee (1936-2025): Discografía Selecta.


 









Tomado de Norman Lebrecht /Slippedisc


The Düsseldorfer Symphoniker has announced the death in Kreuzlingen of its 1980s music director Bernhard Klee. A formidably gifted musician, Klee held GMD posts with two other orchestras but he was best known as a guest conductor in world capitals, notably with the Vienna Philharmonic and as a vastly reliable collaborator in the record studios.

 

A fine pianist – he studied as a boy with the Leipzig cantor Gunter Ramin – he often accompanied leading singers, chief among them his wife, the Swiss soprano Edith Mathis. After their divorce, he married a Swiss psychologist.


RIP.


domingo, 12 de octubre de 2025

Norgard: Sinfonía Nr.6.


Per Nørgård

 SYMPHONY Nr. 6 ¨AT THE END OF THE DAY¨.  (1-3)

 TERRAINS VAGUES, FOR ORCHESTRA   (4-6)

 Danish National Symphony Orchestra.

 Dir: Thomas Dausgaard.

 (CHANDOS)

domingo, 5 de octubre de 2025

Schumann - Grieg : Piano Concertos.


Edvard Grieg

PIANO CONCERTO Op. 16.   (1-3)

Robert Schumann

PIANO CONCERTO Op. 54   (4-6)

Claudio Arrau, Piano

Koninklijk Concertgebouworchester, Amsterdam.

Dir:  Christoph von Dohnányi.

(PHILIPS)

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       Grabación esencial de la tradicional dupla pianística Schumann-Grieg.


domingo, 28 de septiembre de 2025

Brahms - Schumann: Violin Concertos.


Johannes Brahms

VIOLIN CONCERTO,Op. 77

Robert Schumann

VIOLIN CONCERTO D-moll, WoO. 23

Joshua Bell, Violin.

The Cleveland Orchestra

Dir: Christoph von Dohnányi.

(DECCA)

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       Comenzando un ciclo homenaje al arte del recién desaparecido maestro Christoph von Dohnányi. En ésta ocasión explorando su faceta como acompañante.  A mi juicio un muy notable Schumann, con un Brahms prescindible.

 

lunes, 22 de septiembre de 2025

Shostakovich: El Año 1917.


Dimitri Shostakovich

SYMPHONY NR.12, Op.112, "The Year 1917"

Helsinki Philharmonic Orchestra.

Dir: James DePreist.

(ONDINE)

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       Arribamos a la ¨12¨ en nuestra serie sinfónica Shostakovich. 

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     Shostakovich compuso su sinfonía Nr.12, subtitulada "El año de 1917", en 1961, dedicándola a la memoria Lenin, líder de la revolución bolchevique. La premiére de la obra tuvo lugar en octubre de ese mismo año, con la Filarmónica de Leningrado, dirigida por Yevgeny Mravinsky. Esta fue la última obra estrenada por este director, pues su posterior rechazo a estrenar la siguiente sinfonía, la Nr.13, causó una ruptura definitiva en la relación artística entre el compositor y el director.

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    La obra tiene más o menos el estilo y las miras de su predecesora, la Sinfonía Nr. 11, sólo que en más de un sentido para peor. Se han perdido la originalidad y el efecto cinematográfico de la anterior, dando paso al mero efecto propagandista. La misma está compuesta para orquesta de tamaño medio, tiene aproximadamente 40 minutos de duración y está estructurada en los cuatro movimientos convencionales de una sinfonía, con una concatenación inmediata entre los mismos y sin pausas, también a la manera de una obra programática. El motivo del programa son los eventos del año 1917 que condujeron a la revolución bolchevique. Los movimientos están subtitulados de la siguiente manera:

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1) Petrogrado revolucionario: Moderato — Allegro — Più mosso — Allegro

2) Razliv: Allegro (L'istesso tempo) — Adagio : el movimiento es alegórico al cuartel general de Lenin, en las afueras de Petrogrado.

3) Aurora: Adagio (L'istesso tempo) — Allegro: Aurora fue el buque que disparó contra el Palacio de Invierno zarista, iniciando la revolución rusa.

