Anton Bruckner
SYMPHONIE Nr. 7.
Wiener Philharmoniker
Dir: Hans Knappertsbusch.
(Live, Salzburg Festspiele 30.08.1949)
(ORFEO)
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Arribamos a la Séptima en nuestro ciclo Bruckner.
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La Sinfonía Nr. 7 fue iniciada en septiembre de 1881 y finalizada el 5 de septiembre de 1883. La obra está dedicada al rey Luís II de Baviera (el rey loco aquel). La misma fue estrenada en Leipzig, el 30 de diciembre de 1884, con la Orquesta de la Gewandhaus bajo la batuta de Artur Nikisch. Fue el mayor éxito en la vida de Bruckner. Hasta los días presentes, la 7ma es junto con la 4ta la sinfonía más popular, interpretada y grabada de todas las obras de Bruckner.
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A diferencia de los avatares y vaivenes vividos con sus obras anteriores, con la Sinfonía Nr. 7 la suerte de Bruckner definitivamente cambió para mejor. El éxito obtenido con la misma llevó a la aclamación del compositor por las audiencias y los críticos, así como a la definitiva apertura de las puertas a la fama internacional. Por otra parte, la solidez de la composición no llevó a Bruckner a realizar cambios drásticos posteriores, por lo que la versión que hoy conocemos es con mucho la que estrenó Nikisch en 1884, si bien la partitura original se extravió. Durante la composición de la 7ma acaeció la muerte de Wagner, el ídolo de Bruckner, por lo que el Adagio de la obra fue inspirado como homenaje al fallecido. En aquel momento, Bruckner le escribe a Felix Mottl: ¨Me sentí muy triste. No creí que el maestro viviera mucho más. Entonces concebí el Adagio en do sostenido menor, con una coda serena¨.
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El amigo de Bruckner, Joseph Schalk, presentó la partitura ya terminada a Nikisch, quien quedó tan impresionado y entusiasmado con la misma que desde ese momento se convirtió en el gran paladín de la Séptima. Al éxito rotundo en Leipzig siguió un éxito más estruendoso aún en su estreno en Munich, bajo la batuta de Hermann Levi. Incluso la Filarmónica de Viena, con larga historia de desencuentros con la música de Bruckner, consideró la posibilidad de ejecutarla. Después de varias cancelaciones por parte del compositor, finalmente Viena escuchó la 7ma cuando Hans Richter la dirigió el 21 de marzo de 1886. El éxito fue incontestable y una bofetada a los siempre ponzoñosos críticos de la banda de Hanslick.... Viena ya no podría dictar el futuro de una sinfonía de Bruckner.
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Las razones del éxito de la Séptima se pueden entender, dado que parece la obra más unificada y continua de cuanto había creado Bruckner hasta el momento. A pesar de ser una sinfonía larga y masiva no tiene la densidad catedralicia de la Quinta, por ejemplo. Su relativa economía y discurso conciso que ya se anuncian en la Sinfonía Nr. 6, la hace una obra fácil de seguir. Las melodías tienen un maravilloso lirismo que hace que la música progrese de forma natural a pesar de los largos trechos lentos que se intercalan en cada movimiento. El especial mundo de Bruckner de intensidad de movimiento lento, de momentos de clímax abrumadores y de íntimo lirismo no han encontrado en ninguna parte una expresión tan coherente y bella como en la Sinfonía Nr. 7.
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Tras el estreno de la Séptima se hicieron a la partitura algunas modificaciones menores hechas por el mismo Nikisch, Franz Schalk y Ferdinand Löwe que llevaron a la versión editada por Gutmann en 1885. Fue la partitura a seguir hasta la aparición de la edición Haas de 1944 que elimina en lo posible las influencias de Nikisch, Schalk y Löwe. La edición Nowak de 1954 concilia en parte las versiones de Gutmann y Haas, por decirlo simplificadamente.
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Grabaciones de la 7ma por supuesto que hay decenas y muchas de ellas dignas de un Panteón. La primera grabación comercial corresponde a Oskar Fried, hecha en 1924 con la Orquesta de la Opera Estatal de Berlin, grabación acústica del sello Polydor. La primera grabación eléctrica de la 7ma la hizo Jascha Horenstein al frente de la Filarmónica de Berlin (1928), siendo asímismo las primeras grabaciones alguna vez hechas de una obra de Bruckner (la Cuarta por ejemplo tendría que esperar hasta 1936). A partir de entonces el espectro de grabaciones de la 7ma pasa por Furtwängler, Knappertsbusch, Schuricht, luego por la era Karajan, Jochum, Wand, hasta pasar a los más contemporáneos como Haitink, Blomstedt o Barenboim. Muchas de éstas grabaciones alcanzan rango de legendarias.
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Entre grabaciones legendarias, dentro de las históricas me permito compartirles una de las que más me han cautivado desde la primera vez que la escuché. Se trata de la grabación hecha el 30 de agosto de 1949, por Hans Knappertsbusch al frente de la Filarmónica de Viena, grabación de un concierto en vivo hecho en el transcurso del Festival de Salzburgo. El momento musical y misticismo de ésta lectura tienen pocos parangones, sin duda de trata de una grabación a atesorar. De entre las grabaciones comerciales destacan las de Otmar Suitner, Haitink (1978, Amsterdam); Jochum en Dresden y la última grabación hecha por Herbert von Karajan poco antes de morir. Volveremos sobre alguna de ellas en una próxima entrega.
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M-S.