4) The Dawn of Humanity (despertar de la Humanidad): Allegro (L'istesso tempo) — Allegretto — Moderato : El movimiento final representa la vida soviética bajo la guía de Lenin, con aparentemente pretendido clima de júbilo y triunfalismo.

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    Aunque no sin razón por parte de la crítica, se considera a esta obra musicalmente la inferior de todas sus sinfonías, no deja de tener el sello propio del compositor ni carece de elementos musicales interesantes y de valor. Es probable que el compositor creara esta obra "políticamente correcta" para congraciarse temporalmente con el régimen de Khrushchev y preparar el terreno para el cataclismo que luego causaría su siguiente sinfonía, la 13, la "Babi Yar".

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    Como sería de esperar, la recepción del público a la obra no tuvo el mismo nivel de calidez desde el mismo momento de su estreno. La gente se preguntaría donde estaba el Shostakovich grande e irreverente creador de la 5ta, la 8va y la inolvidable 10ma en la que hizo un retrato descarnado de Stalin. Aunque bien recibida en la URSS, en Occidente el efecto fue diametralmente opuesto, y sin necesariamente ser un experto en música, el escucha percibía inmediatamente el tufillo oficialista y propagandístico de la obra, con su natural rechazo impostado.

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     Al ser una obra ¨problemática¨, no ha sido muy interpretada, y cuenta relativamente con pocas grabaciones, sólo de interés para los que han querido grabar el ciclo sinfónico completo. La grabación de referencia obvia sería alguna de las hechas por el mismo Mravinsky, sin embargo la mejor de ellas, hecha en 1984, siendo artísticamente extraordinaria, tiene el problema de las grabaciones en vivo de la era soviética, con ruido molesto del público y las cascadas de toses sencillamente intolerables. Habiendo presentado ya por acá hace algunos años la valiosa grabación de Ogan Durjan, me atrevo a sugerir la presente grabación de James DePreist hecha con la Filarmónica de Helsinki, grabación de gran interés, hecha en estudio y en un sonido espléndido. La acompaña una 9na también bien hecha. Ha sido un gran descubrimiento reciente.  Espero la disfruten.

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M-S. 


domingo, 14 de septiembre de 2025

Gliére: La Amapola Roja.


Reinhold Gliére

THE RED POPPY  (Ballet en tres actos)

St. Petersburg State Academy Symphony Orchestra.

Dir:  André Anichanov.

(NAXOS)

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      ¨La Amapola Roja¨ es tal vez la obra más ambiciosa de Gliére en cuanto a extensión y recursos de composición.  Aunque se considera el primer ballet soviético con temática ¨revolucionaria¨ moderna, musicalmente va en la mejor tradición de Tchaikovsky, Glazunov y los ballets más clásicos de Prokofiev. Varios de sus números, por ejemplo la popular ¨Danza de los marineros¨, son tomados individualmente como piezas orquestales de exhibición virtuosa.

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     El ballet fue compuesto por Gliére en 1927 y fue estrenado en su primera versión el 14 de junio de ese año en el Teatro Bolshoi, bajo la batuta de Yuri Fayer. El éxito fue tal que para finales de 1928 el ballet llevaba las 100 representaciones.  Al transcurrir la trama incidental en China, el nombre de ¨La Amapola Roja¨ se comenzó a asociar con el opio y el asunto se politizó con los años, causando revuelo e indignación en la China de Mao. El ballet fue sometido a revisiones y su título fue temporalmente cambiado por ¨La Flor Roja¨.

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    A pesar de tratarse de una gran partitura, no existen muchas grabaciones del ballet, de hecho la única grabación moderna disponible es la presente de André Anichanov para el sello NAXOS, grabación que espero disfruten.

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M-S.

jueves, 11 de septiembre de 2025

Sinfonías de Rachmaninov: Discografía Recomendada.

 

    Después del recorrido hecho a través de la serie ¨Todo Rach¨ y de haber explorado toda la discografía importante de sus sinfonías, me atrevo nuevamente a dejar una ¨discografía ideal¨ con una grabación a conservar de tener que quedarme con una sola. Incluyo sus tres sinfonías numeradas, su sinfonía coral ¨Las Campanas¨ y sus Danzas Sinfónicas, que en conjunto se pueden considerar como una sinfonía.



    La Sinfonía Nr.1, Op.13 es aún un anatema para muchos intérpretes, aún desde su malogrado estreno, de allí que no existan demasiadas grabaciones que le hagan verdadera justicia a tan original partitura. Edo de Waart ha sido uno de los campeones indiscutibles de la música de Rachmaninov, con dos ciclos orquestales en su haber, el clásico de Philips hecho en Rotterdam y uno más moderno, digital, hecho con la Orquesta de la Radio Neerlandesa, editado por el sello EXTON. Destaca en éste ciclo precisamente la Op.13, maravillosamente trabajada, imbuída asertivamente en los claroscuros de la partitura, con la correctísima atención a los maravillosos elementos de la percusión que destacan en la obra (timbales, tam-tam...) sin desatender los demás departamentos de la orquesta. El resultado es magnífico. Es un ciclo difícil de conseguir, pero que bien vale la pena su búsqueda. 



    La Segunda, la monumental Op. 27 es sin duda la obra sinfónica más popular de Rachmaninov. Las grabaciones pioneras adolecen casi todas de la retorcida costumbre de usar versiones recortadas. A día de hoy no cabe duda en que sólo deben considerarse grabaciones de la versión completa. La grabación legendaria de André Previn (EMI, 1973) es la primera grabación de estudio hecha de la versión íntegra y se mantiene irrebatiblemente hasta la actualidad como grabación de referencia. Ejecución sin fisuras, objetiva sin caer en apasionamientos melodramáticos, sin perder por eso garra emotiva y con la correcta atención a todos los detalles que indica el compositor en la partitura. Es la de elección.



       Con la Sinfonía Nr.3, Op.44, la elección pudiera prestarse a más dificultades por la variabilidad entre interpretaciones. Como he leído por ahí, el secreto para hacer una buena Tercera es no tocarla como si fuera la Nr.2, principio con el que coincido. Por supuesto siempre tendremos que irnos al patrón original dejado por el propio compositor a través de su grabación hecha con la Orquesta de Filadelfia, pero con un sonido entendiblemente poco competitivo. La grabación comercial de Stokowski, quien la estrenó, tuvo que esperar hasta el final de la carrera del director para ser realizada. Siendo una de mis favoritas hay que señalar que hay retoques e intervencionismo marca de la casa que no la hacen ideal. De entre un puñado de buenas grabaciones considero que sobresale especialmente la grabación hecha por Paul Kletzki al frente de la Orchestre de la Suisse Romande. Es una grabación con todos los ingredientes necesarios para ser tomada como referencia: paleta orquestal delicada y caleidoscópica; atmósferas de magia perfectamente logradas; fraseo impoluto y uso desinhibido pero siempre apropiado del rubato. El sonido, el mejor de DECCA para la época.



    ¨Las Campanas¨ Op.35, es una de las obras para coro y orquesta mejor logradas del posromanticismo ruso. Son clave en su ejecución la elección de los solistas adecuados y de un coro especialmente entrenado tanto en el estilo del compositor como en la lengua rusa. Dmitri Kitajenko siempre ha sido un gran especialista en la música coral rusa y éste disco es una excelente muestra de su experticia. Maravillosa lectura en el mejor sonido del sello CHANDOS.



    Finalmente, con ¨Danzas Sinfónicas¨, Op.45, la última obra de Rachmaninov, se vuelve en cierto modo al mundo de la Sinfonía Nr.1, en cuanto a la originalidad de la partitura y los desafíos que plantea la muy especial, suntuosa y colorida orquestación. Aunque es una obra de audición irresistible, no son demasiadas las grabaciones que verdaderamente dan completamente en el clavo. De entre ellas, Leonard Slatkin, otro director de incuestionable factura Rachmaninoviana, ha dejado un gran hito a través de su grabación hecha con la Sinfónica de Detroit. Grabación extraordinaria, con gran logro de sensación unitaria (sinfonía) más que la de tres episodios orquestales aislados. Maravilloso despliegue del saxofón en el primer movimiento, atmósfera de las más fantasmagóricas en el segundo y finalmente el uso magistral del tam-tam en el Finale, hasta hacerlo agotar naturalmente en el cierre. Un triunfo.


 


jueves, 4 de septiembre de 2025

Shchedrin: Carmen.


Rodion Shchedrin

CARMEN  (Ballet basado en la Opera de Bizet).

Los Angeles Chamber Orchestra.

Dir: Gerard Schwarz.

(EMI).

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domingo, 31 de agosto de 2025

Shostakovich: El Año 1905.


Dmitri Shostakovich 

SYMPHONY NR.11, Op.103 "The Year 1905"

Royal Scottish National Symphony Orchestra.

Dir: Alexander Lazarev.

(LINN)

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   A primera audición, la Sinfonía Nr.11 es en apariencia una obra "propagandista" de los "valores" del realismo socialista soviético, al haber sido compuesta en homenaje a una fecha notable de las efemérides patrias, pero al examinarla en profundidad de nuevo nos encontramos con los enigmas cifrados que sólo un genio como Shostakovich podía plantear en su música. Una obra conmemorativa en apariencia se torna en una hermosa y conmovedora página evocadora del eterno ciclo de sufrimiento-reivindicación que han vivido los pueblos oprimidos en lo general, Rusia en lo particular.

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    La obra fue compuesta en 1957, cuatro años después de la extinción de la férula estalinista. El argumento de la música está basado en los hechos que circundaron a lo que se conoce como el "Domingo Sangriento" (9 de enero de 1905, calendario juliano), y que no fueron más que el preludio a la gran revolución de 12 años más tarde. El compositor debería haberla concluido lógicamente para el año 1955, en conmemoración del cincuentenario, pero diversos disturbios familiares y personales se lo impidieron, y no fué hasta el año siguiente, 1956, en que el mismo decidiría salir de su inercia. ¿Qué lo sacó de ese marasmo?

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    El 30 de noviembre de 1956, los tanques soviéticos invaden Hungría, y se aplasta sangrientamente la revolución nacionalista húngara. Se instala entonces el gobierno comunista pro-soviético de Janos Kádar y miles de personas son ejecutadas, encarceladas ó enviadas a los Gulag. Los eventos en Hungría habrían despertado la inspiración creativa de Shostakovich, y de este modo nació la 11ma sinfonía. La obra evoca pues en apariencia a las víctimas de la cruel autocracia zarista, pero en sentido más amplio hace memoria a todas las víctimas de todas las tiranías y todos los despotismos del antes y después.

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    La obra fue estrenada el 30 de octubre de 1957, en Leningrado, con la Orquesta de la Union Soviética, bajo la dirección de Natan Rakhlin. El éxito fue inmediato y colosal, el compositor no era aclamado a estos niveles desde la creación de la ¨Leningrado", y le valió al año siguiente el Premio Lenin a las artes, así como su rehabilitación de la mocion de censura que se le había impuesto 10 años antes a consecuencia de la "doctrina Zhdanov"... Shostakovich volvía a ser héroe de la Unión Soviética.

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     La sinfonía está estructurada a modo de obra programática, de tonalidades épicas y de proporciones narrativas cinematográficas, una "música de película, pero sin película". La misma es definitivamente tonal, en estilo romántico, pero distribuida en los clásicos cuatro movimientos. La orquestación figura dentro de la más característica de lo mejor del compositor y el trato de los temas y el simbolismo sugieren mucho a Mussorgsky, quien siempre fue uno de los íconos de Shostakovich. Cada uno de los cuatro movimientos conllevan un título alegórico, lo cual soporta el análisis de la obra como programática:

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1) La Plaza del Palacio de Invierno (Adagio): en una música introductoria, ominosamente atmosférica, el compositor representa el ambiente general en los tiempos previos a la masacre. La música es distante, subrepticia, oscilante, amenazante, embrionaria, con melodías de vientos y sonidos de percusión que apenas se insinúan aquí y alla, sin disparar un verdadero desarrollo. Algunos recursos mahlerianos no dejan de apreciarse en esta introducción.

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2) El 9 de Enero (22 de enero, calendario occidental): tras una tranquila transición, el 1er movimiento abre paso sin pausa a este inolvidable Allegro, que pasa a narrar los hechos propios de ¨el día en cuestión¨. El mismo se divide en dos partes, una primera que evoca a los manifestantes congregándose en un lado de la Plaza del Palacio, y a la guardia zarista en el otro lado aguardando órdenes. La música va adquiriendo fuerza y turbulencia y tras un pasaje intermedio calmado se abre paso un estridente y violento tambor militar que inicia la segunda parte, o sea la masacre. Se desencadena una implacable marcha militar que representa a la tropa arremetiendo y matando sin piedad a los manifestantes, con golpes de timbal y tam-tam que sugieren disparos, en un descriptivismo musical aterrador. Finaliza la masacre y en ese momento, al igual que en la inolvidable marcha de la Sinfonía Leningrado, la música se quiebra, creando en el escucha un golpe psicológico definitivo. La calma del 1er movimiento vuelve a cargo de unas cuerdas lejanas y nos hacen ver fácilmente a la gran Plaza del Palacio desolada, plena de cadáveres y nieve.

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3) Memorial eterno (In Memoriam): a continuación y de nuevo sin pausa, adviene el tercer movimiento, un adagio en forma de marcha fúnebre, melancólica y torturada, y que constituye un lamento a la violencia. Luego de la ferocidad implacable del movimiento anterior, actúa a modo de analgésico, y como transición al movimiento final.

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4) Tocsin (La Campana): la obra finaliza con este formidable Allegro non troppo, que inicia a modo de marcha-scherzo cuasi-bruckneriano y que recopila diversos materiales que ya hemos conocido en los movimientos precedentes. El estilo y el simbolismo mussorgskianos adquieren relieve a medida que la orquesta va aumentando su intervención en el desarrollo y la aparición de una gran campana de alarma (Tocsin) establece un conflicto sonoro entre dos bandos (la Campana tañe en sol menor mientras la orquesta lo hace en sol mayor) que pretende comunicar una moraleja y el modo abrupto en que ambas finalizan de tocar al mismo tiempo sugieren que ninguno de los bandos obtendrá ganancia hasta que llegue la hora definitiva (1917).

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     Les comparto las siempre interesantes notas de Mark Wigglesworth, en ésta ocasión referentes a la Undécima: 

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Mark’s notes on Shostakovich Symphony No. 11

 Revolution

 On the morning of Sunday 9th January 1905, thousands of Russians gathered in front of the Winter Palace in St Petersburg. The country’s economy was in dire straits; and yet despite extreme poverty and hardship, the assembled crowd had no intention of anything other than presenting their government with a peaceful petition. They were simply asking to have their grievances heard and not only did they expect to be received with respect and maybe even kindness, but genuinely believed that the Tsar would be able help. Many of them had huge regard for him; they even sang ‘God Save the Tsar’.

 No one will know what would have happened had an unnecessarily apprehensive Tsar Nicholas II not made the tragic mistake of deciding at the last minute to leave the city in advance of the demonstration. In his absence the people grew restless and, when the police ordered them to disperse, confusion arose, and a group of young and nervous Cossack troops suddenly opened fire. In the ensuing chaos, over a thousand men, women, and children were mown down by gunfire. The snow turned red with the blood that was spilled.

 One who survived was Dmitri Boleslavich Shostakovich, and his son Dmitri Dmitriyevich was born the following year. The massacre was frequently discussed in the young composer’s home, and its unprovoked brutality left an indelible impression on the young and sensitive child. In Testimony, the book published in 1979 by Solomon Volkov, Shostakovich is quoted as follows:

 ‘Our family discussed the Revolution of 1905 constantly… the stories deeply affected my imagination. When I was older I read much about how it all happened… They were carting a mound of murdered children on a sleigh. The boys had been sitting in the trees, looking at the soldiers, and the soldiers shot them – just like that, for fun. They then loaded them on the sleigh and drove off. A sleigh loaded with children’s bodies. And the dead children were smiling. They had been killed so suddenly that they hadn’t time to be frightened.’

 It would therefore have been with understandably mixed feelings that fifty years later the celebrated composer accepted a commission from the Soviet authorities to write a symphony commemorating the event, and it is not surprising that it took him a while to start its composition. It was perhaps events outside Russia that in the end stimulated him to begin work.

 On 25th October 1956, a build-up of local protests resulted in thousands of Hungarians amassing in Budapest’s Parliament Square to demonstrate against their government. The puppet régime that the Soviet Union had installed there was particularly oppressive. Random abductions, false imprisonment, and forced confessions equalled those of Stalin’s Russia, and rough estimates say that over ten percent of the population had passed through the country’s torture chambers and prison camps at some point since the Second World War.

 When the secret police turned their machine guns on the crowd, leaving an estimated six hundred dead, Soviet tanks had to be sent in to put down the uprising that followed. No one was more horrified than Shostakovich at the depressing repetition of events that this seemed to exemplify and it was not hard to draw parallels between Budapest in 1956 and St Petersburg in 1905. A similarly courageous struggle for a just cause won the protesting Hungarians many tacit supporters back in Russia.

 But tacit, of course, is what such support had to be. Despite Stalin’s death in 1953 and the undoubted ‘thaw’ that had followed, there was no lessening of the risk incurred by suggesting that the Soviet reaction in Hungary was heavy-handed and over the top. In appearing to describe a similar uprising of fifty years before, Shostakovich was able to express his current sympathies without upsetting anyone in the government.

 Yet it was not that difficult for anyone who wanted to draw comparisons between both atrocities to be stimulated to do so on listening to the symphony. After the première an elderly lady was overheard saying: ‘Those aren’t guns firing, they are tanks roaring, and people being squashed.’ And when this was related to Shostakovich, he is reported to have replied: ‘That means she understood it.’ Even the composer’s own son apparently asked his father: ‘Papa, what if they hang you for this?’ But he was not hanged. In fact the work was a huge success and resulted in a Lenin Prize for the composer the following year. It is ironic that the symphony should have been so praised by a régime that it was probably secretly denigrating.

 It makes sense for a work that is essentially about the spirit of revolution, albeit a failed one, to have as its musical basis several revolutionary songs – all of which would have been extremely well-known to contemporary Russians. This was music that Shostakovich grew up singing as a child, and the texts would have been so familiar to his audience that he did not feel any need to have them articulated by voices. It raises the question as to whether a non-Russian can relate to the symphony in the same way. The answer is probably not, but the simplicity and power of the melodies themselves certainly evoke the right emotion, even if it is experienced away from the specific context of twentieth-century Russian history.

 Played without a pause, the symphony’s four movements are all given titles by the composer. Palace Square serves as a slow introduction: its cold and desolate vastness depict the snow-covered square at daybreak; ominous timpani strokes fatefully suggest an uneasy calm, whilst distant brass fanfares evoke the soldiers’ early morning ‘reveille’. As the sun rises, the melodies of two revolutionary songs emerge. Listen! and The Prisoner were both well-known to prisoners trying to come to terms with the slow pace of time whilst in captivity, with only the crying of fellow inmates to keep them company during the long dark nights.

 Entitled The Ninth of January, the following Allegro cinematically depicts the crowd, at first calm, then gradually giving way to more impassioned pleas for help. But these receive no answer, and we sense the people’s dejected frustration: a silent stillness that is suddenly interrupted by the sound of rifling drum shots, as seemingly unprovoked and unexpected as, by all accounts, the real gunfire was in 1905. The confusion and panic in the music is unmistakable, as is the hollow and ghostly emptiness of the terrifying quiet of the now lifeless, body-strewn square with which the movement ends.

 The third movement, an Adagio headed In Memoriam, laments those who lost their lives in the atrocity. Sometimes resigned and sad, in other places angry and defiant, it is based on the revolutionary funeral march You fell as victims, with un-selfish love for the people, a song that was heard at Lenin’s funeral in 1924.

 The finale, Tocsin (an alarm or warning bell), is a gesture of defiance on the part of the survivors and on behalf of those who gave their lives in resistance. In anticipation of future uprisings, it uses the songs Tremble, Tyrants and Whirlwinds of Danger to predict an ultimate victory for the revolutionaries. 

 Whether or not ‘the ultimate victory’ as manifested in the Bolshevik Revolution of 1917 was something to glorify is left unanswered by the composer. Though the ringing bells that close the work suggest a certain triumph, they sound hollow in the context of a resilient G minor tonality, and it could hardly be called an optimistic ending to what is a very dark and brooding symphony as a whole. All revolution is essentially tragic, just as all war is basically civil war, and no bloodshed at any time, or any place, can ever be something to celebrate. Shostakovich elaborated on the depressing nature of recurrence in Testimony:

 ‘I think that many things repeat themselves in Russian history. Of course the same event can’t repeat itself exactly, there must be differences, but many things are repeated nevertheless. People think and act similarly in many things… I wanted to show this recurrence in the Eleventh Symphony. I wrote it in 1957 and it deals with contemporary themes even though it’s called “1905”. It’s about the people, who have stopped believing because the cup of evil has run over. That’s how the impressions of my childhood and my adult life come together. And naturally, the events of my mature years are more meaningful.’

 Ultimately, the debate about whether Shostakovich is portraying the heroism of Russians in 1905 or Hungarians in 1956 is irrelevant. It does not matter whether he is attacking the violence of Cossack troops or the aggression of Red Army tanks. What is clear is his obvious empathy with all who try to rise up against tyranny and his passionate antipathy towards all who oppress them. The symphony may on the surface be a costume drama, but it is one that still resonates today. In the end, Shostakovich writes about emotions and states of mind, rather than specific dates, and even if he does use facts as his focus, they are invariably symbols for universal sentiments. That is why his music remains both timeless and topical.


© Mark Wigglesworth 2009

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      En cuanto a la discografía de la 11, la misma ya la había publicado hace algunos años, a través de una de mis grabaciones favoritas, la de Vladimir Ashkenazy con la orquesta local de San Petersburgo. Es una obra que requiere el máximo despliegue sonoro de una gran orquesta, y así tenemos grabaciones emblemáticas, las de pioneros como Leopold Stokowski, André Cluytens y el mismo Rakhlin, las más comerciales de los ciclos de Haitink, Rozhdestvensky, Petrenko, Wigglesworth ó el mismo Ashkenazy... De entre grabaciones modernas y en sonido ideal, una de las que más me ha impactado ha sido la de Alexander Lazarev al Frente de la Orquesta Nacional Escocesa (compensa la que Neeme Järvi no pudo hacer allí). Se trata de una grabación perfecta, de alto impacto, que toma plenamente el sentido cinematográfico de la obra, y en una calidad sonora que supera los estándares. Aunque se tenga una favorita, ésta debe ser conocida.

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M-S.

 

miércoles, 27 de agosto de 2025

Norgard: Sinfonías 4 y 5.


Per Nørgård

1-2)  SYMPHONIE Nr. 4

3-6)  SYMPHONIE Nr. 5

Danish National Radio Symphony Orchestra

Dir:  Leif Segerstam.

(CHANDOS)

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sábado, 23 de agosto de 2025

Ferde Grofé: El Gran Cañón.


Ferde Grofé  (1892-1972) 

GRAND CANYON  (ORCHESTRAL SUITE)

The Philadelphia Orchestra.

Dir:  Eugene Ormandy.

(CBS-SONY)

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   Visitando por primera vez en ARPEGIO otra obra de gran popularidad y obligatorio conocimiento como es la Suite ¨Gran Cañón¨ del compositor norteamericano Ferde Grofé.  Un esencial de los clásicos populares.  Eugene Ormandy al frente de sus ¨Fantastic Philadelphians¨ nos dejó un registro atesorable.